Carlo Acutis, el ciberapóstol de la Eucaristía, será beatificado este 10 de octubre en Asís (Italia), gracias a un milagro obrado por su intercesión en Brasil, donde un niño resultó curado de una grave enfermedad.
El niño del milagro se llama Matheus. Él padecía una malformación congénita conocida como páncreas anular. Su madre, Luciana Vianna, rezó durante cuatro años por su sanación.
Según la prensa brasileña, la madre se preguntaba durante las Misas por qué se mencionaban a santos con milagros realizados hace más de cien años. “La Iglesia necesita santos actuales”, le decía a un amigo sacerdote, el P. Marcelo Tenorio.
“¿Dónde están los inmensos milagros que impresionaron a la gente?”, fue una de las preguntas que Luciana le hizo al P. Tenorio. Cuando Matheus, su hijo menor, estaba a punto de cumplir cuatro años y su vida corría peligro, los médicos le dijeron que debía recurrir a toda su fe.
Luciana rezó varias novenas para pedir la sanación de su hijo, pero “no era suficiente, me di cuenta de que necesitaba rezar todos los días». La madre siguió rezando en la pequeña capilla levantada en la parte trasera de la casa y en el altar que hizo en su habitación, pidiendo que algún día Matheus se pudiera alimentar solo.
A los tres años y medio de edad, el niño pesaba solo nueve kilos y “se alimentaba de una sustancia que llamábamos leche”, pero que era un batido con proteína y vitaminas, pues su “cuerpo no tenía tiempo suficiente para absorberlo, (ya que el batido) solo estaba unos minutos en el estómago”.
El milagro
Mientras Luciana seguía rezando por su hijo, el P. Tenorio se enteró por Internet de la vida de Carlo Acutis.
En declaraciones a Famiglia Cristiana, el postulador de la causa de beatificación, Nicola Gori, dijo que el sacerdote brasileño contactó con Antonia Salzano, la madre del futuro beato y con ocasión de un nuevo aniversario de la muerte de Carlo, el P. Tenorio “propuso a la comunidad algunas jornadas de oración”, relató el postulador.
“El 12 de octubre de 2013, a siete años de la muerte de Carlo, un niño, afectado por una malformación congénita (páncreas anular), llegado su turno de tocar la estampita del futuro beato, expresó un singular deseo, como una oración: ‘Quisiera poder no vomitar más’. Inmediatamente comenzó la curación, al punto que la morfología del órgano en cuestión cambió”, afirmó el postulador.
Luciana dijo que cuando se enteró de que la reliquia estaría en la parroquia, vio la oportunidad para pedirle al “nuevo santo” el milagro con el que tanto soñó. “El cura dijo que quien necesitaba un milagro debía pedírselo a Carlo, porque para convertirse en santo necesitaba un encargo. Era lo que faltaba”, recordó.
Entonces la madre comenzó a dedicar novenas al adolescente italiano hasta el día de la Misa en la que estaría la reliquia. “Siempre tuve la costumbre de besar las reliquias de los santos, pero para explicarle a Matheus lo que significaba, le conté una historia. Él solo dijo ‘lo entendí’ y yo no dije nada más”.
Así, en la Misa, cuando le llegó el turno a Luciana, ella se encontraba en el pasillo de la iglesia acompañada de su padre, quien pidió llevar a Matheus en sus brazos. Mientras se acercaba a la reliquia, el abuelo del niño se inclinó para besar la reliquia, pero Matheus puso su brazo para detenerlo.
Al niño le habían explicado que la petición se hacía en el corazón, pero él pidió en voz alta dejar de vomitar. El sacerdote me preguntó qué era eso y me quedé sin respuesta, dijo la madre.
Cuando Luciana preguntó a su hijo qué había pedido, Matheus la sorprendió respondiendo que ya estaba curado gracias a Carlo Acutis. Ya en casa, el niño pidió comer y le preguntó a su hermano cuál era la mejor comida que había probado. Los dos eligieron arroz, frijoles, bistec y papas fritas.
La mamá le sirvió la cantidad que come un adulto, creyendo que no lo terminaría, pero Matheus acabó su ración y pidió más. Luciana esperó a que el niño vomitara la comida, pero eso no sucedió.
La madre esperó un mes hasta estar segura de que su hijo podría comer normalmente. Luego volvió donde los médicos y estos le dijeron que su crecimiento no sería “de la noche a la mañana”, ya que el organismo no había crecido en el momento adecuado como otros niños. «Los médicos me explicaron que permanecería delgado por un tiempo, pero ya estaba ganando altura» y peso.
Luciana ve en el milagro una oportunidad para evangelizar. “Antes, ni siquiera usaba mi teléfono celular, era reacia a la tecnología. Carlo cambió mi forma de pensar, era conocido por hablar de Jesús en Internet, y me di cuenta que mi testimonio sería una forma de evangelizar y dar esperanza a otras familias. Hoy entiendo que todo lo nuevo puede ser bueno, si lo usamos para bien”, afirmó.
Debido a la pandemia del coronavirus y el cierre de fronteras, Matheus y su familia no han podido viajar a Italia para asistir a la ceremonia de beatificación.