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Las Teologías de la Liberación (I parte-14/22)

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 Pbro. Jhonny Alberto Zambrano Montoya

Fe creída, Fe vivida

Un fruto del CVII y Medellín fue el desarrollo de la Teología de la Liberación (TL) que se volvió estrategia perdurable del catolicismo en la lucha por la justicia social. Cuando nos referimos a TL, desde un punto de vista descriptivo, conviene hablar de las teologías de la liberación, ya que la expresión encubre posiciones teológicas, o a veces también ideológicas, en virtud a los diferentes autores que en su misma concepción: la opción preferencial por los pobres, han visto nuevas ideas y una evolución de su pensamiento, incluso algunas radicales en la opción por la lucha armada.

Lamentablemente algunos precursores de la TL colocaron como punto de partida la fe del pueblo y no el Magisterio, basados en que este Magisterio no estaba encarnado en la realidad sociopolítica de América Latina, esto fue un punto difícil de conciliar, lo que llevó a buscar una solución al problema.

PRINCIPALES REPRESENTANTES

Al hablar de los precursores de la TL, hablemos de quién es su mayor expositor, GUSTAVO GUTIÉRREZ quien, en 1968, antes de Medellín, había ofrecido una conferencia con el título: Hacia una Teología de la Liberación, dando así nombre a la reflexión teológica del CVII aplicada a América.

Donde la ortodoxia (recto pensar) presupone la ortopraxis (recto actuar), es decir, se reflexiona sobre aquello que se vive, la reflexión teológica viene después del actuar. En este mismo año, pública en Europa Teología de la Liberación, que se convierte en su manifiesto para analizar y prever un discurso político en América Latina. Este texto nace en un momento histórico marcado por tres direcciones: la dramática situación en que vive el hombre latinoamericano, el análisis teológico del momento y la cultura europea del año 1950 y 1960.

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El trasfondo del pensamiento de Gutiérrez se da en el PARAGÓN ENTRE AMÉRICA LATINA Y EUROPA OCCIDENTAL Y LA DESIGUALDAD que existe entre estos dos continentes y el diverso proceso de transformación existente, donde se busca superar estos límites humanos para llegar a un tipo de sociedad más humana. Gutiérrez presentó un sueño escatológico, un hombre justificado, quien en la realidad de los dos continentes no se podrá realizar, esto sucederá sólo cuando logre su liberación interior que le llevará luego a la liberación externa, manifestada en la instauración de la paz y la justicia entre los hombres.

Gutiérrez manifiesta que LA POLÍTICA Y EL EVANGELIO NO ENTRAN EN CONFLICTO, como lo explica Maritain haciendo implícito el pensamiento de Santo Tomás de Aquino. Por el contrario, la Iglesia al evangelizar debe animar lo temporal, en esto tienen un papel protagónico los laicos, allí la comunidad cristiana puede leer políticamente los signos de los tiempos y con audacia asumir compromiso en el mundo aquí y ahora, de manera especial con los pobres, que viven tantas injusticias y que, para él, son un lugar privilegiado de encuentro con Dios.

Por tanto, en la lucha por la justicia, sus medios deben ser acorde con el Evangelio, de allí que la evangelización tiene necesidad de la dimensión política, porque se desarrolla en aquellos hombres que viven socialmente de una forma infrahumana. Gutiérrez asume como a priori, la lucha de clases en medio de la búsqueda de la justicia en la realidad política, el verdadero amor cristiano, dice Gutiérrez «se encarna en la lucha por la liberación de los oprimidos». Así esta lucha se convierte en un acto de fe, excluyendo colocarse de parte de quien oprime.

Esto es asumido en la Popolorum Progressio (PP), pero podríamos decir que no incorpora la teoría de la dependencia, ni de la lucha de clases, sino que asume la teoría del desarrollo, ya que san Pablo VI usa la noción tomista de relación gobernador-pueblo, por ende, incorpora la posibilidad de desobediencia civil y en último caso, el derecho al tiranicidio.

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En Medellín se incorpora la opción preferencial por los pobres, y se discute esta opción de tiranicidio del PP, ante el escenario de las dictaduras que fustigaba a América Latina. Lastimosamente, esta lucha contra los tiranos se convirtió inevitablemente en lucha de clases y fueron muchos los sacerdotes, teólogos y hombres de Iglesia que tomaron una opción extrema de la TL, cayendo en la senda del marxismo, la lucha armada y la opción violenta.

Uno de los impulsores de buscar un camino equilibrado respecto a la lucha armada fue MONS. EDUARDO F. PIRONIO, (obispo argentino y sería el primer latinoamericano en trabajar en la Curia Romana llamado por Pablo VI (1975) y luego Cardenal (1976), quien postulará cambios estructurales basado en la ética social cristiana, alejándose de todo análisis sociopolítico de dependencia, ideologías y práctica de liberación.

Buscará salvar la unidad de la Iglesia, que estaba en peligro por algunas líneas radicales. Para él la dependencia es en relación al pecado y la liberación, fundada en un programa de acción sociopolítico iluminado por la DSI y que la praxis pastoral de Medellín proponía, llevando al hombre a ser consciente de ser protagonista de su vida.

  Herederos de la propuesta de G. Gutiérrez, son LOS HERMANOS BOFF, CLODOVIS Y LEONARDO. Clodovis, teólogo y sacerdote, gran científico y político. Leonardo, franciscano, que abandonó el ministerio y ha seguido una línea más extrema, asociada al tema ecológico. Los hermanos Boff parten de un presupuesto importante y al mismo tiempo peligroso: ellos dicen que la Iglesia se ha preocupado sobre todo de defender la ortodoxia, y deberían también preocuparse de defender la ortopraxis. No solo es correcto decir, sino también es correcto hacer.

L. Boff supo dar cuerpo a la utopía como fuerza motriz de la historia, no como fuga del presente, sino con esperanza al buscar transformaciones en los procesos sociales. Se fundamenta en la necesidad de armonizar la exigencia del hombre latinoamericano con la verdad de Cristo, con una teología donde el elemento antropológico está sobre el eclesiológico, el primado de lo crítico sobre el dogmático, de lo social sobre lo personal, de la ortopraxis sobre la ortodoxia.

 Para Leonardo el cristianismo no puede vivir en el pasado nostálgico, ya que celebra una presencia, que transforma no sólo al individuo sino la comunidad y esta transformación significa salvación, que en término de Boff sería liberación total. En este sentido la liberación económica, política y social son liberaciones parciales, mas no impide que sea fundamental para la liberación definitiva ya realizada por Cristo que es la liberación total.

Los hermanos Boff sostienen que la pobreza del pueblo latinoamericano, no es la pobreza de una clase, sino la pobreza del Salvador que se identifica con la criatura. Para L. Boff una aceptación correcta del CVII en América Latina significa TL y comienza a tomar forma con Medellín en 1968. Boff basándose en lo que decía san Pablo VI, llega a comprender que la Iglesia no puede quedarse solo en el plano religioso, sino que debe preocuparse de los problemas temporales del hombre, sin embargo, este será el punto delicado de L. Boff, al entenderse como una contraposición entre la Iglesia institucional y la comunidad de fe.

Otro representante es JOHN SOBRINO, que analiza la presencia de Jesús entre los pobres latinoamericanos. Para ello utilizará la figura del cuerpo místico, donde los pobres forman parte. El escándalo de la injusticia es una forma de crucificar a Jesús y no concibe a aquellos que se dicen llamar cristianos y viven en privilegios. Habla de un mensaje de esperanza en la certeza de la resurrección. En 1968 existían divisiones en todos los sentidos. Esto lleva a comprender porque la TL tuvo tanta fuerza, pues proponía una línea de acción concreta en medio de la realidad social latinoamericana, ciertamente en diversas direcciones. 

Continuará el próximo domingo…

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