La familia, como grupo social, tiene cambios y es mutable a la época que se vive, en la actualidad, el mundanismo y modernismo, especialmente la tecnología, están afectando negativamente a la célula fundamental de la sociedad, la familia, “el tesoro de la humanidad”, como dice el Papa Francisco. Las relaciones familiares y el compartir cotidiano han quedado relegados.
Los más afectados de esta realidad son los ancianos. Cuando se llega a la tercera edad y ya la persona no es productiva en términos económicos para un grupo familiar, se transforma en una carga potencial para la familia a la que pertenece.
Situación que se convierte en causal de rompimiento de interacción humana, relaciones, comunicación y hasta de la afectividad familiar.
Los ancianos en edad avanzada manifiestan el Síndrome de Diógenes, expresado en hacer ruidos, movimientos involuntarios, escupir, descuido en el aseo personal, y aunado a estas razones, está la falta de personas que los cuiden, la familia tiende a deshacerse de ellos, llevándolos a los asilos de ancianos.
Según estadísticas del antiguo Instituto Nacional de Geriatría (INAGER), hoy INASS, 6 de cada 10 ancianos sufren el abandono por sus familiares. La pérdida de los valores humanos y el resquebrajamiento social se hace más evidente. El número de ancianos abandonados se incrementa cada día más y los asilos están repletos.
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Los Asilos de ancianos
En todo el mundo son muchos los ancianos abandonados por sus familias en los asilos o ancianatos. En la mayoría de los casos, esta situación es reflejo de las deficiencias en los valores familiares de la población moderna y que conlleva a que se relegue y abandone a este componente importante del capital humano de la sociedad actual.
Por otro lado, estas casas hogares acogen, cuidan, sirven y atienden con solidaridad y consuelo a los ancianos, quienes llegan a estos lugares generalmente llevados por sus familiares.
Ya que muchos casos, quedan totalmente abandonados porque quienes un día los dejaron en el lugar, dieron teléfonos inexistentes y se despreocuparon de sus parientes ancianos.
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Carencias y necesidades en los asilos
En la crisis de la Venezuela actual, las Casas Hogares para ancianos están a su máxima capacidad y con listas largas de espera para solicitud de cupos. Los pocos ancianatos que existen en el estado Táchira, atendidos todos por miembros de la Iglesia Católica, subsisten gracias a la Divina Providencia y al apoyo de benefactores, ya que no reciben ningún apoyo oficial significativo por parte de entes públicos.
El principal problema que padecen los ancianos residentes en un asilo es la soledad. La institución puede ofrecer confortables instalaciones para alojamiento, alimentación, cuidados de higiene, atención médica y religiosa, pero la atención afectiva de cariño y comunicación que necesitan los ancianos para fortalecer su salud emocional está ausente.
La soledad y la depresión somatizan otras enfermedades, trayendo como consecuencia la muerte temprana de muchos ancianos. Muchas de las enfermedades que padecen son psicosomáticas, la soledad trae consigo otras enfermedades como la depresión, el asma, reumatismo, entre otras.
Redacción: Mayela Chacón / CNP. 18.387
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