Gratitud, memoria y llamado. En su mensaje para la presentación de la candidatura del proyecto “Gestos de acogida” en Lampedusa para la Lista del Patrimonio Mundial Inmaterial de la UNESCO, León XIV expresó un triple sentimiento: gratitud hacia el mundo asociativo e institucional —civil y eclesial— por la entrega en brindar humanidad a quienes sobreviven a las travesías de la esperanza; dolor por quienes no lo lograron; y alegría por los rescatados que, al iniciar una nueva vida, pusieron en movimiento la caridad recibida.
El Papa evocó también la memoria de su predecesor, Francisco, que eligió precisamente esta isla como destino de su primer viaje apostólico, y animó a superar el cansancio para seguir apostando por la justicia frente a la “globalización de la indiferencia y de la impotencia”. Esta última, señaló, nace de una mentira: “no existen enemigos”.
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La empatía del Papa se reflejó desde el inicio de su saludo a distancia —que desea pronunciar pronto en persona— con la palabra siciliana “o’scià” (aliento, soplo), la misma con la que Francisco saludó al llegar a esta tierra en el corazón del Mediterráneo.
El Pontífice recordó que los dones del Espíritu Santo abundan en este “puerta de Europa”, como definió a Lampedusa y Linosa, donde ha surgido una comunidad marcada por un compromiso ejemplar de acogida.
“Mi ‘gracias’, que es el de toda la Iglesia, prolonga y renueva el del Papa Francisco. Gracias a las asociaciones, a los voluntarios, a los alcaldes y administraciones que se han sucedido; gracias a los sacerdotes, médicos, fuerzas de seguridad y a todos los que, muchas veces de manera invisible, muestran un rostro humano a los supervivientes de viajes desesperados. Ustedes son un baluarte de humanidad. No hay justicia sin compasión, no hay legitimidad sin escuchar el dolor ajeno”.
Reaccionar juntos frente al cansancio
León XIV recordó a las numerosas víctimas “¡tantas madres y tantos niños!” que se hundieron en el Mare nostrum. Su memoria se extendió a los migrantes enterrados en la isla, como semillas de un mundo nuevo, y también a quienes, habiendo sobrevivido a tragedias en el mar, se convirtieron en promotores de justicia y paz.
Aunque el mal sea contagioso, subrayó, “el bien lo es aún más”. Frente al desaliento, pidió no ceder:
“Es verdad, con los años llega el cansancio. Como en una carrera, puede faltar el aire. Pero hay que reaccionar juntos, permanecer unidos y volver a abrirnos al soplo de Dios. Todo el bien que han hecho no es una gota en el mar: ¡es mucho más!”.
La historia la salvan los humildes
El Papa retomó la denuncia de Francisco contra la globalización de la indiferencia, que hoy —advirtió parece haberse convertido en una “globalización de la impotencia”. No se trata solo de ignorar el dolor inocente, sino de quedar paralizados, silenciosos, resignados a que nada puede cambiar.
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