La memoria litúrgica de San Dimas coincide con la de la Anunciación del Señor. Es considerado “el «el primer santo» de la historia de la Iglesia, pues fue crucificado en el Gólgota al lado de Jesucristo, a quien reconoció como Hijo de Dios.
Dimas, a diferencia del otro ladrón crucificado, imploró a Jesús: «Acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino», a lo que el Señor contestó: «Hoy estarás conmigo en el Paraíso» (Lc 23, 39-43). En la Sagrada Escritura el también conocido como “el buen ladrón”, sólo es mencionado en el evangelio de San Lucas.
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El texto apócrifo denominado Evangelio de Nicodemo aporta algunos detalles, por ejemplo, el nombre de Dimas. Además, se señala que fue colocado a la derecha de Cristo, mientras que a su izquierda estaba Gestas, el “mal ladrón”, crucificado también.
En el Protoevangelio de Santiago, aparece un testimonio de José de Arimatea sobre el buen ladrón, que señala que Dimas “atracaba a los ricos, pero a los pobres les favorecía. Aun siendo ladrón, se parecía a Tobías, pues solía dar sepultura a los muertos”. Añade que se dedicaba a saquear a la turba de los judíos; robó los libros de la ley en Jerusalén, y substrajo el depósito secreto colocado por Salomón.
El portal de noticias Aciprensa, señala que San Dimas, “reconoció, en un acto de fe verdadera, al Hijo de Dios. Haberlo hecho lo condujo en seguida a admitir con humildad su pecado, y pedir misericordia. Sus palabras a Jesús, indican que confió en la promesa de Cristo: “Acuérdate de mi cuando estés en tu Reino”, a lo que Jesús le respondió “En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lc 23, 43).
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“Dimas nunca fue “canonizado” de manera formal por la Iglesia. Se le cuenta entre los santos porque ha sido la única persona a quien Jesucristo aseguró explícitamente que estaría en el cielo, compartiendo su gloria”.
San Dimas es el patrono de los prisioneros, de los condenados a muerte, de los directores de funerarias y de los ladrones arrepentidos.