«Mea maxima culpa» por el abominable pecado de los abusos y los errores que se produjeron. La mirada cristiana del Papa emérito que expresa «profunda vergüenza», «gran dolor» y «sincera petición de perdón».
ANDREA TORNIELLI
Tal como había prometido, Benedicto XVI finalmente ha hablado. Ha hablado como cristiano. Un cristiano que ahora tiene casi 95 años, que vive los últimos años de su larga vida cada vez más frágil de cuerpo, con una voz débil y una mente lúcida, y que se ha encontrado de nuevo en el centro de acusaciones y polémicas. La respuesta, breve y sentida, nace de su profunda fe. Ratzinger ha tomado el acto penitencial de la Misa diaria como punto de partida para su personal y conmovedora «confesión».
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