¿Cómo puede el mundo creer si nos falta la unidad? La fraternidad universal es un camino eficaz para el verdadero ecumenismo.
La fraternidad universal y el diálogo de las religiones al servicio del mundo, han sido temas abordados por el Santo Padre Francisco en su reciente carta encíclica Fratelli tutti (2020). En el marco del octavario de oración por la unidad de los cristianos, reflexionaremos en torno a la dimensión ecuménica de la encíclica que nos invita a ser hermanos todos, cultivando la fraternidad y la amistad social.
Si bien el llamado a superar los conflictos ya había sido tratado por el Santo Padre en la exhortación apostólica Evangelii Gaudium, al decir que un principio indispensable para construir la amistad social y por ende la fraternidad universal, era descubrir que la unidad es superior al conflicto (cfr. Evangelii Gaudium n 226) en Fratelli tutti este principio articula el llamado al diálogo ecuménico; no desde un visión particular de los errores históricos y litúrgicos sino de una visión sinodal de aquello que nos une , la comunión de fe en Jesucristo dueño y señor de la historia.
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La dimensión ecuménica de esta carta encíclica gira en torno a la premisa de una “Iglesia en diversidad reconciliada” tomada por el Santo Padre del exegeta reformador Oscar Cullmann, observador ecuménico en el Vaticano II, unido en amistad con Pablo VI. También el cardenal Walter Kasper había expresado el anhelo de buscar “no una Iglesia unitaria, sino una Iglesia en diversidad reconciliada,” que solo como don del Espíritu podía ser recibida por los cristianos. Pero ¿qué es una Iglesia en diversidad reconciliada? No es otra cosa, que una comunidad de creyentes, que conscientes de sus diferencias es capaz de superar el conflicto y en medio de sus ellas reconciliarse para atender el llamado de Jesucristo, “que todos sean uno” (cfr. Jn 17, 21) en una diversidad que atenta a la voz del Espíritu Santo llama a la reconciliación como camino a la verdadera unidad, al ecumenismo eficaz, a la fraternidad universal y a una amistad social de todos los pueblos.
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El llamado del Papa se basa en la necesidad de iniciar el diálogo ecuménico desde el caminar juntos, partiendo de la conversión del corazón y de la unidad ad intra de la Iglesia para poder reflejar al mundo el rostro de Cristo quien nos llama a la comunión, pues ¿cómo puede el mundo creer si nos falta la unidad? La fraternidad universal es un camino eficaz para el verdadero ecumenismo. No obstante, mientras nos encontramos aún en camino hacia la plena comunión, tenemos ya el deber de dar testimonio común del amor de Dios a su pueblo, colaborando en nuestro servicio a la humanidad” (Fratelli Tutti n 280).
Reconozcamos en las diversidades una oportunidad para descubrir la riqueza del otro. ¡Es la hora de la unidad! ¡Es la hora de la comunión y de la fraternidad!
Leonardo Vivas