En la sociedad actual, en todos y cada uno de los espacios en los cuales nos desenvolvemos, es necesario darnos cuenta que en todo y para todo, la ayuda de Dios es lo que nos guía y nos da la posibilidad de sentirnos hijos suyos, verdaderos cristianos. El principio de libertad es lo que, entre otras cosas, nos permite buscar y encontrar la vida en Dios, la presencia de Cristo, la participación en la Iglesia como miembros suyos que somos. En este domingo se nos proponen mensajes claros y precisos: debemos acudir a Dios, dejarnos ayudar por Él, confiar en su amor, predicar el Evangelio y algo tan importante: buscarlo sin cesar.
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“Ay de mí si no anunciara el evangelio” (1Cor 9,16)
El camino de la paz, de la justicia y del amor se logra a través del anuncio del Evangelio. La situación actual necesita ser encuadrada en el marco de la fe y de la comprensión. Quien se considere cristiano debe tomar en sus manos y disponer su corazón para la acción misericordiosa de Dios. A pesar de las amarguras, de los problemas, de las vicisitudes, de los lamentos, Dios es la vía a seguir y el motivo para seguir adelante y más aún en la crisis en la que nos encontramos a nivel mundial.
La palabra de Jesús sana, libera, purifica y estimula para caminar junto a Él como testigos de lo que, con su ejemplo, nos enseña y nos da. La acción de Jesús es fuente de vida, es quien nos toma de la mano como a la suegra de Pedro y hace de nosotros hombres y mujeres nuevos, decididos a servirle y fieles a lo que su palabra nos propone.
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La presencia de Jesús sobrepasa la actitud egoísta de quienes olvidan que a su alrededor existen necesidades, personas que tienen vacíos sociales y espirituales, familias que buscan soluciones a los problemas presentes, pobres y excluidos que aún esperan respuesta de quienes pueden dar una mano sin condiciones ni pretensiones.
La evangelización forma parte de todo esto y en este camino en el cual todos nosotros, como discípulos de Jesús que somos, estamos llamados a seguir sin desfallecer, buscándolo siempre y en todo momento ya que, con su amor y su presencia en medio de nosotros, nos da la fortaleza que necesitamos ante las situaciones que se nos presentan cotidianamente. En este instante, el Señor nos toma de la mano, nos levanta y cura nuestras almas y nos hace sentir la esperanza que es parte fundamental en la vida del cristiano para poder seguir adelante en su nombre.
María Santísima mantiene viva la esperanza del cristiano
Nuestra madre del cielo proporciona a cada uno de sus hijos el modo para caminar en pro de la paz y de la justicia. Seamos seguidores de la verdad y de la paz. No nos dejemos intimidar por los problemas que puedan dividir la sociedad, sino que aferrados al amor maternal de María Santísima, podamos extender un reino de tranquilidad en medio de las vicisitudes que se puedan presentar. De la mano con María, tenemos la garantía y la seguridad para confiar en Dios y más en este momento en el que tanto necesitamos de Él. Así sea.
Pbro. José Lucio León Duque