El inicio de las clases genera año tras año una serie de disyuntivas que se reflejan en tres vertientes, la primera que versa sobre la infraestructura de los centros educativos, en el caso de la educación pública, la segunda, en los salarios de docentes que se deteriora en el marco de una economía fluctuante y, la tercera, en los costos de la matrícula y la exigencia de algunos extras, cuando se habla de la educación privada.
Sin embargo, nada detiene el fervor y la alegría que se evidencia en la cara de los niños, niñas y adolescentes, quienes, ante el llamado de prepararse para el futuro y el reencuentro con sus compañeros, colman los centros educativos y se observan en cada calle de la ciudad.
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El inicio de las clases, que se enmarca en este último semestre del año, forma parte de una serie de acciones que derivan en medir las condiciones que privan que los niños, niñas y adolescentes reciban una educación cónsona que además de prepararlos cumpla con las condiciones mínimas de seguridad, resguardo y acceso a todas las herramientas educativas necesarias para acceder a conocimientos acordes con el tiempo que se está desarrollando, plagado de avances vertiginosos y acaparados por la tecnología.
Pero sumado a ello se encuentran las condiciones económicas, las cuales dejan desprovistos a los docentes de un salario digno, una situación impositiva que hace del inicio escolar una fuente de protestas que oscurece el panorama nacional y, por ende, regional.
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Las denuncias de los docentes quienes acusan a las autoridades de fomentar horarios mosaicos, que no son más que trabajar dos o tres veces por semana para minimizar gastos de operatividad, se adiciona el llamado a emprender en otras áreas para buscar recursos que se ajusten a la realidad económica nacional, resumen, quienes preparan el futuro del país deben dar clases por vocación y solucionar sus problemas comercializando productos o a través de las conocidas tareas dirigidas.
Inflación
El Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas-FVM), publicó al cierre del mes de agosto que el docente promedio en el país ostenta un salario de 26,09 dólares al mes (Bs. 886,7) monto que representa, de acuerdo al estudio un 5,2 por ciento de la canasta alimentaria familiar, la cual representa un coste de 502,27 dólares (Bs.17.072).
“Esto representa un déficit del 94,8 por ciento, es decir un docente debería ganar 19,24 salarios al mes para alimentar a una familia de 5 integrantes”, de acuerdo al Cendas-FVM.
Esta situación atenta contra los profesionales de la educación que ven sus derechos vulnerados y sin respuestas efectivas ante la ola inflacionaria que al cierre del primer semestre del año se mantuvo en un 121,3 por ciento con una progresión elevada de los bienes y servicios de un 6,2 por ciento de acuerdo a los datos presentados por parte del Banco Central de Venezuela.
Expectativas
Todo está listo para que se inicien las clases de manera formal, razón por la cual las acciones están dadas para que los jóvenes, cuya matrícula ha disminuido, emprendan una vez más el camino a la preparación en bien del país, de su desarrollo y crecimiento, sin embargo, son las condiciones hasta ahora presentes que denotan que si bien el llamado es general no todos están dispuestos a asumirlo.
La expectativa es que se desarrolle con normalidad y que las transformaciones sociales y los cambios económicos necesarios lleguen con la celeridad requerida en bien de un país que necesita la educación como piedra angular para seguir avanzando.
Carlos Ramírez