Cuando pensamos en el futuro y presente de la Iglesia, hay más pensamientos pesimistas que esperanzadores, ya que con expresiones como: «¡los jóvenes no vienen a la Iglesia!, ¡se va acabar!, ¡le queda poco!, ¡no hay vocaciones!,» entre otros, simplemente están alimentando la falta de fe y confianza en Cristo, que es propio de los cristianos católicos. Particularmente pienso en la Iglesia primitiva, que fue perseguida por muchos siglos, teniendo como resultado a miles de creyentes, devorados por los leones, quemados, crucificados, en definitiva asesinados y demás.
Sin embargo, no se acabó la Iglesia, y nos llegó hasta nuestros días. Todo porque Dios es capaz de sacar algo bueno, de algo malo; es decir, de esos derramamientos de sangre, Dios se valió para sembrar semillas para nuevos y numerosos cristianos católicos, más firmes en su fe, y más caritativos. Le sugiero al lector, que no olvide las palabras anteriores y continúe leyendo.
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Ahora bien, las estadísticas actuales nos presentan que los porcentajes de creyentes han bajado en comparación con décadas anteriores; La primera reacción de los que estamos dentro de la Iglesia, es decir que los jóvenes no creen en Dios, o incluso que no creen en nada. Pero, la realidad es muy distinta a la Teoría. El ser humano es creyente por naturaleza: «cree en sus sueños, en sí mismo, etc.», en ese orden de ideas, cuando un jóven no quiere participar en la Iglesia, porque dice que no cree, posiblemente, sea un problema de falta de testimonio; como hemos mencionado en un artículo anterior denominado «Cristiano Católico, defiente tú fe», el principal problema podría estar en que los hermanos no ven a Cristo en nosotros, y sino lo ven en nosotros que estamos llamados a «ser como Él» (Gá 2, 29), probablemente, no lo verán en ningún otro lado; mucho menos, querrán ir a la Iglesia.
Con respecto a esta primera parte, tenemos que preguntarnos, por qué la Iglesia no se ha terminado, después de la constante persecución, y a pesar del mal testimonio de muchos… La respuesta está en el evangelio de san Mateo:
El mismo Jesús afirmó que la Iglesia iba a estar edificada sobre Pedro, una base sólida, tan sólida y firme, que aunque hayan adversidades, crisis de fe, ausencia de testimonio, persecución, y violencia contra ella, de ninguna manera la Iglesia, caerá.
La promesa de Cristo se sigue cumpliendo, y es que la XXXVIII Jornada Mundial de la Juventud llevada a cabo en Lisboa, Portugal, del 2 al 6 de agosto del 2023, fue sinónimo de eso, ya que, reunió a más de 1.500.000 jóvenes de todo el mundo en torno a Pedro, es decir al Papa Francisco. Entre lo más curioso, es que muchos de los que fueron, no eran católicos, ni se consideraban creyentes, pero en el fondo, tenían una sed que el mundo no pudo saciarles, ni siquiera con los placeres que ofrece.
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En este orden de ideas, surge otra pregunta, ¿cómo entender este fenómeno juvenil: no se consideran creyentes pero van a la Jornada Mundial de la Juventud a escuchar a un señor que no los representa, como sí lo hace para nosotros los católicos? La sed de eso que no ven los ojos, pero que les atrae. Esa SED es lo que les arrastra a lo desconocido. ¿Cómo entender esto? Pensar que los jóvenes no creen en Dios, es desconocer lo que dijimos anteriormente: «todos creemos por naturaleza», y en este sentido, no es que los jóvenes no crean, ocurre que creen en todo; es decir, buscan el sentido de su vida en todo, y si la Iglesia no les ofrece ese sentido de la vida, lo van a buscar en otro lado (yoga, vicios, placer, etc). Ese creer en todo, se llama Sincretismo Religioso y se puede entender en la típica imagen de Jesús sentado como Buda.
Los jóvenes que nos acercamos a la Jornada Mundial de la Juventud escuchamos en varias ocasiones al Papa Francisco, hablándonos directamente al corazón, pero, principalmente, en la misa de envío, nos dijo lo siguiente:
El Papa reconoce la fuerza que tiene la juventud, y nos hace el llamado a no dejarnos vencer por las adversidades del mundo, y a que luchemos por los sueños, y sobre todo, que hallemos el sentido de nuestra vida en Cristo, para que seamos felices.
Por último, en esta experiencia de Jornada Mundial de la Juventud, me encontré con un grupo de jóvenes chilenos, que buscan que otros se encuentren con Cristo por medio de la música; cuando comparten sus canciones con otros, no se hacen adelante para que los vean a ellos, sino que se hacen atrás, para que los que asisten a sus espacios de música, se puedan encontrar con Jesús. ¡Así de grande son los jóvenes! Los puedes encontrar y seguir como Misión País Música, en las principales plataformas, y seguir apoyando este proceso de evangelización, porque recuerda: ¡Joven, llama joven!
Maicol Adrian Castro