Pbro. Jhonny Zambrano
FE CREIDA, FE VIVIDA
Fratelli Tutti y Laudato Si son una dupla que nos acerca al Pensamiento Social del papa Francisco. Las dos Encíclicas las he venido desarrollando en anteriores artículos de Fe Creída, Fe Vivida.
En este artículo con el que finalizo un recorrido de reflexión del Magisterio Social de los Papas, permitiendo tener a la mano a través de Diario Católico un DOSSIER SOBRE LA DSI PARA LA FORMACIÓN sencilla de nuestros laicos en las parroquias de esta Iglesia Local, me dispongo a presentar algunas ideas centrales de esta Encíclica tan acorde para encontrar caminos a los problemas de la actualidad.
A través de la lectura de Fratelli Tutti he podido comprobar que gran cantidad de las citas a píe de página son del propio Papa Francisco, que tienen su origen en la visita a países como Abu Dabi, Hiroshima, La Habana, Sarajevo, Maputo, Nueva York, Estrasburgo, Río de Janeiro, Villavicencio, Jerusalén lo que hace pensar que este documento es una especie de SÍNTESIS DE SU MAGISTERIO, ya que recoge muchos hitos de su pontificado; y por otra parte, son citas de diversas Conferencias Episcopales asumiendo el Magisterio de los Obispos de los cinco Continentes.
Esta Carta que tiene como tema central la Fraternidad, posee dos signos, la figura de San Francisco abierto a la FRATERNIDAD UNIVERSAL y la Parábola del buen Samaritano que anima a prestar atención al hermano caído con un llamado al AMOR UNIVERSAL. Esta idea inicial, nos ubica en algunas ideas centrales que nacen de estos dos signos. Trataré de presentar siete que nos ayudan a buscar hacerla vida en nuestros entornos.
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EL PRINCIPIO DE LA DIGNIDAD HUMANA
Es “inaceptable que el lugar de nacimiento o de residencia ya de por sí determine menores posibilidades de vida digna y de desarrollo” (FT 121). El problema es que la búsqueda del “rédito rápido” (FT 17) no favorece el cuidado de los débiles, no interesan ni la tierra ni los pobres y “partes de la humanidad parecen sacrificables en beneficio de una selección que favorece a un sector humano digno de vivir sin límites” (FT 18), de manera que “los derechos humanos no son iguales para todos” (FT 22). Aunque “el golpe duro e inesperado de esta pandemia fuera de control obligó por la fuerza a volver a pensar en los seres humanos, en todos, más que en el beneficio de algunos” (FT 33).
Un verdadero HUMANISMO INTEGRAL está marcado por un amor universal que da valor inalienable e inviolable a toda persona humana dando el lugar adecuado a su dignidad que nadie puede ignorar o herir. Francisco en este aspecto, resalta que alguien por ser poco eficiente o haya crecido con limitaciones “no menoscaba su inmensa dignidad como persona humana, que no se fundamenta en las circunstancias sino en el valor de su ser. Cuando este principio elemental no queda a salvo, no hay futuro ni para la fraternidad ni para la sobrevivencia de la humanidad” (FT 107). Por tanto, la dignidad de cada ser humano es un eje trasversal de toda la Encíclica.
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EL PRINCIPIO DEL DESTINO COMÚN DE LOS BIENES
En continuidad con el principio de la dignidad humana, aparece la cuestión de una adecuada comprensión de que “junto al derecho de propiedad privada, está el más importante y anterior principio de la subordinación de toda propiedad privada al destino universal de los bienes de la tierra y, por tanto, el derecho de todos a su uso” (FT 123). En este sentido, “el mundo existe para todos, porque todos los seres humanos nacemos en esta tierra con la misma dignidad” (FT 118).
La Encíclica recuerda una enseñanza consolidada en la Iglesia a través del Magisterio Social de san Juan Pablo II en Centesimus Annus: “Dios ha dado la tierra a todo el género humano para que ella sustente a todos sus habitantes, sin excluir a nadie ni privilegiar a ninguno” (CA 31). Y remarca que a ESTE PRINCIPIO DEL USO COMÚN DE LOS BIENES SE SOMETEN “TODOS LOS DEMÁS DERECHOS sobre los bienes necesarios para la realización integral de las personas, incluidos el de la propiedad privada y cualquier otro” (FT 120).
Por tanto, esta convicción de la dimensión universal del amor y la dignidad humana va más allá del lugar de nacimiento, al respecto afirma: “cada país es asimismo del extranjero” (FT 124) porque las diferencias de raza, fe, origen y tantas otras no pueden anteponerse a su dignidad inviolable que exige que tenga las mínimas condiciones para vivir de acuerdo con esa dignidad y progresar.
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EL TRABAJO: PROMOCIÓN HUMANA
La convicción de la dignidad humana exige asegurar a que todo hombre y mujer tenga las condiciones mínimas para vivir con dignidad. Francisco no propone que las personas vivan de SUBSIDIOS, aún cuando es una ayuda y deber del Estado y la Empresa, la propuesta es ofrecer condiciones laborales que permitan el desarrollo de cada persona y familia.
“Lo verdaderamente POPULAR –porque promueve el bien del pueblo– es asegurar a todos la posibilidad de hacer brotar las semillas que Dios ha puesto en cada uno, sus capacidades, su iniciativa, sus fuerzas. Esa es la mejor ayuda para un pobre, el mejor camino hacia una existencia digna” (FT 162). En esta línea reclama creatividad política y empresarial para “acrecentar los puestos de trabajo en lugar de reducirlos” (FT 168) y alienta a “la creación de fuentes de trabajo diversificadas” (FT 123).
Es necesario tener claro que no existe peor pobreza que aquella que prive de la dignidad del trabajo, “ayudar a los pobres con dinero debe ser siempre una SOLUCIÓN PROVISORIA para resolver urgencias. El gran objetivo debería ser siempre permitirles una vida digna a través del trabajo” (FT 162, Cfr. LS 128). Una tarea urgente de la sociedad y de la política es promover a cada persona para que haga fecundo su esfuerzo.
El trabajo es un dimensión necesaria e irrenunciable a la vida social, no solo permite ganarse el pan, sino que da la oportunidad de un desarrollo a la persona, por medio de las relaciones, permitiéndole expresar su personalidad, compartir los dones recibidos siendo corresponsable del desarrollo de cada pueblo y el mundo.
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El AMOR FRATERNO DESDE UNA DIMENSIÓN UNIVERSAL
La actual pandemia del Coronavirus permitió reconocer la importancia de la llamada a amar desde la fraternidad, es decir, la capacidad de OFRECER LO QUE SOY Y TENGO POR EL BIEN DEL HERMANO. La Encíclica lo presenta en una verdad fundamental: “Nadie puede experimentar el valor de vivir sin rostros concretos a quienes amar. Aquí hay un secreto de la verdadera existencia humana” (FT 87). Este amor fraterno universal debe tener la característica de apertura a la amistad social en la sociedad.
El Papa reflexiona que el amor se puede ir dilatando ocasionando una tensión hacia la comunión universal, nadie alcanza la madurez en la capacidad de amar por medio del aislamiento, por el contrario, la dinámica misma del amor reclama la apertura en la capacidad de acoger a otros, buscando que la periferia pueda integrarse con el centro de la humanidad.
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La tentación es a quedarse en “una INDIFERENCIA CÓMODA, FRÍA Y GLOBALIZADA, hija de una profunda desilusión que se esconde detrás del engaño de una ilusión: creer que podemos ser todopoderosos y olvidar que estamos todos en la misma barca” (FT 30). Hay que superar el “cisma entre el individuo y la comunidad humana” (FT 31).
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RELACIÓN ENTRE LO LOCAL Y UNIVERSAL
Local y Universal son dos categorías que Francisco permite profundizar clarificando que una no se opone o debilita a la otra. El amor que se tiene por esa PERTENENCIA AL ORIGEN (Local), “no se trata del falso universalismo de quien necesita viajar constantemente porque no soporta ni ama a su propio pueblo. Quien mira a su pueblo con desprecio, establece en su propia sociedad categorías de primera o de segunda clase, de personas con más o menos dignidad y derechos. De esta manera niega que haya lugar para todos” (FT 99). Invita a no dejarse cortar las raíces con “una autoestima nacional muy baja” (FT 51), ya que “un país que progresa desde su original sustrato cultural es un tesoro para toda la humanidad” (FT 137).
El amor por lo Local es sano y fecundo si es abierto a nuevos mestizajes, por esto indica que “los inmigrantes, si se les ayuda a integrarse, son una bendición, una riqueza y un nuevo don que invita a una sociedad a crecer” (FT 135). Es ingenuo pretender que un país se salve solo, la Pandemia nos enseño que nadie se salva solo “necesitamos desarrollar esta consciencia de que hoy o nos salvamos todos o no se salva nadie. La pobreza, la decadencia, los sufrimientos de un lugar de la tierra son un silencioso caldo de cultivo de problemas que finalmente afectarán a todo el planeta” (FT 137).
Por otra parte, sostiene que “un UNIVERSALISMO autoritario y abstracto, digitado o planificado por algunos y presentado como un supuesto sueño en orden a homogeneizar, dominar y expoliar” termina “quitando al mundo su variado colorido, su belleza y en definitiva su humanidad” (FT 100).
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ARQUITECTOS Y ARTESANOS
EL ENCUENTRO es un principio vital presentado por Francisco. En esta Encíclica adquiere un nuevo y profundo desarrollo. La sociedad actual tiene algunos riesgos a evitarlo, aumenta la comunicación virtual que hace creer que una pantalla basta para estar integrados, la necesidad de consumir sin límites junto con la acentuación de muchas formas de INDIVIDUALISMO sin contenidos, las grandes palabras (unidad, fraternidad, libertad, democracia) que se vacían de sentido o se MANIPULAN a partir de nuevas formas de colonización cultural, una cultura mediática y virtual que tiende a exasperar, exacerbar y polarizar.
Hoy “por diversos caminos se niega a otros el derecho a existir y a opinar, y para ello se acude a la estrategia de ridiculizarlos, sospechar de ellos, cercarlos” (FT 15), cuando no se cae en “los movimientos digitales de odio y destrucción” (FT 43), donde además todo “puede ser espiado, vigilado, y la vida se expone a un control constante”. Así “el respeto al otro se hace pedazos” (FT 42) y la cultura del encuentro se vuelve una mera utopía.
La “destrucción de todo fundamento de la vida social termina enfrentándonos unos con otros para preservar los propios intereses” (FT 113). Francisco dedica un Capítulo a buscar el ENCUENTRO CON LA CONVERSACIÓN SOCIAL, LOS CONSENSOS, LA AMABILIDAD, LA GENTILEZA, EL ORDEN A CONSTRUIR LA AMISTAD SOCIAL y otro Capítulo al Reencuentro siendo ARQUITECTOS Y ARTESANOS DEL PERDÓN, LA CURACIÓN DE LAS HERIDAS, LA MEMORIA SOCIAL Y EL RECHAZO rotundo a cualquier forma de guerra, invitando a las religiones a ser protagonistas de este proceso.
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UNA POLITICA SANA
La búsqueda de un mundo nuevo que logre el desarrollo de la persona y los pueblos requiere de una política adecuada. Ante esto es necesario hacer frente a las tendencias ideológicas y mediáticas que proponer alternativas políticas que colocan en peligro la libertad de la persona y de la empresa reduciéndola a los intereses de unos pocos. En otras palabras, es una política sometida a la economía, cuando la economía debe estar al servicio de una sana política.
En este sentido Francisco explica que: “algunos nacen en familias de buena posición económica, reciben buena educación, crecen bien alimentados, o poseen naturalmente capacidades destacadas. Ellos seguramente no necesitarán un Estado activo y sólo reclamarán libertad. Pero evidentemente no cabe la misma regla para una persona con discapacidad, para alguien que nació en un hogar extremadamente pobre, para alguien que creció con una educación de baja calidad y con escasas posibilidades de curar adecuadamente sus enfermedades” (FT 109).
La crisis sanitaria y económica provocada por la pandemia a colocado en evidencia esta realidad, pero “si la sociedad se rige primariamente por los criterios de la libertad de mercado y de la eficiencia, no hay lugar para ellos, y la fraternidad será una expresión romántica más” (FT 109).
Francisco invita a rehabilitar una sana política, ERRADICANDO EL NEOLIBERALISMO O EL POPULISMO DESVIADO (Cfr. FT 168), esto se logrará con una política que lidere los grandes cambios que el mundo necesita, y para ello es necesario un humanismo integral nacido del Evangelio ya propuesto por san Pablo VI y asumido por Francisco. “Todo esto podría estar colgado de alfileres, si perdemos la capacidad de advertir la necesidad de un cambio en los corazones humanos, en los hábitos y en los estilos de vida” (FT 166).
A los políticos se les recuerda que “LA TAREA EDUCATIVA, EL DESARROLLO DE HÁBITOS SOLIDARIOS, LA CAPACIDAD DE PENSAR LA VIDA HUMANA más integralmente, LA HONDURA ESPIRITUAL, hacen falta para dar calidad a LAS RELACIONES HUMANAS, de tal modo que sea la misma sociedad la que reaccione ante sus inequidades, sus desviaciones, los abusos de los poderes económicos, tecnológicos, políticos o mediáticos” (FT 167).
Finalmente, quisiera indicar que, a la Iglesia le corresponde favorecer una ADECUADA Y ENTUSIASTA RECEPCIÓN DE ESTA ENCÍCLICA, que ayude a su vez a contrarrestar las manipulaciones, saboteos y falta de recta intención bajo intereses económicos e ideológicos de algunos sectores. Soñemos y caminemos como hermanos en búsqueda del bien común y la rehabilitación de la dignidad de la persona humana.
