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¿Cómo encarnar los principios de la Doctrina social de la Iglesia ?

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Pbro. Jhonny Alberto Zambrano Montoya

FE CREIDA, FE VIVIDA


En esta sintonía de reflexionar sobre la DSI y luego de escribir a lo largo de un año (marzo 2021-2022) desde un acercamiento al Magisterio Pontificio y Latinoamericano sobre la Cuestión Social, me dispongo a presentar una serie de siete (07) artículos sobre los PRINCIPIOS DE REFLEXIÓN (Dignidad de la Persona Humana, el Bien Común, la Solidaridad y la Subsidiariedad) Y VALORES DE LA DSI (Verdad, Justicia y Libertad), con el objetivo de llevar al lector a comprender como se pueden encarnar en la realidad social de la que formamos parte. En los siguientes artículos me detendré en reflexionar sobre cada uno.

PROTEGER LA VIDA

EN PRIMER LUGAR, podría decir que como católicos sentimos la necesidad de proteger la vida humana a toda costa. En algunos momentos se nos hace difícil argumentar a favor de ella en una sociedad tan relativa y subjetiva.

Formarnos a través del COMPENDIO DE LA DSI nos permite ARGUMENTAR en defensa de LA DIGNIDAD DE LA PERSONA (Principio base) por lo que nos regala una serie de reflexiones para que seamos nosotros quienes llevemos a cabo esa labor protectora de la persona en nuestra familia, escuela, lugar de trabajo, circulo social, entre otros espacios.

Debemos tener presente que somos imagen y semejanza de Dios, creados por Él. Somos únicos e irrepetibles abiertos a la transcendencia y desde esa búsqueda de relación con el Dios Uno y Trino, debemos tener criterios para no dejarnos ideologizar, dejándonos llevar por criterios individualistas o masificándonos despersonalizando nuestra existencia. La vida es un don de Dios, no podemos ver a padres queriendo asesinar a sus hijos (aborto), ni a hijos queriendo asesinar a sus padres (eutanasia).

La persona no es una cosa o elemento de producción, no es una maquina de hacer cosas y producir dinero, es un SER que participa como co-creador desde la diversidad de dones dados por Dios.

La persona humana desde sus facultades (memoria, entendimiento y voluntad) pueda ofrecer, en un mundo que tiene diversas necesidades y oportunidades, lo que le es propio como persona: generar vida y defenderla, ayudar a que la sociedad se desarrolle desde los criterios del Evangelio creando mejores oportunidades para el desarrollo integral en todos los ámbitos del hombre, luchar por la liberación del pecado social que nos aleja del fin para el cual fuimos creados: amar a Dios y a los hermanos buscando su bien, que a la vez será el mismo bien para todos, el bien común.

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EN SEGUNDO LUGAR, como verdaderos cristianos y ciudadanos debemos saber mirar a cada miembro de la sociedad como un hermano. De modo que promovamos la justicia social buscando crear espacios, tiempos y acciones donde todos tengamos las mismas oportunidades de participar para vivir dignamente en la sociedad, a esto le llamamos BIEN COMUN.

Cada vez que colaboramos en crear ambientes de diálogo y planificación para colocar en acción proyectos que ayuden a un colectivo, estamos haciendo que este Principio de la DSI se concretice.

Un ejemplo, son las juntas de condominio, los concejos comunales, la asociación de padres y representantes de las instituciones educativas, los trabajos de servicio comunitarios por parte de estudiantes, los consejos parroquiales y consejos económicos en los entes eclesiales, entre otros ejemplos que nos permiten ofrecer, desde nuestros dones y carismas un aporte para construir entre todos una mejor sociedad.

principios de la doctrina social de la iglesia

EN TERCER LUGAR, Dios sin duda ha puesto los bienes del mundo a disposición de todos sus hijos, nadie debería quedar privado de los recursos naturales que por la bondad del Padre hemos recibido. Por lo tanto, no es bueno abusar de ellos y debemos encontrar vías adecuadas para su administración.

La naturaleza es un regalo de Dios a todos sus hijos, la debemos DISFRUTAR, CUIDAR Y PROTEGER. Es un medio para mejorar nuestra salud física a través del deporte, al igual que nuestra mente a través de la recreación de forma individual o grupal (familia y amigos). Asimismo, el hacer buen uso del agua, la energía eléctrica, la tierra entre otros recursos, nos permiten dejar un mejor planeta a nuestras generaciones.

Sin embargo, no por ello la Iglesia está en contra de la propiedad privada, pues disfrutar de los bienes naturales del mundo requiere un esfuerzo que, mientras unos llevan a cabo con honestidad, dedicación y amor, otros simplemente prefieren esperar cómodamente que su vida se solucione como por arte de magia.

No podemos ser hijos de la dependencia, el asistencialismo y la indiferencia, debemos ser constructores y protectores de nuestros propios bienes y los comunes que con esfuerzo y trabajo personal y comunitario debemos lograr para obtener mejor calidad de vida. Estoy hablando del principio del DESTINO COMUN DE LOS BIENES.

EN CUARTO LUGAR, algunas veces se nos hace difícil colocarnos en el lugar de alguien cuando tiene algún problema. La práctica de LA SOLIDARIDAD es vital para que, dentro de nuestra comunidad, barrio, urbanización, sector, aldea, parroquia, entre otros espacios, sepamos ayudarnos mutuamente cuando existe algún problema social, económico, espiritual.

La solidaridad esta marcada por un GESTO Y PALABRA OPORTUNA que se ofrece sin esperar nada a cambio. Se realiza cuando se pone en practica una máxima de Jesús: tratar a los demás como nos gustaría ser tratados. A todos nos gusta ser escuchados, acompañados, animados, integrados, que se nos ofrezcan oportunidades para desarrollar dones y cualidades y poder ser participes del plan de Dios. Pues, así como nos gustaría tener estas oportunidades, vivir la solidaridad es tener la actitud de ofrecerla a nuestros hermanos.

EN QUINTO LUGAR, muchas veces podemos encontrar grandes sectores de población que merecen las mismas oportunidades que nosotros, pero quizá tienen alguna dificultad en cuestión de infraestructura urbana o falta de recursos de cualquier otra índole.

A veces nos es muy difícil solucionar esto por nosotros mismos, y EL PRINCIPIO DE SUBSIDIARIEDAD nos motiva a echar mano de organizaciones benéficas y principalmente del Estado, notificándoles para que den el debido subsidio a los grupos sociales que lo requieren. También podemos fomentar campañas para poner nuestro granito de arena en la solución.

Un ejemplo claro se ve, cuando nos ofrecen una beca para estudiar, un crédito para iniciar un emprendimiento o una ayuda para solventar un problema de salud, habitacional o laboral. La diferencia entre la solidaridad y la subsidiariedad, es que esta última esta marcada por el compromiso a desarrollar y aportar en el ámbito en que nos hemos formado y por el cual hemos recibido el subsidio, ofreciendo desde nuestro crecimiento académico, laboral y personal, la construcción de una mejor sociedad.

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EN SEXTO LUGAR, si el primer principio DE PARTICIPACIÓN SOCIAL nos dice que como seres humanos todos tenemos la misma dignidad, consecuentemente todos tenemos el mismo derecho a participar del desarrollo de la sociedad y ser tomados en cuenta.

Cada día encontramos personas que son discriminadas, maltratadas, no respetadas, y sufren distintos tipos de violencia. Con esas acciones muchas veces dejamos que algunas personas se sientan menos, y por lo tanto excluidas de la sociedad.

Todos podemos aprender de todos. Nadie es perfecto. Y personas inicialmente excluidas de sus grupos sociales nos han dado lecciones extraordinarias a lo largo de la historia, demostrando el gran valor de su participación social.

Todos están llamados desde lo que son y han desarrollado en distintos ámbitos del saber y lo oficios, a participar en la construcción de una mejor familia, empresa, academia, oficios, acciones políticas, gremios empresariales, grupos y asociaciones que engranadas busquen construir como grupos intermedios una mejor sociedad.

A MANERA DE CONCLUSIÓN, estos Principios brotan del ENCUENTRO DEL MENSAJE EVANGÉLICO CON LOS PROBLEMAS QUE SURGEN EN LA VIDA DE LA SOCIEDAD. Es muy valioso ver como la Iglesia ha dado respuestas a la cuestión social de cada momento, siguiendo la tradición de la fe, esforzándose en responder con coherencia a las exigencias de los tiempos. Por ello, conocer estos Principios son el fundamental parámetro para la interpretación de los fenómenos sociales, los cuales son inherentes a la dignidad de la persona humana, permitiendo hacer un camino que ayude a alcanzar la perfección personal y lograr una convivencia social más humana.

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