Benedetta Capelli – Ciudad del Vaticano
Las primeras palabras de Francisco son para las víctimas porque «el abuso, en todas sus formas», afirma, «es inaceptable». Al recibir en audiencia a la Comisión Pontificia para la Protección de Menores, el Papa mira a su futuro que la ve incorporada al Dicasterio para la Doctrina de la Fe, pero manteniendo «libertad de pensamiento y de acción». En su discurso, son diversas las indicaciones de trabajo que sugiere, «necesidades más inmediatas que la Comisión puede ayudar a abordar, especialmente para el bienestar y la pastoral de las personas que han sufrido abusos».
Por esto los exhorto a ayudar a las Conferencias Episcopales a crear centros especiales donde las personas que han sufrido abusos y sus familiares puedan encontrar acogida y escucha y ser acompañadas en un camino de curación y de justicia, como indica el Motu Proprio Vos estis lux mundi (cf. Art. 2). Este compromiso será también una expresión de la naturaleza sinodal de la Iglesia, de comunión, de subsidiariedad.
Lee también: ¿Por qué nos persignamos? «Una Forma de saludo a Dios»
Un camino largo y difícil
Tras agradecer a la Comisión, a la que recibió al término de la asamblea plenaria, el Papa subraya que «los menores y las personas vulnerables están hoy más seguros en la Iglesia», gracias al trabajo que se ha realizado y que debe continuarse con esmero para que la misma Iglesia «resulte plenamente fiable» en la promoción de los derechos de los niños en todo el mundo.
«El camino hacia la curación -continúa el Papa- es largo y difícil, requiere una esperanza bien fundada, la esperanza en Aquel que fue a la cruz y más allá de la cruz. Atravesar los sufrimientos, dejarlos transformar por el amor de Cristo: es el camino a seguir para todos los miembros de la Iglesia que deben asumir la responsabilidad en la prevención de los abusos y trabajar por su curación.
Las personas abusadas se sienten, a veces, como si estuvieran atrapadas en medio entre la vida y la muerte. Esto es importante: se siente así, atrapadas entre la vida y la muerte. Son realidades que no podemos remover, por muy dolorosas que sean. El testimonio de los sobrevivientes representa una herida abierta en el cuerpo de Cristo que es la Iglesia. Los exhorto a trabajar diligentemente y valientemente para dar a conocer estas heridas, a buscar a quienes las padecen y a reconocer en estas personas el testimonio de nuestro Salvador sufriente.
Dentro del Dicasterio para la Doctrina de la Fe
Recordando la Constitución Apostólica Praedicate Evangelium, Francisco habla del paso de la Comisión al Dicasterio para la Doctrina de la Fe. «La Comisión para la Protección de Menores está establecida en el Dicasterio que se ocupa de los abusos sexuales cometidos por miembros del clero. Al mismo tiempo, he distinguido a su dirección y a su personal, y seguirán relacionándose directamente conmigo a través de su Presidente Delegado». «Está ahí» – continúa – «porque no se podía tener un ‘comisión satélite’ dando vueltas sin estar vinculada al organigrama. Está ahí, pero con un presidente propio nombrado por el Papa».
Tal vez alguien pueda pensar que este colocación podría poner en peligro su libertad de pensamiento y de acción, o quizás restarle importancia a los asuntos de los que se ocupan. Esa no es mi intención y no es mi expectativa. Y los invito a estar atentos para que esto no ocurra.
Por ello, Francisco los insta a proponer «los métodos mejores para que la Iglesia proteja a los menores y a las personas vulnerables y ayude a los sobrevivientes a curarse, teniendo en cuenta que la justicia y la prevención son complementarias».
Los «buenos frutos»
Un nuevo comienzo, pues, para que «la protección y el cuidado de las personas que han sufrido abusos se convierta en norma en todos los ámbitos de la vida de la Iglesia». La colaboración con otros dicasterios es el camino del enriquecimiento, es dar «aplicación concreta al deber de la Iglesia de proteger» a las personas en su dignidad y vulnerabilidad.
Las semillas que han sido sembradas están empezando a dar buenos frutos. La incidencia de los abusos a menores por parte del clero ha evidenciado una disminución por diversos años en aquellas partes del mundo donde se dispone de datos y recursos fiables.
Francisco pide un informe anual sobre las iniciativas de la Iglesia para la protección de los menores y de los adultos vulnerables; un informe «fiable» y transparente para hacer un balance del camino emprendido y de las cosas que hay que cambiar. «Espero», subraya, «que proporcione una información clara sobre nuestros progresos en este empeño. Si no hubiera progresos, los fieles seguirían perdiendo confianza en sus pastores, haciendo cada vez más difícil el anuncio y el testimonio del Evangelio»