Los latidos de nuestro corazón son, la medida más fidedigna que tenemos del tiempo. Así como el reloj, también a nosotros se nos escapa el tiempo de las manos. Todos sabemos que la vida, la vida de verdad, es la suma de aquellos momentos que, aunque fugaces, nos permiten disfrutar de la paz y la armonía cuando estamos en sintonía con el creador del universo. El reloj marca lo rutinario que puede ser el tiempo o lo extraordinario que pueden las horas cuando las aprovechamos para ser cada vez mejores.
En estas horas los relojes se preparan para cantar las doce campanadas recordando que hace medio siglo unieron sus vidas HUMBERTO URBINA Y BLANCA UZCATEGUI DE URBINA.
Cincuenta años de feliz unión matrimonial de El tiempo pasa con una regularidad inexorable. El ser humano tiene unos relojes que le ayudan a conocer la cadencia de su paso, que le ayudan a fraccionar el decurso indivisible del tiempo, que es el material del que estamos hechos.
El maestro Mario Benedetti dijo que: «Si la Esmeralda se opacara… Y si el oro perdiera su color… Entonces, se acabaría nuestro amor». Poéticamente el bardo nos recuerda que las verdaderas historias de amor se escriben, porque el amor fluye como el agua y se mete en los rincones más estrechos de la tierra, un origen similar al de la esmeralda, la piedra de la serenidad que nace cuando se mezclan elementos químicos con agua calentada por el subsuelo. La metáfora es clara, las esmeraldas necesitan el calor del agua para formar la piedra preciosa; por otra parte, el amor requiere el calor de la sangre de nuestros corazones para formar un sentimiento profundo.
En medio de una gran serenidad, de un compartir equilibrado HUMBERTO URBINA Y BLANCA UZCATEGUI DE URBINA celebran sus BODAS DE ORO MATRIMONIALES. La tradición de asociar el aniversario de boda a metales nobles se fue afianzando desde la edad media, época en la cual cuando una pareja lograba celebrar el vigésimo quinto aniversario de su matrimonio, la esposa era reconocida por familiares y amigos con el regalo de una corona de plata; pero si llegaba a la celebración de los Cincuenta Años de unión conyugal a la fiel consorte se le obsequiaba una corona de oro. Estas celebraciones fueron desde entonces conocidas como Bodas de Plata y Bodas de Oro respectivamente.
Buena estación para celebrar las BODAS DE ORO MATRIMONIALES de HUMBERTO URBINA Y BLANCA UZCATEGUI DE URBINA. Ya transcurrió medio siglo de vida, pero ellos siguen hablando como los enamorados de la primera hora
Y… Hablan de amor, con palabras que son un almácigo de sueños.
Y… Hablan de arte para cada uno pedirle al otro que le enseñe de qué color es la ternura.
Y… Hablan de lenguas extranjeras para averiguar en que lenguaje conversan los pájaros, por qué los tréboles lloran a la hora del alba y amanecen con lágrimas en sus hojas.
Y… Hablan y cantan canciones de lluvia, al ritmo del viento en los jardines, mientras duermen la siesta las chicharras y cantan villancicos con violines los grillos.
Y… Hablan para saber que el verbo amar se conjuga con un beso; que la palabra arado tienen cinco letras como la palabra árbol y la palabra hogar y la palabra trigo
Y… Entre tanto conversar ya saben que con el trigo hacemos el pan y que el pan más rico es el que se gana con el bíblico sudor de la frente y se amasa con la buena levadura del servicio.
Y… Entre tanto conversar, Humberto y Blanca saben seleccionar las expresiones; por eso prefiere a la palabra miel antes que aguijón, la palabra arco iris antes que relámpago, la palabra cielo antes que precipicio.
Y… Humberto y Blanca buscan en la raíz más profunda de cada palabra el sentido de justicia. Por eso esta pareja sabe que dos más dos son cuatro, pero que si hay cuatro bocas con hambre y sólo dos panes, hay que dividir los panes con sentido humano para dar medio pan a cada boca.
Y… En la raíz más profunda de cada palabra, HUMBERTO URBINA Y BLANCA UZCATEGUI DE URBINA también saben que en cada pecho hay un corazón que late al ritmo del reloj para transitar por los caminos de la esperanza, del optimismo y de la fe. Luego de Cincuenta años, Humberto y Blanca saben que la medida más fidedigna que tenemos del tiempo son los latidos del corazón.
Felipe Guerrero
felipeguerrero11@gmail.com