El domingo 30 de mayo, el Papa Francisco rezó la oración mariana del Ángelus desde la plaza de San Pedro en el marco de la fiesta de la Santísima Trinidad, el misterio del único Dios en tres Personas: Padre e Hijo y Espíritu Santo.
Un misterio inmenso que supera nuestra mente
Asomado desde la ventana del Palacio Apostólico del Vaticano junto a los fieles que acudieron a la cita dominical, el Santo Padre explicó que estamos ante un misterio inmenso que no es fácil de entender.
En este sentido, Francisco hizo hincapié en que al ser puro amor «Dios, aunque es uno y único, no es soledad sino comunión entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo».
No prescindir de esta unidad invocada por Jesús
El Obispo de Roma también subrayó que la fiesta de hoy, «nos hace contemplar este maravilloso misterio de amor y luz del que procedemos y hacia el cual se orienta nuestro camino terrenal».
Por tanto, en el anuncio del Evangelio y en toda forma de misión cristiana -dijo el Pontífice- no se puede prescindir de esta unidad invocada por Jesús; la belleza del Evangelio requiere ser vivida y testimoniada en la concordia entre nosotros, que somos tan diferentes.
María sostenga nuestra fe y nos haga «adoradores de Dios»
«Y esta unidad -añadió el Santo Padre- es esencial para el cristiano: no es una actitud, una forma de decir… ¡No! Es esencial, porque la unidad nace del amor, de la misericordia de Dios, de la justificación de Jesucristo y de la presencia del Espíritu Santo en nuestros corazones».
«María Santísima, en su sencillez y humildad, refleja la Belleza de Dios Uno y Trino, porque recibió plenamente a Jesús en su vida. Que ella sostenga nuestra fe; que nos haga adoradores de Dios y servidores de nuestros hermanos», concluyó Francisco. (Vatican News)