A continuación, lecturas, salmo y evangelio de este domingo 20 de julio.
Queridos hermanos, con la alegría de reunirnos una vez más como una sola familia, les recibimos en la casa de Dios para celebrar la Santa Misa en el Decimosexto Domingo del Tiempo Ordinario. Hoy el Señor nos enseñará a ser hospitalarios y a sentarnos a escuchar su Santa Palabra. La hospitalidad es un tema que está presente en las lecturas de hoy. Como Abrahán recibe en su tienda a unos misteriosos visitantes, a quienes identifica con el Señor mismo, así Marta y María reciben en su casa a Jesús, el Señor. Esa acogida no está exenta de dificultades, y en este punto engancha la segunda lectura: Pablo, que ha recibido al Resucitado como Señor de su vida, dice a los cristianos de Colosas que la tarea del anuncio del Evangelio le está reportando dolores y sufrimientos. Habiendo dejado nuestros quehaceres cotidianos y nuestros afanes, nos disponemos, con alegría y júbilo, a iniciar esta Santa Misa.
Antífona de Entrada
El Señor es mi auxilio y el único apoyo en mi vida. Te ofreceré de corazón un sacrificio y daré gracias a tu nombre, Señor, porque eres bueno.
Se dice Gloria.
Oración Colecta
Oremos: Sé propicio, Señor, con tus siervos y multiplica, bondadoso, sobre ellos los dones de tu gracia, para que, fervorosos en la fe, la esperanza y la caridad, perseveren siempre fieles en el cumplimiento de tus mandatos. Por nuestro Señor Jesucristo… Amén.
Primera Lectura
Para preparar el ejemplo de hospitalidad de las hermanas de Betania, escuchemos primero, del Libro del Génesis, el relato sobre la hospitalidad que Abrahán le ofrece a tres misteriosos hombres.
Lectura del libro del Génesis (Gen 18, 1-10)
Un día, el Señor se le apareció a Abraham en el encinar de Mambré. Abraham estaba sentado en la entrada de su tienda, a la hora del calor más fuerte. Levantando la vista, vio de pronto a tres hombres que estaban de pie ante él. Al verlos, se dirigió a ellos rápidamente desde la puerta de la tienda, y postrado en tierra, dijo: “Señor mío, si he hallado gracia a tus ojos, te ruego que no pases junto a mí sin detenerte. Haré que traigan un poco de agua para que se laven los pies y descansen a la sombra de estos árboles; traeré pan para que recobren las fuerzas y después continuarán su camino, pues sin duda para eso han pasado junto a su siervo”. Ellos le contestaron: “Está bien. Haz lo que dices”. Abraham entró rápidamente en la tienda donde estaba Sara y le dijo: “Date prisa, toma tres medidas de harina, amásalas y cuece unos panes”. Luego Abraham fue corriendo al establo, escogió un ternero y se lo dio a un criado para que lo matara y lo preparara. Cuando el ternero estuvo asado, tomó requesón y leche y lo sirvió todo a los forasteros. El permaneció de pie junto a ellos, bajo el árbol, mientras comían. Ellos le preguntaron: “¿Dónde está Sara, tu mujer?” El respondió: “Allá, en la tienda”. Uno de ellos le dijo: “Dentro de un año volveré sin falta a visitarte por estas fechas; para entonces, Sara, tu mujer, habrá tenido un hijo”.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Salmo 14
R. ¿Quién será grato a tus ojos, Señor?
– El hombre que procede honradamente y obra con justicia; el que es sincero en sus palabras y con su lengua a nadie desprestigia.
– Quien no hace mal al prójimo ni difama al vecino; quien no ve con aprecio a los malvados, pero honra a quienes temen al Altísimo.
– Quien presta sin usura y quien no acepta soborno en perjuicio de inocentes. Quienes vivan así serán gratos a Dios eternamente.
Segunda Lectura
En la carta a los Colosenses, que empezamos a leer el domingo pasado, Pablo se siente, una vez más, orgulloso de haber sido designado para anunciar la Buena Noticia de Cristo, pero eso va unido a una identificación creciente de Pablo con Jesús, hasta llegar a aceptar el dolor como parte del camino de Jesús.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los colosenses ( Col 1, 24-28)
Hermanos: Ahora me alegro de sufrir por ustedes, porque así completo lo que falta a la pasión de Cristo en mí, por el bien de su cuerpo, que es la Iglesia. Por disposición de Dios, yo he sido constituido ministro de esta Iglesia para predicarles por entero su mensaje, o sea el designio secreto que Dios ha mantenido oculto desde siglos y generaciones y que ahora ha revelado a su pueblo santo. Dios ha querido dar a conocer a los suyos la gloria y riqueza que este designio encierra para los paganos, es decir, que Cristo vive en ustedes y es la esperanza de la gloria. Ese mismo Cristo, que nosotros predicamos, cuando corregimos a los hombres y los instruimos con todos los recursos de la sabiduría, a fin de que todos sean cristianos perfectos.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Aclamación antes del Evangelio Aleluya, aleluya. Dichosos los que cumplen la palabra del Señor con un corazón bueno y sincero, y perseveran hasta dar fruto. Aleluya.
Evangelio †
Ahora dispongámonos a escuchar a Lucas hablarnos sobre la hospitalidad de las dos hermanas de Betania. La actitud de cada una de ellas nos dará una lección a cada uno de nosotros.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 10, 38-42)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, entró Jesús en un poblado, y una mujer, llamada Marta, lo recibió en su casa. Ella tenía una hermana, llamada María, la cual se sentó a los pies de Jesús y se puso a escuchar su palabra. Marta, entre tanto, se afanaba en diversos quehaceres, hasta que, acercándose a Jesús, le dijo: “Señor, ¿no te has dado cuenta de que mi hermana me ha dejado sola con todo el quehacer? Dile que me ayude”. El Señor le respondió: “Marta, Marta, muchas cosas te preocupan y te inquietan, siendo así que una sola es necesaria. María escogió la mejor parte y nadie se la quitará”.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Se dice Credo.
Oración de los Fieles
Celebrante: Apreciados hermanos, elijamos siempre la mejor parte, y permanezcamos continuamente al lado del Dios que nos ama y siempre nos escucha. Digamos juntos: Todos: Te lo pedimos, Señor.
1.-Por el Papa y todos los obispos, para que sepan transmitir con fidelidad y amor, el mensaje revelado en el Evangelio a toda la Iglesia y a la humanidad entera. Oremos al Señor.
2.-Para que todos los hombres del mundo sepan abrir los oídos de su cuerpo y corazón, a la escucha atenta de la Palabra de Dios. Oremos al Señor.
3.-Por todos aquellos que no consiguen tiempo para el descanso y sosiego del alma, que, en medio de sus múltiples ocupaciones, puedan reconocer la voz de Dios que los invita a la oración, y a llevar una vida más armoniosa y serenamente confiada en la Providencia. Oremos al Señor.
4.-Por todos los niños de nuestra patria que hoy celebran su día, para que siempre cuenten con el amor y protección de sus seres queridos, y puedan crecer en un ambiente sano y fraterno, donde todos trabajemos por el futuro maravilloso que ellos merecen. Oremos al Señor.
5.-Por todos nosotros aquí reunidos, para que recibamos en nuestra casa a Jesús, a ejemplo de Marta y María, y nos gocemos en la escucha de su Palabra y en la obediencia de sus mandatos. Oremos al Señor.
(Intenciones libres)
Celebrante: Padre bondadoso, que siempre cumples tus promesas, danos un corazón lleno de fe y de esperanza, escucha nuestras humildes súplicas y fortalece nuestra debilidad. Por Cristo, nuestro Señor.
R. Amén.
Oración sobre las Ofrendas
Dios nuestro, que con la perfección de un único sacrificio pusiste fin a la diversidad de sacrificios de la antigua ley, recibe las ofrendas de tus fieles, y santifícalas como bendijiste la ofrenda de Abel, para que aquello que cada uno te ofrece en honor de tu gloria, sea de provecho para la salvación de todos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Antífona de la Comunión
Ha hecho maravillas memorables, el Señor es piadoso y clemente; él da alimento a sus fieles.
Oración después de la Comunión
Oremos: Señor, muéstrate benigno con tu pueblo, y ya que te dignaste alimentarlo con los misterios celestiales, hazlo pasar de su antigua condición de pecado a una vida nueva. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Comunión
Con mucha alegría nos acercamos ahora a participar de la mesa de la familia cristiana. Cantamos.
Final
Con la compañía de Jesús, ahora vayamos, fortalecidos, a servir a nuestro prójimo, tal como lo hemos aprendido hoy de nuestro Maestro.