La solemnidad de Pentecostés es una de las más importantes después de la resurrección. En ella se recuerda la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles, quienes a partir de ese momento tuvieron la fuerza para salir a predicar el evangelio. Es, por tanto, la celebración del nacimiento de la Iglesia.
El padre Mauricio Sánchez, asesor Diocesano de la Renovación Carismática Católica explica que esta fiesta litúrgica es un encuentro de fe, y oración en el que se revive la efusión divina de la tercera persona de la Trinidad sobre la Iglesia, y en los corazones de cada uno de los creyentes.
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“Una efusión que brota de la oración, de la experiencia vivida en la Pascua. No es que termine la Pascua, sino que se prolonga cada domingo con la fiesta de la eucaristía, donde Dios continúa obrando y actuando, manifestando la presencia viva del padre, del hijo y del Espíritu Santo” señala.
Comenta que la Iglesia tiene como protagonista de este tiempo de pascua al Espíritu Santo, el amor de Dios, con el cual fuimos ungidos desde nuestro bautismo y que se reafirma en la confirmación. Él obra con mayor fuerza en la medida que buscamos más lo divino, lo sagrado y lo trascendental, que es Dios.
“El Espíritu Santo es como el agua que ayuda a germinar la semilla, que va haciendo más fecunda la vida personal y la vida de la Iglesia, pero necesita ciertamente ser fortalecido en la oración y en los encuentros personales de fe”, expresó.
Por ello, el Padre Mauricio añade que cada vez que oramos y cuando hacemos obras de misericordia, se refleja la presencia viva del Espíritu Santo en nuestros corazones. Cuando realizamos retiros espirituales, encuentros de fe, Dios está enviando al Espíritu Santo con mayor fuerza.
Dones
La presencia y la fuerza del Espíritu Santo se manifiestan en los dones, las cualidades que recibimos para ser testigos de Cristo resucitado, para proclamarlo con la palabra y principalmente con las obras.
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“Cuando hablamos de los dones del Espíritu Santo: sabiduría, ciencia, entendimiento, consejo, piedad, fortaleza y temor de Dios, estamos hablando de regalos del Padre que manifiestan un crecimiento espiritual. Los dones son una experiencia personal de la obra de Dios en cada uno de nosotros que se reflejan en las obras en favor del prójimo”.
El Padre Mauricio puntualiza que la acción del Espíritu Santo se palpa en las virtudes teologales: fe, esperanza y caridad. La fe, porque ciertamente creemos que sin Él no podemos hacer nada, la esperanza porque estamos llamados a ser instrumentos del Señor en la obra de santidad y la caridad que se materializa en el accionar de nuestras vidas.
Ana Leticia Zambrano