FE CREIDA, FE VIVIDA
Pbro. Jhonny Zambrano
En esta oportunidad quiero darles a conocer dos hechos eclesiales de relevancia en América Latina y Venezuela, ya que uno dispuso al otro. Ellos ayudarán a comprender las conexiones que presentaré en posteriores artículos, teniendo una visión más clara de cómo lo político y eclesial pueden caminar juntos, manteniendo su independencia y buscando el bien común de la sociedad.
EL CONCILIO PLENARIO DE AMÉRICA LATINA (1899)
Iniciaré hablando de un antecedente eclesial a finales del siglo XIX. Entre final de mayo y principios de julio de 1899 se celebró en Roma, por convocación del papa León XIII, el Concilio Plenario de América Latina con la asistencia de la mitad del episcopado.
El Concilio Plenario de América Latina (CPAL) buscaba recuperar la posición perdida por la Iglesia en la sociedad moderna latinoamericana. Para ello, era necesario establecer una alianza con el Estado, para que reconociera el papel de la Iglesia en la sociedad.
El Estado garantizaría la parte legal y la Iglesia ofrecería la legitimidad moral. Dos pilares de unificación serían la figura del Papa y la disciplina eclesiástica que desde Roma orientarían a las Diócesis de América Latina.
Salas A. dirá: «El sujeto activo de las realizaciones pastorales de la Iglesia, es la institución eclesiástica. De su pronta recuperación dependerá el resurgimiento del cristianismo y la salvación del mundo», es decir, la Iglesia se edificaría desde su institucionalidad y a esto se le conocerá como el Proyecto de Restauración de la Institución Eclesiástica (PRIE) en contraposición al proyecto moderno del mundo social y político del momento.
La institucionalidad eclesial sufría de gran debilidad frente al modernismo. Pero a través de este Proyecto de Restauración basado en la institucionalidad eclesial, comenzó a sentirse depositaria de la verdad, VERDAD QUE HABÍA QUE COMUNICAR POR MEDIO DE ESPACIOS PROPIOS, ENTRE ELLOS LA EDUCACIÓN Y LA SALUD, que a la vez fuesen paralelos con el mundo moderno. Así, la Iglesia iba recuperando su prestigio social y cimentándose como institución fuerte en la sociedad.
UN FRUTO EN VENEZUELA
Uno de los elementos en que ayudaría el CPLA, sería ampliar el horizonte de las Iglesias Locales, lo cual comenzó a dar fruto en Venezuela. Este Proyecto de Restauración dirigido por León XIII con la mirada puesta en Latinoamérica, se concreta en Venezuela en 1904 con la creación de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) – la primera de Latinoamérica – y su Instrucción Pastoral (1904).
Su finalidad era la de traducir el espíritu y las consideraciones del CPLA en Venezuela reflejando el Proyecto Restaurador de la Cristiandad. Este documento permitió la primera unificación canónico-pastoral de la Iglesia venezolana.
NACE LA CONFERENCIA EPISCOPAL VENEZOLANA (1904)
Los obispos venezolanos para llevar a la práctica las disposiciones del Concilio Plenario Latino Americano, acordaron realizar en Caracas su primera conferencia desde el 20 de mayo hasta el 31 de julio de 1904. El actual Cardenal B.E. Porras Cardozo, mediante su intervención como Presidente de la Conferencia Episcopal de Venezuela en el 2004 y arzobispo de Mérida en la apertura de la 81º Asamblea Ordinaria de la CEV, sobre las circunstancias que atraviesa el país (7 enero 2004) señalaba:
«En efecto, desde el viernes veinte de mayo hasta el domingo treinta y uno de julio de 1904, estuvieron reunidos los Excmos. Sres. Juan Bautista Castro, nuevo arzobispo de Caracas, Antonio María Durán, Obispo de Guayana, Felipe Neri Sendrea, Obispo de Calabozo, Antonio Ramón Silva, Obispo de Mérida, Francisco Marvez, Obispo del Zulia y el Ilmo. Mons. Águedo Felipe Alvarado, Vicario Capitular de Barquisimeto. Se reunieron en cumplimiento de lo decretado por el Concilio Plenario Latinoamericano (Roma, 1899) y en un ambiente, nada fácil, de suspicacias y tensiones por parte del gobierno. Fruto de esta reunión fue la publicación de la “Instrucción Pastoral” que unificó criterios y directrices para el trabajo pastoral en todo el país».
Este tipo de eventos requería la autorización del Congreso y la presencia de un representante del Ejecutivo, según lo indicaba la ley del Patronato, pero los prelados utilizaron la figura jurídica de Conferencia Canónica, para evitar la intervención del Estado en sus reuniones.
Los prelados al saber la situación de debilidad y pobreza en que la Iglesia había finalizado el siglo XIX, tenían ahora el deseo de concretar las líneas del Proyecto Restaurador con el que iniciaba el siglo XX, basándolas en relación a la vida intraeclesial, lo moral y la evangelización, con un carácter netamente apologético frente al modernismo que se introducía.
Maradei Donato, dice que: «La Conferencia discutió y aprobó el Reglamento […] y en especial se dedicó a estudiar los documentos emanados del Concilio Plenario de América Latina […] trato de llevar a la práctica, aunque un poco tardíamente, las pautas, que sobre doctrina y moral había recomendado el Concilio Vaticano I».
Los resultados de esta primera Conferencia fueron plasmados en la Instrucción Pastoral del Episcopado al clero y los fieles de la República, donde Maradei agrega «vino a sustituir las antiguas Constituciones Sinodales», donde se presenta una Iglesia autónoma del Estado dirigido por Cipriano Castro, el cual se encontraba pervertido por los
«principios falsos que corren por el mundo del progreso y libertad en las ideas, que pretenden eludir la rigidez doctrinal de la Iglesia, reemplazando con su flaco juicio, el juicio infalible de ella. Por el mismo fin de su institución la Iglesia es una sociedad perfecta, sui iuris, dotada de autoridad soberana e independiente para el ejercicio de sus funciones sobrenaturales y espirituales […] siendo, pues, ella la única que puede conducir los hombres al cielo, sus fallos en materia de fe y costumbres no pueden estar sometidos a ninguna sanción humana» (Instrucción Pastoral del episcopado venezolano al clero y fieles de la República (1904), Capítulo VI).
Aquí se presenta una Iglesia que DA PRIMACÍA A LO INSTITUCIONAL, CON ESTRUCTURA INTERNA, PROYECCIÓN A LO SOCIAL Y CLARA OPOSICIÓN AL MODERNISMO. La sociedad civil era invitada a abrir el espacio, para que los cristianos se comprometieran con los asuntos de orden público, garantizando así el orden cristiano en la sociedad.
Se concibe para el momento, un espacio de vivencia de la fe mediante el compromiso laical en el rol político de la sociedad, ya que la Iglesia desde su jerarquía no podía hacerlo de forma directa en los espacios de la sociedad moderna.
Ya nos referíamos antes a LOS ESPACIOS AUTÓNOMOS QUE PODÍAN REGIRSE POR EL CRITERIO DE LA MORAL CRISTIANA, UNO DE ELLOS LA EDUCACIÓN.
Desde entonces fue colocada como pilar fundamental en la aplicación del Proyecto Restaurador fijado por el CPLA y los obispos asumirían como ruta de evangelización, FORMANDO LAS NUEVAS CONCIENCIAS CRISTIANAS QUE SE COMPROMETERÍAN CON LA TRANSFORMACIÓN SOCIAL Y POLÍTICA EN FUNCIÓN DE INSTAURAR UN NUEVO ORDEN MORAL.
La Instrucción Pastoral del episcopado venezolano al clero y fieles de la República (1904), Capítulo IX expresaba:
«Por lo mismo que en el régimen civil de las sociedades se hallan grandemente comprometidos los bienes más trascendentales del hombre, LOS CATÓLICOS ESTÁN OBLIGADOS A OCUPARSE DE LA COSA PÚBLICA Y A TOMAR PARTE COMO BUENOS CIUDADANOS EN LA ADMINISTRACIÓN Y GOBIERNO DE LOS PUEBLOS […] no la pueden eludir con pretexto de que las instituciones políticas o las prácticas gubernativas dejen que desear, pues sin necesidad de aprobar cosas injustas, habrá muchas instancias de atraer hacia el recto camino la administración del Estado y aun evitar grandes males».
Para lograrlo, la Iglesia tenía que preocuparse por consolidar su institucionalidad en medio de la sociedad. Venezuela para inicios del siglo XX contaba con pocos sacerdotes, por lo que se concentrará en el mejoramiento y construcción de seminarios, siendo este punto una forma de aplicación del CPLA, que invitaba al fortalecimiento del clero.
En ellos se debía impartir una educación homogénea doctrinalmente y de discurso moral, que levantara a la Iglesia como depositaria de la verdad y la moral en el medio social. Junto a este objetivo se unía otro, la oposición al Patronato manifestado en la sumisión de la Iglesia al Estado.
A MANERA DE CONCLUSIÓN nos ayudará lo que el teólogo venezolano R. Luciani nos presenta, al hablar de dos ejes en los cuales esta Instrucción Pastoral, comenzó a impulsar el cambio eclesiástico.
A NIVEL EXTERNO se dan dos cambios:
EL PRIMERO, instituir el Seminario Interdiocesano de Caracas, para lograr unificar la despartidización del clero producto de la división originada del Patronato y obtener un clero unificado – doctrinal y pastoralmente – en toda Venezuela.
EL SEGUNDO, una propuesta institucional paralela a la sociedad. La Iglesia debía crear espacios como: colegios católicos, librerías, revistas, medios de comunicación, obras de beneficencia, cofradías, nuevas diócesis y parroquias, misiones fronterizas, para que así la Iglesia se hiciera presente creando sus propios espacios que eran negados por el Estado. En estas razones comprendemos los hitos fundacionales de nuestra Iglesia Local de San Cristóbal, que celebra su centenario.
A NIVEL INTERNO se presentan cuatro cambios: El primero, se consolida el orden jerárquico y disciplinario de la institución eclesiástica, estando adherido normativa y teológicamente a Roma. El segundo, se fortalecen los nexos entre las Diócesis y el Papa. El tercero, se logra su reconocimiento por parte de los gobiernos de turno, comenzando por reconocer al Nuncio Apostólico, ampliación de Diócesis, apertura de seminarios. El cuarto, se establecen alianzas políticas como estrategia para lograr el Proyecto de Restauración de la institucionalidad eclesial y su prestigio social para alcanzar el reconocimiento como institución al igual que el Estado.
Bibliografía consultada:
– Conde R., Reapertura de los seminarios en tiempo de Cipriano Castro, en Iglesia y Educación en Venezuela. Memorias III de Historia y Religión, UCAB, Caracas 2003, 102. -Conferencia Episcopal Venezolana, Instrucción Pastoral del episcopado venezolano al clero y fieles de la República (1904), Tipografía La Religión, Caracas 1905. – Conferencia Episcopal Venezolana, Decretos y reglamentaciones (1889 – 1984), II, UCAB, Caracas 1986, 35-46. La carta que los obispos enviaron a Pío X (27 julio 1904), explicaba que se reunieron para practicar conferencias según lo mandado por León XIII a los obispos de América Latina (01 mayo 1900). – Izzo C., La Iglesia Venezolana y la educación en la Instrucción Pastoral de 1904, en Iglesia y Educación en Venezuela. Memorias III de Historia y Religión, UCAB, Caracas 2003, 76. – Luciani R., Iglesia y Estado, Suma del pensar venezolano, Caracas 2017, 269. – Maradei Donato C., Venezuela: su Iglesia y sus gobiernos, Trípode, Caracas 1978. – Micheo A, Proceso histórico de la Iglesia Venezolana. Colección Cristianismo hoy, I, Centro Gumilla, Caracas 1983, 28-34. – Pontificia Comisión para América Latina, Actas y Decretos del Concilio Plenario de la América Latina (Edición Facsimilar del Original de 1899), renovación pastoral, integración eclesial y dinamismo evangelizador del siglo XX, librería Editrice Vaticana, Roma 1999, 9. – Porras Cardozo B.E., Intervención del presidente de la Conferencia Episcopal de Venezuela y arzobispo de Mérida en la apertura de la 81º Asamblea Ordinaria de la CEV, sobre las circunstancias que atraviesa el país (7 enero 2004), en URL: < https://es.zenit.org/articles/presidente-del-episcopado-venezolano-ante-la-realidad-nacional/ > . – Rodríguez W., La Iglesia venezolana entre los siglos XIX-XX, en Misceláneas Comillas, 67 131/2009, 581. – Salas A., La Iglesia y el Liberalismo, en La Iglesia en los avatares del siglo XIX venezolano, Boletín CIHEV, 8/16, Caracas 1996, 101-102. |