En la Catedral de San Cristóbal se realizó la eucaristía del cuarto día del novenario de monseñor Mario Moronta, oficiada por el presbítero Reinaldo Contreras, párroco de la Basílica Menor de San Antonio de Padua y concelebrada por el Pbro. Rafael Sandia, párroco de la iglesia Sagrada Familia en San Antonio del Táchira
En la homilía, el padre Reinaldo Contreras destacó el significado del evangelio de Mateo, capítulo 18, en el cual el Señor Jesús enseña a los discípulos que, para entrar al Reino de los Cielos, hay que ser como un niño.
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Invitó a pensar en las cualidades de los niños que se convierten en lecciones de vida, tales como la capacidad de admiración, el no juzgar, el ser feliz, aunque no se tenga el control de todo. El vivir para recibir, para descubrir, para sorprenderse.

También mencionó que los niños encuentran la seguridad en papá y mamá. Explicó que ese debe ser el modelo seguir: confiar siempre, plenamente en Dios.

Recordó la humildad y sencillez, dos características de los niños, en las que destacó Monseñor Mario Moronta quien durante sus 25 años de episcopado en San Cristóbal siempre transmitió cercanía e interés por los necesitados.

En este sentido recordó y agradeció la gestión del obispo emérito para atender las casas de paso para ayudar a los venezolanos que salen y entran del país.

El párroco ofreció una palabra de gratitud: «Gracias Monseñor por su preocupación por los migrantes, gracias a su gestión se abrieron casas de paso en varios puntos de la frontera».
Ana Leticia Zambrano