Al iniciar este 2024, desde este espacio evangelizador de las realidades sociales y pastorales de la Iglesia Local de San Cristóbal, llamado “Fe Creída, Fe Vivida”, quiero invitarlos a profundizar sobre la necesidad de formar una adecuada “clase dirigente” que acompañe los procesos de maduración de la vida ciudadana, desde el rol que cada cristiano debe vivir como parte de la sociedad venezolana y tachirense.
Durante el 2022, segundo año de esta página, escribí sobre los distintos contextos históricos, sociales, políticos y eclesiales de la democracia en la historia venezolana. Ahora pretendo durante algunos artículos, ofrecer un camino formativo para concientizar la necesidad de una “clase dirigente” formada en los principios y criterios de la Doctrina Social de la Iglesia (DSI) para nuestra sociedad.
Fuentes
Es frecuente escuchar que tenemos un escenario sociopolítico, la necesidad de identidad de nuestros líderes sociales, sobre todo basada en principios de la DSI, donde se profundice la dignidad de la persona y el bien común.
Para ello, es necesario señalar desde las fuentes de la Iglesia el camino a recorrer en el campo sociopolítico, ellas son: la Sagrada Escritura, la Tradición y el Magisterio, en nuestro caso, cobra gran importancia el Magisterio Latinoamericano. Procedo a hablar de ellas brevemente.
Palabra de Dios
La Sagrada Escritura describe en el Antiguo Testamento la tarea de los “reyes de Israel”, sus fidelidades e infidelidades a la Alianza, sus logros y derrotas que repercuten en la libertad o esclavitud del pueblo. Son “los profetas” los que van a convertirse en los más grandes intérpretes de la realidad socio-política-religiosa del pueblo. De manera que en sus testimonios nos enseñan el sentido del bien, de la justicia, de la paz, del compromiso, de la libertad y la dignidad humana. Ellos permanecen en la realidad humana y la juzgan desde la voluntad de Dios expresada en la Alianza. Pero, no son derrotistas, confían y se comprometen.
En el Nuevo Testamento la persona de Jesús es determinante. Vale insistir que Jesús no es un político, ni lo quiso ser. Frente al representante político, Pilato le manifiesta que, si él fuera un político como los de este mundo, su partido lo protegería: «Pero mi Reino no es de aquí» (Jn 18, 36). Y Dios irrumpe en la historia humana y da al hombre una altísima dignidad que lo motiva a peregrinar hacia la libertad y la fraternidad. El hombre vive su dignidad plenamente en Jesucristo «en su dimensión personal, familiar, social y cultural» (Aparecida, 206), porque Cristo no libera y redime sólo la persona individual «sino también las relaciones sociales entre los seres humanos» (Aparecida 359).
Tradición
La Tradición de la Iglesia nos recuerda que la virtud de la humanidad es el fundamento de la sociedad. Actualmente en Venezuela hemos comprobado que a muchos de nuestros actores sociales les falta un correcto sentido de lo humano, lamentablemente se quedan en simples estrategias y cálculos para obtener el poder.
Magisterio
El Magisterio desarrollado en las cinco Conferencias del Episcopado Latinoamericano, ha enseñado que el compromiso cristiano exige construir el Reino de Dios, y éste pasa también por las estructuras temporales. El cambio estructural de la sociedad es la conversión del cuerpo social, podrimos señalar que forma parte de la Conversión Pastoral, pues las decisiones que aceleran o frenan el desarrollo de los pueblos son de carácter político. La actividad política es una tarea noble y la Iglesia alienta a quienes la asumen como un servicio a la sociedad y como una actividad apostólica de los laicos tal como los encarnó Santo Tomás Moro, político cristiano.
Comunidad política
El Concilio Vaticano II al respecto dice: «El ejercicio de la actividad política, sea en el interior de la comunidad, sea en las instituciones que representan al Estado, debe exteriorizarse, efectivamente, dentro de los límites del orden moral, según las exigencias del bien común entendido en forma dinámica, y según un orden jurídico legítimamente establecido o por establecer» (GS 74).
Conclusión
Cada cristiano está en la libertad de comprometerse libremente en la acción política que como ciudadano puede ejercer. Ante los atropellos contra la libertad y la corrupción institucionalizada, se requiere la acción comprometida de fieles católicos, dispuestos a lograr una sociedad más justa y libre, por ello, es necesario formar una “Clase Dirigente” que busque en la acción política, valorar la dignidad de la persona y el bien común de Venezuela, con la promoción de la solidaridad, la participación ciudadana, la organización social, la formación política y el compromiso del amor cristiano.
Pbro. Jhonny Zambrano