A continuación, lecturas, salmo y evangelio de este domingo 22 de octubre.
Queridos hermanos. Nos llena de mucha alegría recibirles en la casa de Dios para la celebración eucarística, en el trigésimo domingo del Tiempo Ordinario. Sean todos bienvenidos. Hoy celebramos junto al día del Señor de manera especial la memoria de San José Gregorio Hernández, nuestro primer santo venezolano. Hoy las lecturas nos invitan a orar con insistencia, hoy nos piden hacerlo con humildad para que nuestras plegarias sean escuchadas. La palabra de Dios nos habla de la oración, y coinciden en que el Señor no hace oídos sordos a la súplica de los humildes. En la primera lectura y en el salmo, Dios atiende los gritos del pobre, del oprimido, del huérfano o de la viuda. San Pablo da gloria a Dios que siempre le ha escuchado y de quien espera su corona. Y en el evangelio, Jesús confirma la predilección de Dios por la oración de los humildes, de la que nos hablaba ya el Eclesiástico en la primera lectura. Unidos en oración junto a San José Gregorio Hernández, iniciemos esta Eucaristía
ENTRADA CFR. SAL 104, 3-4
Alégrese el corazón de los que buscan al Señor. Busquen al Señor y serán fuertes; busquen su rostro sin descanso.
ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso y eterno, aumenta en nosotros la fe, la esperanza y la caridad, y para que merezcamos alcanzar lo que nos prometes, concédenos amar lo que nos mandas. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Del libro del Sirácide (Eclesiástico) 35, 15-17.20-22
El Señor es un juez que no se deja impresionar por apariencias. No menosprecia a nadie por ser pobre y escucha las súplicas del oprimido. No desoye los gritos angustiosos del huérfano ni las quejas insistentes de la viuda. Quien sirve a Dios con todo su corazón es oído y su plegaria llega
hasta el cielo. La oración del humilde atraviesa las nubes, y mientras él no obtiene lo que pide, permanece sin descanso y no desiste, hasta que el Altísimo lo atiende y el justo juez le hace justicia.
Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.
Del Salmo 33
R. El Señor no está lejos de sus fieles.
-Bendeciré al Señor a todas horas, no cesará mi boca de alabarlo. Yo me siento orgulloso del Señor, que se alegre su pueblo al escucharlo. /R.
-En contra del malvado está el Señor, para borrar de la tierra su recuerdo. Escucha, en cambio, al hombre justo y lo libra de todas sus congojas. /R.
-El Señor no está lejos de sus fieles y levanta a las almas abatidas. Salva el Señor la vida de sus siervos. No morirán quienes en él esperan. /R.
SEGUNDA LECTURA
De la segunda Carta del apóstol san Pablo a Timoteo 4, 6-8.16-18
Querido hermano: Para mí ha llegado la hora del sacrificio y se acerca el momento de mi partida. He luchado bien en el combate, he corrido hasta la meta, he perseverado en la fe. Ahora sólo espero la corona merecida, con la que el Señor, justo juez, me premiará en aquel día, y no solamente a mí, sino a todos aquellos que esperan con amor su glorioso advenimiento. La primera vez que me defendí ante el tribunal, nadie me ayudó. Todos me abandonaron. Que no se les tome en cuenta. Pero el Señor estuvo a mi lado y me dio fuerzas para que, por mi medio, se proclamara claramente el mensaje de salvación y lo oyeran todos los paganos. Y fui librado de las fauces del león. El Señor me seguirá librando de todos los peligros y me llevará salvo a su Reino celestial. A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
2 COR 5, 19
R. Aleluya, aleluya.
Dios reconcilió al mundo consigo por medio de Cristo, y a nosotros nos confió el mensaje de la reconciliación. /R.
EVANGELIO
Del santo Evangelio según san Lucas Lc 18, 9-14
En aquel tiempo, Jesús dijo esta parábola sobre algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás: «Dos hombres subieron al templo para orar: uno era fariseo y el otro, publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: ‘Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos y adúlteros; tampoco soy como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todas mis ganancias: El publicano, en cambio, se quedó lejos y no se atrevía a levantar los ojos al cielo. Lo único que hacía era golpearse el pecho, diciendo: ‘Dios mío, apiádate de mí, que soy un pecador: Pues bien, yo les aseguro que éste bajó a su casa justificado y aquél no; porque todo el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido’.
Palabra del Señor. A. Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN DE LOS FIELES
Celebrante: Hermanos, hemos escuchado en la Palabra de Dios que la oración del humilde atraviesa las nubes y el Altísimo lo atiende; confiados en esta promesa, oremos juntos y digamos:
Todos: Señor, escucha nuestra oración.
1.Te pedimos por la Iglesia, para que sepa acoger a todas las personas, sin distinción de clases sociales, y los trate a todos con la misma dignidad que les da el ser hijos de Dios. Oremos al Señor.
2.Te pedimos por las naciones que sufren a causa de la corrupción y la injusticia, para que el corazón de los gobernantes y dirigentes sociales se vuelva hacia Dios. Oremos al Señor.
3.Te pedimos que nos concedas a todos, la humildad del corazón, de tal forma que no nos consideremos ni superiores ni inferiores a nadie, sino que nos reconozcamos como hermanos, todos unidos en la Gracia otorgada en Cristo Jesús. Oremos al Señor.
4.Te pedimos por aquellos que ya no oran, por aquellos que han cerrado su corazón a la vida en el Espíritu, para que- se renueve en ellos el deseo de Dios y el anhelo de entrar en comunión con Él. Oremos al Señor.
5. Te pedimos por todos los médicos venezolanos, para que, a ejemplo de José Gregorio Hernández, sean consuelo y manifestación del amor de Dios a tantos enfermos pobres y desesperados. Oremos al Señor.
6.Te pedimos por todos los que estamos participando de esta celebración de fe, para que, reno-vados en el amor de Cristo, salgamos victoriosos en el combate de la vida, y habiendo corrido hasta alcanzar la meta, participemos de los bienes prometidos por Dios a sus hijos. Oremos al Señor.
(Intenciones libres)
Celebrante: Señor, Tú que escuchas las plegarias de los pobres y sencillos, inclina tu oído hacia nuestra voz, y atiende las oraciones que te hemos presentado, en el Nombre de Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Mira, Señor, los dones que presentamos a tu majestad, para que lo que hacemos en tu servicio esté siempre ordenado a tu mayor gloria. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN
CFR. SAL 19, 6
Nos alegraremos en tu victoria y cantaremos alabanzas en el nombre de nuestro Dios.
COMUNIÓN
Cristo, que mira el interior de nuestros corazones, quiere que le recibamos con humildad. Acerquémonos a comulgar cantando.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Que tus sacramentos, Señor, produzcan en nosotros todo lo que significan, para que lo que ahora celebramos en figura lo alcancemos en su plena realidad. Por Jesucristo, nuestro Señor.
FINAL
En un mundo lleno de soberbia y prepotencia, estamos llamados a vivir en humildad. Vayamos a hacer vida lo que aquí hemos celebrado y les esperamos el próximo domingo.
ORACIÓN DE ACCIÓN DE GRACIAS
Dios omnipotente, te ofrecemos nuestra más profunda gratitud por la canonización de San José
Gregorio Hernández. Este reconocimiento sublime de su vida, entregada al servicio desinteresado y a la caridad, es un bálsamo para el alma de nuestra nación y de la Iglesia universal. Su ejemplo de fe inquebrantable, humildad y dedicación a la ciencia y a los enfermos, nos inspira a seguir sus virtudes. ¡Gracias, Padre Celestial, ¡por este inmenso don que nos llena de alegría y esperanza!



