Queridos amigos:
Quisiera proponerles como imagen inspiradora para estas breves líneas acerca del Santo Rosario la fotografía del Beato Carlo Acutis, un santo de nuestros días, un santo de jeans y botas, un santo joven. Al contemplar a Carlo en las diversas fotografías que han publicado es común verle con un rosario en la mano, incluso, sobre las manos de su cuerpo incorrupto lleva la camándula, esto no como un aspecto decorativo, sino como una manifestación de la profunda devoción que este joven santo tenía a la Santísima Virgen María y al Santo Rosario.
Carlo, para la vocación sacerdotal, para la vida del Seminario, es un modelo a seguir por su perseverancia en la oración. Por eso es oportuno pedir a este joven que será canonizado el próximo mes de abril, que conceda a sacerdotes y seminaristas una profunda devoción mariana, como fortaleza y consuelo de su vocación.
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Muchas veces, lamentablemente, el Rosario suele ser identificado como “cosa de abuelas”, y nos debería cuestionar tanto quienes lo dicen, más bien cuestionémonos que testimonio damos, desde nuestra juventud, sobre el amor a María y el ejercicio piadoso del Santo Rosario.
Necesitamos ser jóvenes con valentía creativa: valientes, al proclamar con nuestra vida que somos hijos de Dios y de María, viviendo según el Evangelio y movidos no por cualquier espíritu o moda, sino movidos por el Espíritu Santo; creativos, para proclamar el amor de Dios desde nuestra juventud, a través de las redes, en nuestros lugares de trabajo y estudio, pero sobre todo desde una autenticidad de vida que manifieste que los jóvenes y los no tan jóvenes somos amigos de Dios.
Ser amigos de Dios consiste en ser muy amigos de Jesucristo, y para ser amigos (tal como nos pasa a Diario) es necesario conocer a esa persona. A Cristo lo conocemos a través de la oración, de la Eucaristía, pero sobre todo su persona y su testimonio lo conocemos a través del Evangelio, y precisamente el Santo Rosario, con cada uno de sus misterios es, como lo diría el Papa Pio XII, “un compendio de todo el Evangelio”. He ahí el secreto, acudamos al Rosario para hacernos amigos de Jesús a través de su Santísima Madre, de quien bien se dice “es el camino seguro que siempre, siempre nos lleva a su Hijo”.
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Carlo Acutis, quien con su testimonio de santidad inspira estas líneas, rezaba el Rosario todos los días y esto no hizo que dejara de sonreír, que dejara de ser alegre, que perdiera simpatía frente a los demás, que se convirtiera en un joven anticuado, no, al contrario, en su oración diaria del Santo Rosario tenía el momento oportuno para hacer aquello a lo que les he invitado en el párrafo anterior, para encontrarse con su amigo Jesús, que no solo es el mejor, sino que este sí que nunca falla, nunca.
Amigos, no seamos un joven cualquiera, seamos jóvenes santos, jóvenes con el Rosario en la mano. Lo mismo aplica para nosotros, seminaristas y sacerdotes.
A quienes lean estas breves líneas les saludo con alegría fraterna, y les aseguro que les ofreceré en mi oración diaria del Santo Rosario, pidiéndoles, a la vez, que cuando ustedes recen, ofrezcan sus oraciones por el Seminario, las vocaciones, los seminaristas y sacerdotes.
Que el Beato Carlo Acutis inspire nuestras vidas para regalar, con alegría y autenticidad, nuestra juventud y vocación a Dios.
Carlos Peña Seminarista