El pasado 26 de febrero, Monseñor Marco Tulio Ramírez Roa, cuarto Obispo de San Cristóbal, cumplió 25 años de haber fallecido dejando un legado de fe y devoción en los sacerdotes y feligresía del estado Táchira.
El presbítero José David Ramírez, recordó que el expastor diocesano se caracterizó por ser un hombre que era amigo, maestro, hermano, compañero, confidente, y quien tenía una manera muy peculiar para resolver las vicisitudes.
“Él llegaba y decía, siéntate hijo mío, cuál es tu problema, y tras esto terminaba dando algunas soluciones magistrales, con poquitas palabras y muy sencillas”, expresó.
Mencionó que no era un esclavo del reloj, pues a cada cosa le destinaba su tiempo con el fin de hacer las cosas bien hechas, sostuvo Ramírez, a la vez que señaló que era “el hombre de las mil soluciones”.
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“Él atendía a todo el mundo, siempre estaba con su atuendo muy pulcro, y fue un amante del Seminario, de cuya institución fue rector”, dijo.
A diario acudía a esta casa de estudios, la cual fue su mayor preocupación, pues para él era de suma importancia la formación de los seminaristas.
Como anécdota añadió el presbítero que en una oportunidad acudió a la Diócesis para una reunión con Monseñor. Finalizado el encuentro le pidió que lo acompañara a uno de los pasillos, pues le quería enseñar algo. Se trataban de dos turpiales que se hallaban dentro de una jaula, cuyos animales habían sido obsequiados por unas personas.
“Me dijo quién me los regaló, me los trajo para que yo los tenga encerrados, pero yo les abrí la jaula para que se vayan cuando se quieran ir, para mí están en libertad”, explicó.
Continuó diciendo que Monseñor les dijo que salieran, en efecto, los pájaros obedecieron y salieron de la misma, luego les dijo, de nuevo a la jaula, y así fue. Posteriormente les echó comida, y les volvió a repetir que salieran, y nuevamente esto se cumplió.
“Tras esto el Obispo les dijo de nuevo a la jaula y así fue, lo que me sorprendió, pues tenía una gran capacidad para hablar con los animales”, agregó Ramírez.
Descartó que los adiestraran, pues apenas tenía 24 horas con dichas aves.
Virtudes
Una de las enseñanzas de Monseñor a los estudiantes fue la de inculcar seis virtudes, entre ellas, piedad, alegría, energía, disciplina, aseo y trabajo.
Así lo recuerda el presbítero, José Leonidas Camargo, quien manifestó que un día antes de su ordenación recibió el ornamento que les obsequió el Seminario, en persona del ahora Monseñor Jorge Aníbal Quintero, Obispo de Barcelona.
“Mostró su gran alegría al ordenar un número de 18 sacerdotes, y entre risas, me dijo, ven para acá hijo mío, y al acercarme me volvió a preguntar las virtudes del seminarista, así como explicar cada una de ellas”, apuntó Camargo.
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En su año de Diaconado compartieron ambos oficios de lecturas y laudes, llamándole la atención que acostumbraba a leer de corrido todo, incluyendo las rúbricas en rojo. Algunas partes de su liturgia estaban subrayadas.
En su opinión, fue un sacerdote que, sin saberlo, dejó caer en muchas personas la semilla de la vocación, quien se caracterizó por su amor a los pobres y al pueblo.
“Fue un Obispo devoto de la virgen, muy mariano, estricto, serio, pero locuaz para decir las cosas, siempre con ánimo, enérgico, y muy proactivo”, acotó.
De acuerdo a Ramírez, Monseñor Marco Tulio murió con olor a santidad.
Maryerlin Villanueva