Todos los templos católicos cuentan con un Sagrario, y al lado siempre hay una lucecita roja ella indica que dentro del sagrario se encuentra la hostia consagrada, es decir, en las que Cristo está presente verdadera, real y sustancialmente.
El significado de esta vela, radica en que Cristo es la luz de nuestra vida. Él ilumina el camino hacia el Padre. Y nos aleja de las tinieblas del infierno. También es un recordatorio de los primeros cristianos, ya que ellos celebraban Misa y liturgias en las catacumbas. De ahí proviene la necesidad práctica de las velas.
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Un sagrario sin una vela o luz encendida al lado, es solo un lugar vacío; ya que Jesús no esta ahí. Cuando está, se convierte en un lugar para la adoración y oración. Es por esto que es importante esta vela, porque es el signo que indica que Dios está presente al frente nuestro.
Se puede saber si Jesús Sacramentado está en el Sagrario, mediante uno de los objetos litúrgicos más llamativos: la “Lámpara del Sagrario”, misma que es encendida sólo cuando se encuentran ahí las formas consagradas.
Esta lamparita de luz roja, incluso si alumbra débilmente o de manera titilante, nos recuerda una importante enseñanza de Cristo en el evangelio de san Juan: “Yo soy la Luz del mundo. El que me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá luz de vida” (Juan 8, 12). A la vez que es un recordatorio de que Jesús está ahí, y un estímulo para acercarnos a Él.
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Diario Católico