Agosto, es, como ya se ha afirmado en sábados anteriores, el corazón católico del Táchira y muestra de ello es la Fiesta que hoy celebramos. Es quince de agosto y las campanas de la Basílica de Táriba doblan con júbilo, pues, manifiestan sonoramente que es el día de Nuestra Señora de la Consolación, Patrona, Reina, Madre y Señora del Pueblo Tachirense.
La maternal protección y presencia del Retablo Sagrado de la Virgen de la Consolación en nuestra región data del siglo XVI, y desde entonces es para nosotros, no sólo consuelo en la adversidad sino también luz que guía nuestra cotidianidad. Un aspecto característico de la Virgen de la Consolación en nuestra historia es que ha sido siempre luz en nuestros caminos. Los relatos de su llegada a éstas tierras, el de su traslado de San Cristóbal a Táriba, el de su reaparición en el Retablo, muestran la constante característica de que la imagen irradia luz y esto pone de manifiesto, confirma, que la Bella Señora que se encuentra representada en esa imagen es la Madre de Aquel que es Luz del mundo.
Año tras año centenares de peregrinos acuden a la Basílica de Táriba, la zona metropolitana del estado espera con alegría el quince de agosto para acompañar a Virgen de la Consolación en su romería desde la Santa Iglesia Catedral hasta la Basílica. Todos cuantos acuden, vienen no sólo cansados del camino, sino también necesitados de una luz que oriente sus vidas, que ilumine sus oscuridades y ¡cuánta suerte! ¡Que gran bendición! Pues al llegar a Táriba son recibidos, consolados e iluminados por aquella que con gran razón podemos llamar “Madre de la Luz”.
Este año vivimos realidades muy distintas, que quizás nunca se imaginaron, este tiempo de pandemia y de confinamiento no nos ha permitido llegar a Táriba en peregrinación corporal, pero la fe ha hecho despertar nuestros corazones y nos motivado a peregrinar no sólo virtualmente, sino también espiritualmente. Tal vez este año sea la primera peregrinación que hagamos con verdadero espíritu de fe, pues los años anteriores puede que el ir a Táriba se haya convertido en un “ir a la feria” en “ir a comer esos deliciosos dulces” “en ir a la serenata”, pero este año, de seguro nuestro espíritu y nuestra oración “irá” a lo que siempre debió haber ido, a encontrarnos con la Virgen, para que me conduzca a Dios.
En Táriba se ha encendido esa luz, pero no para quedarse allá , sino para desde allá iluminar a todo el pueblo del Táchira. Ciertamente vivimos momentos de dificultad, y si nos sentimos agobiados, tristes, afligidos, no tardemos en acudir a la Madre de la Consolación; también si nos sentimos sumergidos en oscuridades, si creemos que necesitamos una luz que oriente nuestros pasos, no tardemos en acudir a la Madre de la Luz.
Que honor la de nosotros, los tachirenses, tener por Madre y Señora a la Virgen de la Consolación. Con cariño le invocamos como “María del Táchira” y con justa razón se le ha atribuido el título de “la flor más bella de Los Andes”.
Los tachirenses, con ánimo agradecido y con el corazón en los labios, decimos:
¡GLORIA A LA VIRGEN QUE ALUMBRÓ NUESTRA HISTORIA!
Carlos Peña
@seminarista.carlos