Con la designación de León XIV como Sucesor de san Pedro y Pastor de la Iglesia Católica, se marca otra etapa en la producción del Magisterio de la Doctrina Social de la Iglesia.
Experiencia personal
La llegada del Cardenal Robert Francis Prevost al pontificado nos obliga en primer lugar a pensar que es un gringo peruanizado, nacido en los Estados Unidos, con ancestros de distintas razas en el sentido norteamericano de las “diversidades raciales”, con el dato que uno de sus abuelos maternos era haitiano.
Prevost (1955) es de los últimos baby-boomers (1946-64), vivió los movimientos contraculturales surgidos del 68 francés y las protestas juveniles contra la Guerra de Vietnam, que obligó a los Estados Unidos a eliminar el servicio militar obligatorio.
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León XIV tenía 20 años cuando en el contexto de la Guerra Fría el ejército norteamericano sufrió su primera derrota histórica, la toma de Saigón por los militantes del Frente Nacional de Liberación de Vietnam, los comunistas del Viet- cong. Dos años después el futuro papa ingresó al noviciado de los Agustinos.
Actualización y desafíos
Es importante reflexionar sobre la elección de su nuevo nombre: León XIV. Al explicar el por qué lo eligió presentó una definición programática contundente: “El Papa León XIII, con la histórica Encíclica Rerum Novarum, afrontó la cuestión social en el contexto de la primera gran revolución industrial y hoy la Iglesia ofrece a todos, su patrimonio de Doctrina Social para responder a otra revolución industrial y a los desarrollos de la inteligencia artificial, que comportan nuevos desafíos en la defensa de la dignidad humana, de la justicia y el trabajo.”
En este sentido, el programa es elocuente, como ciudadano de dos mundos. Está interesado en actualizar la Doctrina Social en la Iglesia Católica, para dar respuesta a los grandes desafíos.
Nuevas propuestas
Se puede decir, que uno de los desafíos es la secularización del Primer Mundo, secularización que no necesariamente significa increencia, sino que se trata de nuevas formas de percepción de lo sagrado y de búsqueda espiritual, a las cuales se viene respondiendo con “más de lo mismo” y no provocando sobre todo en los más jóvenes, nada en particular. En este contexto, y después de la pandemia de Covid-19, el desafío es ser “propositivos”.
Valoración del trabajo
En el Tercer Mundo, es decir, en África, Asia y América Latina la cuestión pasa por entender las nuevas realidades fruto de la pobreza y la tenue prosperidad de algunos países que su “progreso” está relacionado con una distribución internacional del trabajo, abasteciendo materias primas a los países maquiladores cuya viabilidad está siendo cuestionada por las políticas de aranceles de Trump que aspira a establecer una nueva división internacional del trabajo, que le permita a los Estados Unidos ser una nación de servicios financieros y volver a competir como potencia industrial.
La violencia
Una experiencia vital del nuevo Papa es la violencia, su hermano mayor es militar, su país natal constantemente está involucrado en conflictos bélicos y además la población tiene acceso a armas y hay más de 500 tiroteos anuales con más de cuatro víctimas.
En Perú le tocó experimentar el cruel conflicto interno contra Sendero Luminoso, donde hubo masacres de misioneros católicos y de población civil por Sendero, a la vez que hubo graves violaciones a los derechos humanos por el Estado, que también fueron oportunamente señalados por la Iglesia en la búsqueda de una reconciliación histórica que aún está pendiente.
No por casualidad en su primera misa dominical aludió a la necesidad de la paz en Ucrania, en Gaza, cesando los “ataques a la población civil y la liberación de todos los rehenes”, a Pakistán y la India, dos potencias nucleares donde las minorías cristianas sufren violentas persecuciones.
Nuevos problemas sociales
La preocupación del Papa no está necesariamente en las cuestiones geopolíticas, sino que su interés está centrado en los nuevos problemas sociales, las migraciones, el racismo, la discriminación, la segregación social y racial, cómo iluminar desde una perspectiva religiosa las novedades del siglo XXI, como trató de hacer León XIII con las del siglo XX.
Para concluir, el nuevo Papa tiene muy buenas intenciones, apoyemos con nuestra oración en primer lugar, para que se puedan construir senderos para cumplir con los buenos deseos ya expresados. No es tarea de un solo hombre, es un compromiso de la humanidad, de todos los cristianos, de la Iglesia Universal.
Pbro. Jhonny A. Zambrano