Figuras preclaras del Táchira brillan con singular esplendor y, modestia aparte, pero en este sentido es pionera nuestra Iglesia Local de San Cristóbal en sus sacerdotes, ministros y laicos.
Uno de los sacerdotes tachirenses que resalta por su testimonio de vida, por su celo pastoral y por su profundo sentido de caridad es Mons. Martín Martínez Monsalve, a quien la Iglesia reconoce como Siervo de Dios desde el 15 de noviembre de 2018. Este ilustre sacerdote nació un 4 de noviembre del año 1919 en la población de Santa Ana del Táchira. El pasado miércoles celebramos el aniversario 101 de su natalicio.
Su llamada a la vida sacerdotal es una historia particular, uno de sus biógrafos la define como “un verdadero milagro”, pues alude que aun siendo niño fue enviado a la casa parroquial de su pueblo a llevar un cántaro con leche y al llegar a la misma se encuentra con Mons. Tomás Antonio Sanmiguel, primer obispo de San Cristóbal y también Siervo de Dios, y allí se siente cautivado por la vocación a la vida sacerdotal, que luego él fue discerniendo y Dios fue confirmando. Curiosamente no es el único encuentro de Mons. Martínez con otro Siervo de Dios, pues durante su trabajo pastoral como párroco en Seboruco (1959-1964) fue cooperador de la obra social de la Sierva de Dios Medarda Piñero.
Su recuerdo permanece vivo, ciertamente en su familia, pero también en las diversas comunidades en la que supo ser imagen del Buen Pastor, entre ellas: San Simón, Pregonero, Seboruco, Colón, San Félix, Queniquea, Michelena, la Concordia. En estos lugares sembró la Palabra de Dios, con la predicación, como no, pero máxime con un intachable testimonio de vida cristiana. Desde el 2018 se aperturó su proceso de beatificación, pidamos pues al Señor que conceda esta gracia para nuestra Diócesis.
Mons. Martín Martínez, recordado por su bondad, por su fidelidad a la Iglesia, y su prontitud a lo social, sea impulso y testimonio de santidad para las nuevas generaciones.
Carlos Peña
@seminarista.carlos