La movilidad misionera como Iglesia en salida en un tiempo y espacio de la ciudad para compartir la vida en Cristo como discípulos misioneros, requiere fomentar la pastoral de la acogida de quienes llegan a la ciudad y a los que viven en ella, pasando de un estar y esperar a un buscar y llegar a aquellos que se encuentran alejados con nuevas estrategias como crear CEB en edificios, urbanizaciones y sectores, uso de los medios de comunicación y redes sociales y en su posibilidad un trato cotidiano con cada persona que se acerque a la parroquia.
La pastoral urbana es bueno aclarar que no es una pastoral especializada, sino un nuevo estilo de hacer pastoral, podríamos decir que posee una línea transversal. El ambiente sociocultural de la ciudad son laboratorios de una cultura compleja y plural, lugar propio de nuevas culturas que han ido imponiendo su lenguaje y simbología, que luego se ve reflejada en el mundo rural también.
La acción pastoral y eclesial debe asumir igualmente desde su identidad cristiana lenguajes y símbolos propios de nuestra religiosidad popular, sin olvidar que las transformación del mundo urbano es también social, económica, política y cultural que impactan todas las dimensiones de la vida, aquí la Doctrina Social de la Iglesia es un gran instrumento formativo de la conciencia humana para proceder en estos ámbitos desde la lectura del Evangelio encarnado en ellas.
Aparecida nº 58 nos habla de una cultura urbana que es híbrida, dinámica y cambiante ya que une diferentes formas y estilos de vida y valores de convivencia. La cultura suburbana es fruto de grandes migraciones de población, en su mayoría pobre, que se van estableciendo en los cinturones de la ciudad, que lamentablemente están invadidos de miseria. Aquí, en este contexto los problemas de identidad y pertenencia, relación, espacio vital y hogar son muy complejos.
En las ciudades existen y se desarrollan imaginarios sociales en un mismo espacio y constante intercambio, desde una cultura llena de dinamismo y movimiento que produce interacción entre ellos y con las diferentes culturas que se hacen presente, dando como origen el desarrollo del fenómeno de la multiculturalidad.
Esta multiculturalidad hace que convivan elites económicas, sociales y políticas, la clase media en su varios niveles y la gran cantidad de hermanos pobres, a ellos los acompañan varios binomios que los desafían diariamente: tradición-modernidad, globalidad-particularidad, inclusión-exclusión, personalización-despersonalización, homogeneidad-pluralidad, cultura urbana-pluriculturalidad (Cfr. A 512).
Estos binomios son desafíos urgentes que hay que repensar desde una acción pastoral que pueda acompañar a estas realidades contrastadas. Aquí la clave pastoral, está en aquella recomendación de san Pablo VI en Evangelii Nuntiandi, el diálogo entre fe y cultura, y en el caso de la pastoral urbana de la fe con la diversidad cultural.
Para terminar, quiero recordar que la Iglesia en sus inicios se formó en las grandes ciudades y se valió de eso para extenderse, esto nos debe motivar a vivir con alegría y valentía creativa la evangelización como discípulos misioneros, para ello ayuda pensar en la creación de nuevas parroquias, sectorización y establecimiento de las CEB, nuevos ministerios y oficios, nuevos agentes de pastoral en medio de las comunidades, entre otros. Esto ayudará a dar respuesta ante las nuevas dimensiones que requieren con audacia desarrollar nuevas estrategias pastorales de evangelización, esto a través de “un fino y laborioso discernimiento” (Puebla 425).
Pbro. Jhonny Zambrano