Nació en Calcedonia, hacia el año 466. Desde muy niño demostró su devoción la cual mantuvo hasta que fue un joven llenó de convicción, su fe lo llevó en peregrinación desde Constantinopla a Roma, donde fue recibido por el Papa San Félix III quien le apoyó en su idea de vivir como un ermitaño en un lugar donde no fuera molestado.
“En su soledad tuvo una visión angélica o una inspiración celestial, que le indicó que debía evangelizar Sicilia; se entrevistó con el Papa del que obtuvo la autorización para partir hacia la isla, con sus compañeros San Felipe, Onofrio y Arquileon, para liberar aquel pueblo de los demonios y de la adoración de los dioses paganos”.
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Sus compañeros continuaron su viaje mientras que el santo permaneció en Lipari, donde los habitantes precisaron su presencia, allí en esas islas se mantuvo durante varios años predicando y educando a través del evangelio a todas las comunidades acerca de cómo podría mejorar su salud con el uso adecuado de las aguas termales y las estufas de vapor.
En su estadía una nueva visión lo hizo salir de las islas, el mensaje fue claro, la muerte del rey Teodorico, viajó a Sicilia donde hizo que muchos de sus habitantes se convirtieran además de curar a los poseídos. Siempre vivió en un monte aislado donde su vida fue llenándose de leyendas donde la devoción por Dios era el centro de todo.
“En sus últimos días, con más de noventa años, no lograba alimentarse, por esto Dios le mandó una cierva, que con su delicada leche lo alimentaba; un día un cazador de nombre Siero, persiguió al animal, tomó el arco e hirió con una flecha a la cierva, la cual logró arrastrarse hasta el interior de la gruta de Calogero, muriendo entre sus brazos”.

Esta situación hizo que el cazador, al recordar al Santo, pidiera perdón y se volviera uno de sus seguidores, sin embargo, “40 días después de la muerte de la cierva, encontró el viejo ermitaño muerto, todavía de rodillas delante del altar; según la tradición había muerto en la gruta entre el 17 y el 18 de junio del año 561 y había vivido en aquel lugar durante 35 años”.
Carlos A. Ramírez B.