Muchos son los caminos que conducen a la Grita, Valle del Espíritu Santo. Quien visite esta ciudad tendrá la sensación de que está en casa, pues el cariño, el buen trato y el sentido hospitalario es un signo distintivo de sus habitantes. Tanto así, que quien va no desea irse, y cuando le toca partir se lleva en su corazón el deseo de volver.
El pasado jueves la Iglesia celebraba la fiesta de la Transfiguración del Señor, pero unido a esto la Iglesia Local de San Cristóbal y por qué no, la Iglesia venezolana, celebró el día del Santo Cristo de los Milagros de la Grita, Único y Verdadero protector del Táchira. Cada año, el 6 de agosto era en la Grita un día de fiesta total, las palas y las manos de los campesinos se detenían, los camiones de los ferieros dejaban de andar, las casas de esta ciudad hermosa se vestían de flores y banderas, los niños comenzaban a cantar… pero
¿Qué ha sucedido este año?
¿Será que la pandemia acabó con esto?
¿Cesaron las manifestaciones devotas en torno al Cristo de la Grita?
¿No se celebraron los 410 años del Santo Cristo?
Quien así pensara está equivocado y quien lo afirmara entraría en pecado. No vivimos el acostumbrado 6 de agosto de todos los años, no pudimos ir a la Grita, no pudimos peregrinar al Cristo del Rostro Sereno. Este año ha sucedido algo particular, pues ha sido el Santo Cristo de la Grita quien ha peregrinado no solo a nuestros pueblos y ciudades, sino también a nuestros corazones. Ciertamente nos arropó la tristeza de no poder ir, pero con emoción fervorosa nuestros corazones exclamaron a Aquel que nos llena de su serenidad, que “AUNQUE LEJOS ESTÉ NUESTRO CUERPO, ESTARÁ SIEMPRE EL ALMA ANTE TI”.
Este tiempo de emergencia sanitaria ha sido un tiempo muy especial, un tiempo de volver a las cosas realmente necesarias y primordiales y nada más necesario primordial que Dios. Se habla del surgimiento de una Iglesia Doméstica en cada hogar y esto es el fruto de que las familias han vuelto a dar a Dios en sus hogares el lugar que merece. Pero además hay algo que en estos días, con sabiduría y certeza, ha dicho Monseñor Mario, Obispo de nuestra Diócesis, en la rueda de prensa previa a la fiesta del Cristo de la Grita, que cada hogar del Táchira, de Venezuela y de cualquier parte del mundo en el que sea invocado sería un Santuario. Si no podemos ir al de la Grita, se abrirá uno en cada hogar.
Este jueves 6 de agosto el Santuario Diocesano del Santo Cristo de la Grita, la Basílica Matriz del Espíritu Santo, el Valle del Espíritu Santo, que solían, para esta fecha, estar abarrotados de peregrinos venidos de todas partes, fueron aturdidos por un impensable silencio y soledad. Bien pudiera decir cualquier cristiano devoto al Señor del Rostro Sereno, que su corazón se sintió igual de triste solo y vacío, pero si así pensase caería en un grave error, pues Dios siempre está con nosotros. Aun más, el amor y devoción al Santo Cristo de la Grita, hizo que desde nuestros hogares, sintiéramos, en verdad verdad, como suele decir nuestro ordinario, que…
¡AUNQUE LEJOS ESTÉ NUESTRO CUERPO…
ESTARÁ SIEMPRE EL ALMA ANTE TI!
Carlos Peña
@seminarista.carlos
SABATINO DIOCESANO