Matrimonio, sacerdote, religiosa o soltero, cuando fuimos bautizados, Dios nos regaló una vocación específica con la cual aprenderemos a realizarnos en el camino cristiano, y que, además, nos santificará para alcanzar el cielo.
Hay personas que desde pequeñas tienen claro qué van a hacer con su vida, pero a algunos puede costarles más, por eso es importante estar alerta a la voz del Espíritu Santo y pedir su ayuda.
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Además, estos son algunos consejos que puedes poner en práctica, si aún no sabes para qué fuiste llamado por Dios.
“La vocación es el misterio de la elección divina” San Juan Pablo II
Alimenta tu fe
Dice el Catecismo de la Iglesia católica:
En todos los bautizados, niños o adultos, la fe debe crecer después del Bautismo […] El Bautismo es la fuente de la vida nueva en Cristo, de la cual brota toda la vida cristiana.
La catequesis infantil es un comienzo para que la fe se fortalezca, pero los jóvenes y adultos deben frecuentar algún grupo, acudir a retiros y tener cursos de formación continua que les ayuden a conocer a fondo la religión católica.
Busca acompañamiento espiritual
Siempre será muy enriquecedor tener a alguien que nos aconseje, ya sea sacerdote, religiosa o laico más experimentado que nosotros, para que nos ayude en el camino de la búsqueda de la vocación.
Lee vida de santos
Hay santos de todas las vocaciones, ellos pueden inspirarnos a seguir su ejemplo, sobre todo adentrándonos en su estilo de vida y cómo fue que encontraron el camino que Dios les indicaba.
Escucha las personas
A veces Dios habla a través de las personas. San Juan Pablo II, en su libro Don y misterio 1996, escribió lo siguiente, de su juventud y vocación:
Los responsables de la cantera, que eran polacos, trataban de evitar a los estudiantes los trabajos más pesados. A mí, por ejemplo, me asignaron el encargo de ayudante del llamado barrenero, de nombre Franciszek Labus. Lo recuerdo porque, algunas veces, se dirigía a mí con palabras de este tipo: «Karol, tú deberías ser sacerdote. Cantarás bien, porque tienes una voz bonita y estarás bien…» Lo decía con toda sencillez, expresando de ese modo un convencimiento muy difundido en la sociedad sobre la condición del sacerdote. Las palabras del viejo obrero se me han quedado grabadas en la memoria.
Dedica un tiempo al discernimiento
Dice el documento preparatorio «Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional» del Sínodo de los Obispos de la XV Asamblea General Ordinaria:
«Tomar decisiones y orientar las propias acciones en situaciones de incertidumbre y frente a impulsos internos contradictorios es el ámbito del ejercicio del discernimiento.
Hay que tomarse un tiempo para reflexionar y entender en dónde seremos felices: ¿quiero un esposo (a) e hijos y una vida familiar?, ¿me gusta orar, ir a Misa, me llama la atención cómo viven los sacerdotes o los consagrados?, ¿cómo viviría siendo soltero (a)?
Acude a retiros vocacionales
Un excelente recurso es acudir a los retiros organizados por los seminarios y conventos, llamados «pre-seminarios» y «pre-vida consagrada», donde tendrás la oportunidad de conocer cómo viven los hombres y mujeres que se han dedicado a servir a Dios.
Reza a María Santísima
La compañera y guía infalible de todos los santos es María Santísima. Pídele a diario que te ayude a descubrir qué quiere Dios de ti, conságrate a Ella con plena confianza porque su consejo perfecto será siempre:
«Hagan lo que Él les diga» (Jn 2, 5).
Fuente Aleteia