Fe creída, Fe vivida
Continuamos reflexionando en esta serie de artículos sobre Medellín. En esta oportunidad recordamos un elemento que determina esta II Conferencia del Episcopado Latinoamericano: La estructura social de pecado, la cual se describe desde la miseria en que vive el hombre latinoamericano de la década del 60, pero que hoy también se hace presente en nuestro país.
LA MISERIA, como hecho colectivo, es una injusticia que clama al cielo (Cfr. PP 30). La causa se encuentra en la falta de integración socio-cultural en lo económico, donde se implantan «sistemas que contemplan sólo las posibilidades de sectores con alto poder adquisitivo» (MD, Justicia 2), que origina una frecuente inestabilidad política evidenciada en estructuras injustas que golpea al hombre en su dignidad.
Las conclusiones de Medellín orientan a NUEVOS ITINERARIOS, para el caminar de una Iglesia preocupada por la situación de estructura de pecado en el pueblo latinoamericano. Indicaba Pablo VI en el Discurso Inaugural de Medellín (24 agosto 1968): «nos invade la inquietud de nuestro tiempo, proyectados hacia su desarrollo completo y agitados por la conciencia de sus desequilibrios económicos, sociales, políticos y morales», que era manifestada en la injusticia social que rodeaba a los pobres y marginados, que vivían en mayor pobreza, sufrimientos y ansias de liberación.
Será necesario entonces la búsqueda de la transformación, no solo de las estructuras socioeconómica y sociopolítica, sino en la importancia de la FORMACIÓN DE UNA MENTALIDAD donde predominen criterios de solidaridad, libertad, participación, autorrealización y transcendencia.
San Pablo VI en su discurso de apertura, ofrece algunas INDICACIONES para poder liberar las estructuras del pecado social. En primer lugar, REAVIVAR LOS PRINCIPIOS de la dignidad de la persona y del bien común, que puedan ayudar a encontrar respuestas a las necesidades del hombre y la sociedad, SEÑALANDO LOS CRITERIOS que emergen de la encarnación del Evangelio y la DSI en la situación concreta, para así PROYECTAR PLANES Y PROGRAMAS SOCIALES que estén abanderados de un criterio importante, EL CRITERIO DE LA JUSTICIA. Pero, resalta al final la necesidad de LA FORMACIÓN DE AGENTES DE PASTORAL, sacerdotes y laicos que desde su preparación y experiencia social puedan ayudar a solucionar la problemática.
Medellín presentará su MENSAJE LIBERADOR EN LA ACCIÓN SALVADORA DE JESUCRISTO, enviado del Padre en la plenitud de los tiempos para liberar a todos los hombres de las esclavitudes a que los tiene sujetos el pecado (Cfr. Jn 8, 32-35).
EL ORIGEN DE TODA INJUSTICIA está en el desequilibrio interior de la libertad humana, que necesitará siempre, una permanente labor de rectificación (Cfr MD 1, 3). Por ello, el medio para atraer la justicia será LA CONVERSIÓN. Esta conversión no debe renovar soló las estructuras, sino la manera de pensar y vivir del hombre, para llegar a gozar de la plena libertad desde la responsabilidad. Por tanto, la acción liberadora de Cristo actúa en la acción social en favor de la sociedad y la promoción del hombre.
En respuesta a estas estructuras de pecado, Medellín ofrece al mismo tiempo algunas ORIENTACIONES para una acción pastoral del cambio social, incluido allí la política, movidas por la justicia y la caridad, fundadas en la Palabra de Dios y la DSI. La forma de hacerlo será desde «un servicio de inspiración y de EDUCACIÓN DE LAS CONCIENCIAS de los creyentes, para ayudarlas a percibir las responsabilidades de su fe, en su vida personal y en su vida social» (MD 1, 6).
Esto según lo indica san Pablo VI en varias de sus intervenciones debe estar basado en tres aspectos: El primero, una RENOVACIÓN INTERIOR del hombre. El segundo, un cambio en las CONDUCTAS DE LOS HOMBRES Y LA SOCIEDAD, pasar del egoísmo al amor. El tercero, CAMBIOS EN LAS RELACIONES HUMANAS Y LAS ESTRUCTURAS EN LA SOCIEDAD.
Estas orientaciones, deben ser dirigidas por las comunidades organizadas, de manera especial en las clases populares, donde a través de estructuras territoriales y funcionales, se dé «una participación receptiva y activa, creadora y decisiva, en la construcción de una sociedad» (MD 1, 7).
Por consiguiente, Medellín toma la antropología de la Gaudium et Spes y la concepción de desarrollo integral y solidario de la Popolorum Progressio. Para así completar su visión con el lenguaje de LIBERACIÓN INTEGRAL. Esta liberación abarca la totalidad del hombre hasta la eternidad, y se logra con un proceso de emancipación. La visión unificada de la historia del hombre se contempla en la obra salvadora de Dios como liberación integral del hombre en Cristo.
Pbro. Jhonny Alberto Zambrano Montoya