Desde el inicio del adviento, las familias cristianas se apresuran a ambientar las viviendas para la Navidad. Es así que, junto al árbol y las luces, la elaboración del pesebre o nacimiento marca la tradición por excelencia de este tiempo.
El presbítero Jorge Leodán Ramírez Moreno, párroco de la iglesia San José en Colón, municipio Ayacucho, realizó una motivadora catequesis sobre el significado de esta escenificación del nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo.
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“La elaboración del pesebre es una de las tradiciones más arraigadas en el corazón del pueblo cristiano y, en el marco de la piedad popular, forma parte del hermoso y exigente proceso de transmisión de la fe”, explica el sacerdote, y añade que la contemplación del nacimiento lleva a recordar el evento más importante de la historia: el nacimiento de Cristo Redentor.
Palabra e historia
El padre Jorge señala que al hablar de la importancia del pesebre es pertinente hacer referencia a su fundamentación bíblica e histórica. Sobre las Sagradas Escrituras refiere algunos detalles del nacimiento de Jesús en Belén, que ofrecen los evangelios de San Mateo y San Lucas.
“Nos dice el evangelista Lucas que mientras María y José estaban en Belén para censarse de acuerdo al decreto ordenado por el emperador Augusto, le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada (Lc. 2, 7). Jesús fue colocado en un pesebre; palabra que procede del latín: praesepium. El hijo de Dios, viniendo a este mundo, encuentra sitio donde los animales se resguardan del frío por la noche y se alimentan”.
Históricamente, en los primeros siglos del cristianismo se hicieron representaciones pictóricas del nacimiento de Jesús. El padre Ramírez menciona que la más antigua está en la “Capella Greca”, en las Catacumbas Romanas de Priscila. En ella se observa a María con el niño Jesús en los brazos. Más adelante, en el siglo V, el papa Sixto III habría representado la Navidad en una gruta parecida a la de Belén.
San Francisco
Aún con estos antecedentes sobre la representación de la natividad, el párroco de la iglesia San José de Colón manifiesta que fue San Francisco de Asís quien, inspirado por el Espíritu Santo, escenificó en 1223, en la localidad italiana de Greccio, el momento más sublime de la humanidad.
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Citando a Tomás de Celano, biógrafo de San Francisco, dice que un amigo del santo era dueño de una gruta similar a la cueva de la natividad que había visto en su visita a Tierra Santa. Entonces pensó en hacer allí un pesebre.
“(…) cuando todas las familias estaban reunidas en sus casas, las campanas de la iglesia empezaron a sonar. Sorprendidos y asustados, todos los habitantes de Greccio salieron de sus casas para ver qué estaba sucediendo; entonces vieron a Francisco que desde la montaña los llamaba y les indicaba que subieran a donde él se encontraba.
Alumbrándose con antorchas, porque la noche estaba muy oscura y hacía mucho frío, todos se dirigieron al lugar indicado, y cuando llegaron quedaron tan admirados, que cayeron de rodillas, porque estaban viendo algo que nunca habían pensado. Era como si el tiempo hubiera retrocedido muchos siglos y se encontraran en Belén, celebrando la primera Navidad de la historia: María tenía a Jesús en sus brazos, y José conversaba con un grupo de pastores que no se cansaban de admirar al niño que acababa de nacer. Tomás de Celano recuerda que aquella noche se añadió a la escena del pesebre el don de una visión maravillosa: uno de los presentes vio acostado al mismo Niño Jesús. De aquel pesebre de la Navidad de 1223, todos regresaron a sus casas colmados de alegría”.
Para el padre Ramírez, esta acción de San Francisco fue una gran obra de evangelización que ha calado profundamente en los corazones de los cristianos y permanece hasta nuestros días como un modo genuino de representar con sencillez la belleza de nuestra fe.
“Ya desde la infancia y luego en cada etapa de la vida, el pesebre nos lleva a contemplar a Jesús, a sentir el amor de Dios por nosotros, a creer firmemente que es el Emmanuel, es decir, el Dios con nosotros y a proclamar siempre que, el niño glorioso que nació en el portal de Belén, hoy se encuentra en el sagrario” concluye el padre Ramírez.
Ana Leticia Zambrano