Fe creída, Fe vivida
(I parte)
Una dificultad en Venezuela y el mundo en la actualidad es la formación de una Clase Dirigente que este inmanente a la gente. Esto ya venía desarrollándose como necesidad en Puebla (1979) y Santo Domingo (1992). En la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Aparecida-Brasil (2007) se reafirmó el llamado a tener una identidad de Discípulo Misionero en todas las realidades sociales y eclesiales, formando y animando al laicado para que desde su compromiso social ofrezca respuestas a los problemas sociales desde la identidad cristiana.
La misión social de la Iglesia y de los cristianos en particular, es participar en la CONSTRUCCIÓN DE UNA VERDADERA COMUNIDAD HUMANA. Los procesos históricos de transformación implican opciones políticas, económicas y culturales. Es misión de la Iglesia asumir y animar todo lo positivo de estos procesos, y para ello hay que discernir los valores y antivalores que están en juego para orientarlo todo en bien de la sociedad.
UN PROCESO DE AUTÉNTICA HUMANIZACIÓN debe avanzar en diferentes líneas. Yo en estas líneas buscaré profundizar el ambito sociopolítico. Es importante recordar que este ámbito requiere la máxima participación ciudadana desde el impulso de los valores de la democracia: solidaridad, fraternidad, justicia social y libertad; para formar una sociedad con hombres nuevos capaces de respoder a los desafios actuales.
¿CUÁL ES EL CONTEXTO SOCIOPOLÍTICO DE APARECIDA?
El Documento de Aparecida (DA) menciona que en América Latina la dimensión sociopolítica, se constata un cierto PROGRESO DEMOCRÁTICO, aunque se dan diversas formas de regresión autoritaria por vía democrática, a veces con corte neo populista. Esto indica que no basta una democracia formal o representativa, sino que es necesaria que se participativa, basada en la promoción y respeto de los derechos humanos, sin estos valores es fácil llegar a una dictadura (Cfr. DA 74).
LA DEMOCRACIA PARTICIPATIVA se fortalece con la presencia de la sociedad civil y penetración de nuevos actores sociales: clases medias y populares organizadas, indígenas, mujeres, profesionales; creando espacios de participación política ciudadana y mayor concientización, de que con el poder se pueden crear cambios en las políticas públicas. Lamentablemente no siempre esto va acompañado de criterios éticos, debido a que los laicos no han tenido una adecuada formación de principios morales que forme la conciencia en sus derechos fundamentales y de sus deberes correspondientes.
UN GRAN FACTOR NEGATIVO que menciona el DA, es el incremento de la corrupción en la sociedad y en el Estado, que involucra a todos los poderes, colocando en poca credibilidad las instituciones públicas, aumentando la desconfianza en la mayoría de la población, de manera especial en los jóvenes que no se fían de la política y la democracia, originando en nuestro caso, tanta migración.
EL TEJIDO SOCIAL SE ESTÁ DETERIORANDO por la violencia que se expresa en aumento del crimen organizado, asesinatos, robos, secuestros, narcotráfico, grupos paramilitares y violencia intrafamiliar; todo movido por el avance de una ideología individualista y utilitarista. Asimismo algunos Parlamentos que aprueban leyes injustas por encima de los derechos humanos.
Ante este escenario, Aparecida hace una APUESTA POR LA RIQUEZA DE LA DSI que, con sus PRINCIPIOS de reflexión, CRITERIOS de juicio y ORIENTACIONES de acción; deben animar a la acción solidaria de los laicos en iniciativas de ámbito sociopolítico, como verdaderos Discipulos Misioneros para transformar de manera efectiva la sociedad.
Sin embargo, se constata que existe un escaso acompañamiento a los laicos en sus tareas de servicio a la sociedad. Se percibe una evangelización con poco ardor y sin nuevos métodos y expresiones de la que habla Santo Domingo, sin el conveniente itinerario formativo que ilumina Puebla, descuidando la aplicación creativa del rico patrimonio que contiene la DSI que impulso Medellín, unido a una limitada comprensión de la identidad propia y específica de los laicos.
¿CUÁL ES EL MOTIVO DE ESTA CRISIS DE IDENTIDAD CRISTIANA EN EL AMBITO SOCIOPOLÍTICO?
El análisis sociopolítico presentado constata que existe una profunda crisis de identidad del cristiano, en relación a su presencia y actuación en el ámbito político, arrojando LA NECESIDAD DE UNA SOLIDA FORMACIÓN PARA ACTUAR CON SENTIDO CRÍTICO. Esto se expresa en el temor a manifestar, lo que es, lo que piensa y lo que cree. Lo que hace difícil llegar confrontar el programa de praxis política con las exigencias éticas de la fe.
La presencia de católicos, de auténtica formación eclesial, en los partidos políticos y en importantes funciones del gobierno ha estado presente a la largo de nuestra historia democrática. En la actualidad podemos ver un declive de personas con notable formación en la DSI ocupando puestos de responsabilidad gubernamental. Lo cierto es que la actuación de los católicos comprometidos en la actividad política ha sufrido profundos cambios. Años atrás existía una idea clara de la identidad católica y de su consecuente militancia: eran personas y grupos organizados que querían hacer realidad los valores del Evangelio en el ámbito de la política.
El DA busca superar esta crisis de identidad católica en nuestra Clase Dirigente, impulsándoles a que, con su presencia, vayan transformando nuestra sociedad de acuerdo con los Principios del Evangelio, considerando que «el ámbito propio de su actividad evangelizadora es el mismo mundo vasto y complejo de la política» (DA 210).
Asimismo, les presenta una CATEGORÍA, que vendrá a identificar su misión para luchar por el bien común: «EL DISCÍPULO Y MISIONERO DE CRISTO que se desempeña en los ámbitos de la política, sufre el influjo de una cultura frecuentemente dominada por el materialismo, los intereses egoístas y una concepción del hombre contraria a la visión cristiana. Por eso, es imprescindible que el discípulo se cimiente en su seguimiento del Señor, que le dé la fuerza necesaria para construir en torno a él un consenso moral sobre los valores fundamentales que hacen posible la construcción de una sociedad justa» (DA 506).
Esta CATEGORÍA DE DISCÍPULO MISIONERO, insiste Aparecida debe estar inmersa en una pastoral contextualizada, donde evangelizar la realidad requiere partir de esa misma realidad, sólo así podrá ser transformada la sociedad a la luz y dinamismo de los valores del Reino de Dios: «La pastoral de la Iglesia no puede prescindir del contexto histórico donde viven sus miembros. Su vida acontece en contextos socio-culturales bien concretos. Estas transformaciones representan, naturalmente, nuevos desafíos para la Iglesia en su misión» (DA 367).
Resalta, que no basta buena voluntad para llevar el mensaje y esperar resultados. Tiene que DEFINIRSE OBJETIVOS Y PROGRAMARSE ACCIONES: debemos ser portadores de «una respuesta consciente y eficaz para atender las necesidades del mundo de hoy con indicaciones programáticas concretas, objetivos y métodos de trabajo, de formación y valoración de los agentes y la búsqueda de los medios necesarios, que permitan que el anuncio de Cristo llegue a las personas […] modele las comunidades e incida profundamente, mediante el testimonio de los valores evangélicos, en la sociedad y en la cultura» (DA 371). Asimismo, «No se trata sólo de estrategias que procuren éxitos pastorales, sino de la fidelidad en la imitación del Maestro» (DA 386).
Por tanto, para precisar esta relación entre el compromiso eclesial y la política, es necesario indicar que la Iglesia siempre indica fines y sabe que los medios para realizarlos se dan en los diferentes proyectos políticos. La Iglesia anima a los laicos a formular proyectos y cuestiona que estos tengan consistencia con los fines, así se genera un lenguaje y cultura política.
Pbro. Jhonny Zambrano
