Pbro. Jhonny Alberto Zambrano Montoya
Fe creída, Fe vivida
En este segundo artículo de una serie de siete (07), sobre los PRINCIPIOS DE REFLEXIÓN que ofrece la DSI, buscó describir y reflexionar sobre el Principio de la DIGNIDAD DE LA PERSONA HUMANA desde un punto de vista antropológico y cristiano. Marcado por una profunda relación con los Derechos Humanos (DDHH). Al mismo tiempo expresar como este Principio es la base para los otros Principios de la DSI.
¿EN QUÉ CONSISTE EL PRINCIPIO PERSONALISTA?
En primer lugar, la DSI iluminada por el Evangelio, se detiene, ante todo, en los aspectos principales e inseparables de la persona humana para captar las facetas más importantes de su misterio y de su dignidad.
La persona humana, creada a imagen de Dios y expresión de la dimensión social de la Trinidad, forma una unidad de cuerpo y alma y así, con su corporeidad y su espiritualidad, el hombre supera a la totalidad de las cosas y penetra en la estructura más profunda de la realidad.
A la persona humana pertenece la apertura a la trascendencia. El hombre está abierto al infinito y a todos los seres creados. Desde aquí se entiende que el hombre existe como ser único e irrepetible, capaz de auto-comprenderse, auto-poseerse y auto-determinarse.
En segundo lugar, la fuente última de los Derechos Humanos no se encuentra en la mera voluntad de los seres humanos, en la realidad del Estado o en los poderes públicos, sino en el hombre mismo y en Dios su creador. Inseparablemente unido al tema de los derechos se encuentra el relativo a los deberes del hombre.
En tercer lugar, el principio del Bien Común, al que debe referirse todo aspecto de la vida social para encontrar plenitud de sentido, deriva, en primer lugar, de la dignidad, unidad e igualdad de todas las personas. Por ello, las exigencias del bien común tienen que ver con las condiciones sociales de cada época y están estrechamente vinculadas al respeto y a la promoción integral de la persona y de sus derechos fundamentales. En este ámbito, la solidaridad y la subsidiariedad son otros dos principios que ayudan a fortalecer este Principio Personalista.
¿QUÉ ORIGINA LA DESVALORIZACIÓN DE LA PERSONA HUMANA?
La respuesta la encontramos en el MAL USO DE LA LIBERTAD HUMANA. En el ejercicio de la libertad, a veces el hombre no realiza actos moralmente buenos, que edifican su persona, ni a los otros, ni a la sociedad.
El hombre, cuando no obedece a la verdad, pretende ser creador y dueño absoluto de la sociedad y de las normas éticas. Cuando se considera a la sociedad como estructura supra personal se contribuye a que el hombre sea considerado como un instrumento en manos de los poderes que dirigen las estructuras sociales.
La libertad del hombre debe estar dirigida por el equilibrio entre lo que piensa y siente, marcado por las virtudes que ayudan al buen discernimiento en las tomas de decisiones, como actos moralmente buenos.
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¿QUÉ HACER PARA VALORAR LA PERSONA HUMANA?
Es necesario promover LA IGUALDAD Y LA FRATERNIDAD entre los seres humanos, independientemente de su raza, nación, sexo, origen, cultura y clase. Esto permite que sus principios y valores antropológicos desarrollen sus capacidades y potencialidades sin estar sometidos a la ley del más fuerte.
Con los valores que el hombre va formando en su vida unido a sus facultades (inteligencia, memoria y voluntad) impulsan a considerar todos los elementos de la naturaleza y sociedad donde vive, como un todo integral con su propia identidad, esto permite que el hombre PROMUEVA UNA SOCIEDAD PARTICIPATIVA Y DE COMUNIÓN desde su libertad buscando el bien común que dignifique a todos.
Un ejemplo de ello, lo podemos referenciar en la configuración de la democracia contemplada de abajo hacia arriba, donde las bases populares y los grupos intermedios ejercen su acción política creando mecanismos que ayuden a dignificar la vida de las personas.
POR TANTO, la DSI propone como novedad, la relación existente entre la persona humana y sus derechos, naciendo de esta relación el principio del Bien Común. En otras palabras, los principios de la DSI como son el Bien Común, la Solidaridad y la Subsidiariedad y los valores de la Verdad, la Justicia y la Libertad tienen como referencia el PRINCIPIO PERSONALISTA, es decir, la razón de la DSI nace como exigencia de la búsqueda de la dignidad de la persona humana en toda la vida social. Desde este horizonte personalista, se comprende que la Iglesia se acerque a la persona humana, que padece carencias, lucha por superarlas y se alegra cuando lo logra (Cfr. PP 13).
Continuará en el próximo artículo.