«Cristo ha venido como sumo sacerdote de los bienes definitivos» (Hebreos 9,11), con esta frase la Palabra de Dios señala la majestad de Cristo, el sacerdote eterno que se dio enteramente por la salvación de la humanidad y que permanece cercano, vivo y real en la eucaristía.
El calendario de la Conferencia Episcopal Venezolana contempla la celebración de la fiesta de Cristo Sumo y Eterno sacerdote el jueves siguiente a la solemnidad de Pentecostés de manera que en 2025 es el 12 de junio.
El portal de noticias Aciprensa refiere que esta memoria litúrgica se originó en España en 1973 y fue aprobada por la Sagrada Congregación para el Culto Divino, con el patrocinio del Papa San Pablo VI. En América Latina se celebra en Chile, Colombia, Perú, Puerto Rico, Uruguay y Venezuela.
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En este día se pide especialmente por la santificación de los sacerdotes, se recuerda el privilegio de servir al creador y la responsabilidad de quienes han consagrado su vida para la evangelización en procura de la salvación.

Santo Tomás de Aquino señalaba que “Cristo es sacerdote, no como Dios, sino como hombre”. El sacerdote es por definición una “persona dedicada y consagrada a hacer, celebrar y ofrecer sacrificios”. Cristo entonces es el sacerdote sumo, y “Este sacerdocio, por la obediente oblación de su cuerpo en la cruz, realizada una vez para siempre, es eterno”.
En el Nuevo Testamento, la carta a los Hebreos describe a Jesús Sumo Sacerdote, e invita a confiar en su divina misericordia:
"Teniendo, pues, tal Sumo Sacerdote que penetró los cielos -Jesús, el Hijo de Dios- mantengamos firmes la fe que profesamos. Pues no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino probado en todo igual que nosotros, excepto en el pecado. Acerquémonos, por tanto, confiadamente al trono de gracia, a fin de alcanzar misericordia y hallar gracia para una ayuda oportuna"
Ana Leticia Zambrano