«La comunidad internacional tiene la obligación de garantizar que cualquier vacuna y tratamiento Covid-19 sea seguro, que esté disponible, que sea accesible y asequible para todos quienes lo necesiten», afirmó hoy el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado vaticano.
Parolin hizo esas declaraciones durante la inauguración del evento virtual de alto nivel sobre «Fraternidad, multilateralismo y paz», que de hecho constituyó la presentación de la encíclica del Papa «Hermanos todos» en la ONU en Ginebra e instituciones afines.
«En el ámbito de la salud, este año la familia humana experimentó un indisoluble vínculo que suscitó por un cierto tiempo la culpabilidad de ser una comunidad mundial que navega sobre el mismo barco, donde el mal de uno va a dañar a todos», resaltó el cardenal Parolin.
«Este sentimiento humano ante lo desconocido ha dado paso rápidamente a una carrera por vacunas y tratamientos a nivel nacional, lo que ha dejado clara la brecha en el acceso a la atención básica entre los países desarrollados y el resto del mundo», continuó.
«La Santa Sede, ante un problema sistémico, como son las barreras para el acceso a la sanidad, agravadas por la actual emergencia, ha ofrecido una serie de directrices para abordar esta cuestión, inspiradas en la convicción de la importancia de la fraternidad. En todo momento, debemos centrarnos en el principio subyacente del servicio al bien común», explicó el secretario de Estado.
«Este enfoque está bien ejemplificado por San Juan Pablo II y por su insistencia en la «hipoteca social», que insiste en el principio del destino universal de los bienes», añadió.
El cardenal secretario de Estado centró su intervención en el concepto de la hermandad y su declinación en la acción diplomática multilateral de la Santa Sede: «Se recordará que la hermandad es el primer tema en el cual hizo referencia el Papa en el día de su elección, hace más de ocho años, cuando expresó esta decisión: ‘Siempre rezamos para nosotros: el uno para el otro’. Oremos por el mundo entero, para que haya una gran hermandad».
«Todas las acciones y actividades posteriores del pontificado fueron una consecuencia natural y coherente de un camino orientado hacia ello». Y además el aspecto del acceso a la salud, tocó a aquellos de los refugiados, del trabajo, del derecho internacional humanitario y del desarme.
Incluso hoy en día, el número y el sufrimiento de los refugiados «siguen siendo una herida en el tejido social de la comunidad internacional», dijo recordando la «visión básica del ‘Pacto Mundial’ sobre los refugiados, que tiene como objetivo fortalecer la cooperación internacional a través de un intercambio de una responsabilidad más justa y predecible».
Sobre las graves consecuencias sociales de la pandemia y el fuerte impacto en el trabajo, Parolin señaló que «el formato tradicional del diálogo social debe ampliarse y ser más inclusivo».
Los puntos cruciales del discurso de la Secretaria de Estado son también el del apoyo al «derecho internacional humanitario, a fin de tener en cuenta adecuadamente las características de los conflictos armados contemporáneos y el sufrimiento físico, moral y espiritual que los acompañan, con el objetivo de eliminar todos los conflictos».
Y aquello sobre fomentar el «compromiso de los Estados en marco del desarme y control de armamentos hacia acuerdos duraderos sobre el camino de la paz y, en modo particular, sobre el frente del desarme nuclear».
Entre los otros intervinientes en la cumbre online, promovida por la Misión Permanente de la Santa Sede, estuvieron Tatiana Valovaya, directora general de Naciones Unidas en Ginebra; Filippo Grandi, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados; Guy Ryder, director general de la Organización Internacional del Trabajo.
A estos se sumaron Michael Ryan, director ejecutivo del Programa de Emergencias de la Organización Mundial de la Salud, en nombre de Tedros Adhanamom Ghebreyesus, director general de la Organización Mundial de la Salud; y Peter Maurer, presidente del Comité Internacional de la Cruz Roja. (ANSA).