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50 días para celebrar con alegría y júbilo la salvación

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La Pascua es la fiesta más importante para los católicos, ya que la Resurrección de Jesús significa que Cristo triunfó sobre la muerte y con esto abrió las puertas del Cielo. 

En la Misa dominical se recuerda esto de manera especial, se enciende el Cirio Pascual que representa la luz de Cristo resucitado y que permanecerá prendido hasta el día de la Ascensión, cuando Jesús sube al Cielo.

 El sacerdote Jhonatan Parra, dijo que este tiempo significa que el hijo de Dios venció la muerte y el pecado, representando la salvación y la vida eterna.

“Esto conlleva a que sea un tiempo de alegría, un tiempo de fiesta, sin olvidar el carácter de la conversión, pues debemos recordar que Dios ha muerto por nosotros, por nuestros pecado, nos ha salvado, pero al mismo tiempo, un tiempo de conversión en el cual el hombre tiene que seguir siendo consciente que la vida, pues, es un sacrificio, que la vida amerita cargar la cruz del Señor, que la vida amerita la conversión para alcanzar esa vida eterna que tanto anhelamos, que es estar en la presencia de Dios para siempre por medio de su Hijo Jesucristo”, dijo.

El tiempo pascual comprende 50 días que van desde el domingo de Resurrección hasta el domingo de Pentecostés, que significa el paso de Cristo de la muerte de la vida.

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Para Parra esta época se vuelve un camino de conversión que se ha pautado durante la cuaresma y Semana Santa, pues durante estos días, “se realiza un diagnóstico de nuestra vida, de cómo estamos, nos ha ayudado para ver que lo que tenemos que cambiar a la luz de Jesucristo, para parecernos cada día más a Él, y seguir en esta vida dando, en muestras, dando ejemplos de ser cristianos a través de nuestra vida, mostrando a Dios, a toda la humanidad, con nuestro propio orar”, expresó.

El Vía Lucis es el camino, donde se celebra como Dios venció la oscuridad, y ha iluminado al mundo que está en pecado, en tinieblas, a la luz de Jesucristo, entonces “ese Via Lucis es el caminar, ese peregrinar, en el cual nosotros recordamos, vivimos y celebramos el triunfo de la luz sobre la oscuridad, es decir, el triunfo de Jesucristo sobre la muerte y sobre el pecado”, apuntó.

Destacó el presbítero que este Vía Lucis se debe vivir en el tiempo ordinario y no en la Pascua, ya que es importante caminar tratando de seguir a Jesucristo,  con su comportamiento, de mostrar esa luz, para vivir una vida “coherente cristiana”.

“El tiempo de Pascua es tiempo de gracia, de salvación, de conversión, de alegría, y el tiempo del Via Lucis, es decir, ese caminar con Jesucristo hacia la resurrección, es ese tiempo de coherencia de lo que somos, ese tiempo de expresar con nuestra vida que la luz ha vencido la oscuridad y al mismo tiempo, con la secuela Christi, que es seguir a Jesucristo, mostrar a los demás esa luz de Cristo con nuestra vida”, acotó.

Octava

La Octava de Pascua consiste en la primera semana de este tiempo de la Cincuentena. Se considera como si fuera un solo día, es decir, el júbilo del Domingo de Pascua se prolonga ocho días seguidos.

En esta semana, la Iglesia en su liturgia utiliza textos del Libro de los Hechos de los Apóstoles, libro que describe los orígenes de la Iglesia y cómo los primeros seguidores de Jesús continuaron su misión.

Por otro lado, la secuencia pascual es obligatoria durante estos días. Asimismo, en el saludo final, el sacerdote da su despedida, a la que le agregará la palabra “aleluya”, palabra que hace referencia a un grito de júbilo del pueblo de Israel hacia Dios y que, a pesar de sus muchas traducciones, puede interpretarse como “gloria a Dios”.

Las lecturas evangélicas se centran en los relatos de las apariciones del Resucitado, la experiencia que los apóstoles tuvieron de Cristo Resucitado y que nos transmiten fielmente. A lo largo del Tiempo Pascual, la primera lectura, comúnmente tomada del Antiguo Testamento, se cambia por una de los Hechos de los Apóstoles.

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La práctica de la Octava religiosa se encuentra en el Antiguo Testamento con la fiesta de las Cabañas o los Tabernáculos (Levítico 23-26). Constantino la introdujo en la liturgia católica. Cada año, durante la Octava de Pascua, celebramos la misa con las oraciones del día de Pascua, y los mismos cantos.

La Octava de Pascua concluye el segundo domingo de Pascua, conocido como Domingo de la Divina Misericordia. Esto es así por la disposición que realizó el Papa San Juan Pablo II durante su pontificado, motivado por la canonización de la polaca Faustina Kowalska.

El decreto de su Santidad fue emitido el 23 de mayo del año 2000 por la Sagrada Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, detallándose en él que la celebración de la Divina Misericordia tendrá lugar siempre el segundo domingo de Pascua. La denominación oficial de este día litúrgico es “segundo domingo de Pascua o de la Divina Misericordia”.

En este tiempo, autoridades eclesiásticas instan a vivir este tiempo de pascua como un tiempo para reconocer el sacrifico salvífico del Señor en la Cruz, contemplándola, no como un signo de tortura, sino como un signo de redención, como el signo más grande del amor de Dios por la humanidad.

Maryerlin Villanueva

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