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Las Teologías de la Liberación (II parte)

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Pbro. Jhonny Alberto Zambrano Montoya

Fe creída, Fe vivida

LA TEOLOGÍA DEL PUEBLO (TP)

 En el CVII acontecieron dos hechos relevantes: el encuentro en Roma de expertos conciliares latinoamericanos, – entre ellos Lucio Gera – y el encuentro en la facultad franciscana de Petrópolis (Brasil) en 1964 con el fin de investigar teológicamente la problemática de la Iglesia latinoamericana, entre ellos Gustavo Gutiérrez y L. Gera.

En 1968, Gutiérrez presenta la Teología de la Liberación. Medellín asume su lenguaje y enfoque, luego influiría en Argentina sobre todo en L. Gera que participó como perito en esta II Conferencia. En Argentina a la Comisión Episcopal de Pastoral (COEPAL) en 1966, le asignaron crear un plan nacional de pastoral según el CVII, formado por obispos, teólogos, pastoralistas; entre ellos L. Gera y R. Tello.

 Expresa Scannone, que este es «el ámbito donde nació la teología argentina del pueblo, cuya impronta se notó en la declaración del episcopado argentino en San Miguel (1969), la cual aplicaba las conclusiones de Medellín al país». Esta comisión siguió reuniéndose – la COEPAL dejó de existir en 1973 – como grupo de reflexión teológica bajo la guía de L. Gera (experto también en Puebla, así como lo fue en el CELAM, influenció en el movimiento de sacerdotes para el tercer mundo y colaboró en la Comisión Teológica Internacional. Su teología fue casi toda oral, pero muchas de sus intervenciones fueron grabadas y transcritas).

 ¿LA TEOLOGÍA DEL PUEBLO (TP) ES UNA CORRIENTE DENTRO DE LA TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN (TL)?

 J.C. Scannone distingue entre cuatro corrientes de la TL: «1) Teología desde la praxis pastoral de la Iglesia; 2) Teología desde la praxis de grupos revolucionarios; 3) Teología desde la praxis histórica; 4) Teología desde la praxis de los pueblos latinoamericanos». En esta última ubica la TP como una de ellas, incluso asegura que G. Gutiérrez la caracteriza como una corriente con rasgos propios dentro de la TL.

 ¿QUÉ ES LA TEOLOGÍA DEL PUEBLO?

 Es una teología que nace en la expectativa de recepción y aplicación del CVII, con referencia especial a la GS, que ofrece un método que permite pensar la teología en una dinámica de los acontecimientos históricos, «como la historia vivida, narrada y críticamente interpretada, siempre mediada por una cultura y una memoria colectiva», dirá L. Gera, redescubriendo la historia como un lugar teológico, donde la vida de las comunidades desarrollan un protagonismo, dándose un vínculo entre historia y cultura, siendo una consecuencia que precisa el modo de entender la historia no como algo abstracto, pasivo o neutro, sino como la acción de sujetos personales y comunitarios que van forjando, generación tras generación su propio destino histórico.

En este sentido, hablar de TP es hacer referencia a las categorías pueblo de Dios y los pueblos, entendido como la inserción de la Iglesia en el transcurso histórico de los pueblos, como sujetos de historia y cultura (entendida como estilo de vida común de un pueblo), receptores de la evangelización y, si están ya evangelizados, también como evangelizadores.

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 En L. Gera la categoría PUEBLO tiene primacía y está de forma trasversal en su pensamiento y escritos, es una relación pueblo y cultura. La TP sostiene que son los pobres quienes conservan como estructura de vida y convivencia, la cultura propia de su pueblo, y la opción preferencial por ellos marcada en Medellín y Puebla, no se opone a la TP, sino que coincide. Son los pobres en Latinoamérica, quienes mejor conservan memoria histórica común, fruto del mestizaje cultural fundacional de su primera evangelización» (Scannone).

 La TP desarrolla una analogía interna al concepto pueblo, para pensar las realidades diferentes y vinculadas del pueblo secular y el pueblo de Dios. Esta observación metodológica le ayudó a no caer en un reduccionismo. Dirá L. Gera: «un pueblo es un sujeto colectivo, esto es, una forma específica de comunidad. Es entonces una pluralidad de individuos, una multitud reducida a unidad: unificada y (relativamente) totalizada». 

Pluralidad y unidad, hace referencia a cantidad y cualidad. La pluralidad es la multitud de individuos, dato que controla la realidad colectiva del pueblo, mientras que la unidad es la dimensión constitutiva del pueblo. Por tanto, ES LA UNIDAD LA QUE PERMITE QUE LA PLURALIDAD DE INDIVIDUOS SEA UN VERDADERO SUJETO MORAL Y SOCIAL. Aquí entra en tensión la unidad y la pluralidad, la persona y la comunidad, generando vida sin negarse uno a otro.

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 Esta indicación nos introduce en la condición de PUEBLO COMO SUJETO SOCIAL, que buscamos ofrecer desde una dimensión ética en la propuesta pastoral, que haga del pueblo un sujeto responsable y autónomo de sus acciones, desde una dinámica que lo unifique y le permita evolucionar. El factor determinante de un pueblo es la unidad, si ella se debilita, se debilita el pueblo. La acción política se desarrolla desde la unión de voluntades de muchos en la realización del bien común, que nace del mismo querer del pueblo, diría Gera: «voluntad que surge del subsuelo de una común cultura y de condicionamientos históricos que han contribuido a unir al grupo brindándole la posibilidad de una decisión de solidaridad política». También afirmará: «El pueblo tiene su racionalidad. Tiene su proyecto, no se lo damos; lo ayudamos a formularlo, le damos instrumentos de formulación».

 He mencionado antes un rasgo temático dado por Scannone: LA CULTURA al que se le une la religiosidad popular; pero existen otros de índole metodológico que aporta Gutiérrez, hablamos de su análisis histórico-cultural, privilegiado sobre el socio-estructural, aun sin descartar aquél, que lleva a conocer la realidad para transformarla, con el empleo de ciencias más hermenéuticas como la historia, la cultura y la religión, completando el uso de ciencias más analíticas y estructurales.

Por tanto, la Teología del Pueblo es una corriente con identidad propia dentro de la TL, contribuye desde la inculturación y el contexto a la tradición teológica latinoamericana donde se ha hecho una opción preferencial por los pobres.

 El conocimiento del proceso histórico, está condicionado por el conocimiento connatural, no se trata de buscar conocer el pasado y el presente de modo especulativo, sino de descubrir las bases de un futuro posible y dar a nuestra propuesta pastoral como base lo realizable, desde la cultura de un pueblo, es decir, la connaturalidad y el análisis del proceso histórico convergen en la cultura, y nuestro caso será esta cultura popular donde encontraremos un hombre que cree en Dios y asume desde la fe, lo que Dios le ha encargado. El camino para encontrar una auténtica liberación consiste en sostener y fortalecer la cultura popular con su cristianismo.

 Basados en la TP buscamos una propuesta que desarrolle LA CULTURA EN UN ESTILO DINÁMICO Y CREATIVO, no solo contemplativo. Una construcción de comunidad humana que desarrolle en su historia el bien común que incluya a todos; donde el primer lugar lo tengan las personas y no los objetos, la persona vale por sí misma y los bienes deben estar al servicio de esa dignidad. «Los pobres y su pobreza ocupan un lugar central en esta consideración sobre la cultura y se constituye en la principal clave de interpretación para comprender en su profundidad los procesos históricos». A los pobres solo se les puede conocer si se conoce su historia, escuchada desde su visión y comprendiendo su estilo de vida.

 La TP influyó en el Sínodo de 1974, gracias a las intervenciones de los obispos latinoamericanos – el cardenal Pironio – teniendo efecto en el CAPÍTULO 4 EVANGELIZACIÓN DE LA CULTURA DE EVANGELII NUNTIANDI (EN) de san Pablo VI, aplicada en Puebla. Aquí la dimensión social y la dimensión pastoral se cruzan por una mejor dignidad de las personas, desde un cercano rescate de los valores culturales, humanos y cristianos que se esconden detrás del dolor y la pobreza de tantos sectores de la sociedad.

La TP ha ayudado a explicitar LA CONEXIÓN ENTRE EVANGELIZACIÓN, LIBERACIÓN Y CULTURA con la primacía de la evangelización propuesta por san Pablo VI, para que la Iglesia cumpla su misión liberadora, que es iluminada por la verdad del Evangelio acerca del hombre y la encarnación de la cultura latinoamericana.

 Scannone indica, que aunque muchos enemigos de la TL buscaron colocarlas en conflicto, se produjo una fecundación entre ellas, respetando los contextos sociales y geo culturales. Por tanto, se puede hablar en las diferentes líneas de la TL, no solo de teologías en contexto, sino de una inculturación latinoamericana de la Teología.

Ya para finalizar este punto sobre las teologías de la Liberación, es necesario indicar que las DOS INSTRUCCIONES DE LA CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE de 1984 y 1986, ayudaron a prevenir posiciones extremas, vale decir, que no seguidas por la mayoría de los teólogos de la liberación. Incluso en 1986, esta línea teológica tuvo un reconocimiento eclesial por san Juan Pablo II, no solo como oportuna, sino útil y necesaria, para una nueva etapa de reflexión teológica social de la Iglesia y otra señal de cambio de postura ante la TL, fue la reedición en 2013 del libro: Del lado de los pobres. Teología de la Liberación, del cardenal Müller y G. Gutiérrez, presentado por el mismo Gutiérrez en el Vaticano. Dos teólogos de experiencias distintas, presentan en sus pensamientos, importantes paralelos y convicciones fundamentales.

(14/22)

Continuará el próximo domingo….

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