Anular la deuda de los países pobres y reinvertir estos fondos en la recuperación de la pandemia causada por Covid-19 y en la lucha contra el cambio climático: este es el llamamiento lanzado por Caritas Internationalis al G7 que, desde hoy hasta el 13 de junio, verá reunidos en Cornualles a los representantes de siete países, entre los más avanzados económicamente del mundo: Reino Unido, Italia, Canadá, Francia, Alemania, Japón y Estados Unidos.
«El Covid-19 -explica en una nota Aloysius John, secretario general de Caritas Internationalis- ha puesto bajo la lupa las injusticias sociales rampantes en el mundo actual: eliminarlas debe ser la única forma de reconstruir el futuro».
La organización benéfica recuerda las dramáticas consecuencias de la deuda en las poblaciones de los países en desarrollo: en Zambia, por ejemplo, representa el 45% del presupuesto anual del gobierno. Los pocos recursos disponibles, por tanto, no son suficientes para «fortalecer el sistema nacional de salud» ante la emergencia provocada por el coronavirus que, hasta la fecha en la nación africana, ha dejado un rastro de 106.000 infecciones y más de 1.300 muertes.
Una vez más», continúa John, «Caritas Internationalis hace oír su voz para hacerse eco del clamor de los más pobres. De ahí la exhortación al G7 para que esté «a la vanguardia de la respuesta a Covid-19, para apoyar tanto a las personas más afectadas por la pandemia como a una recuperación justa y sostenible», cuyo primer paso «es garantizar la cancelación de todos los pagos de la deuda, incluidos los acreedores privados». De hecho, se prevé que «sólo los gobiernos africanos pagarán 23.400 millones de dólares en reembolsos de deuda a acreedores privados en 2021, lo que supone más de tres veces el coste de la compra de vacunas para todo el continente».
En concreto, la organización benéfica internacional hace cuatro peticiones a los miembros del G7: además de suspender los pagos de la deuda a los acreedores privados, en primer lugar pide que los gobiernos del G7 se comprometan a «explorar opciones legislativas que animen a los acreedores privados a participar en las iniciativas de alivio de la deuda». El segundo es un llamamiento al Grupo de los 7 para que «movilice fondos para satisfacer las necesidades inmediatas planteadas por el Covid (fortalecimiento de los sistemas de salud, redes de seguridad social, acceso a las vacunas) y para apoyar una recuperación justa y ecológica, sin agravar la crisis de la deuda en el Sur».
La tercera petición se refiere, en cambio, a «la nueva emisión de Derechos Especiales de Giro (DEG), para que los países menos desarrollados reciban un mejor apoyo y su deuda no aumente». De hecho, los DEG no son una moneda propiamente dicha, sino un derecho a adquirir una o varias de las «monedas de libre uso» que se encuentran en las reservas oficiales de los países miembros del Fondo Monetario Internacional. Finalmente, la última exhortación consiste en demostrar que el G7 «se toma en serio la crisis climática comprometiéndose a poner fin a las subvenciones a los combustibles fósiles».
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