En la celebración de la fiesta de la conversión de San Pablo, el papa Francisco escribió su mensaje
para el tiempo litúrgico de cuaresma, en el cual propone dos caminos a transitar de la mano de
Jesús, para llegar más de cerca al Padre: escuchar la palabra Dios y no tener miedo de afrontar las
realidades cotidianas con sus fatigas, sus dificultades y sus contradicciones.
En la misiva titulada “Ascesis cuaresmal, un camino sinodal”, el Sumo Pontífice recuerda el
episodio de la Transfiguración del Señor, cuando Jesús llevó a Juan, Pedro y Santiago a lo alto del
monte Tabor y allí les permitió la gracia de verle en su gloria. A la luz de esta palabra, Francisco
plantea como meta para este tiempo litúrgico una transfiguración personal y eclesial, proponiendo
dos rutas de ascenso.
“La primera indicación es muy clara: escuchar a Jesús. La Cuaresma es un tiempo de gracia en la
medida en que escuchamos a Aquel que nos habla. ¿Y cómo nos habla? Ante todo, en la Palabra
de Dios, que la Iglesia nos ofrece en la liturgia”. En este sentido, llama a participar en la Misa
frecuentemente y si no es esto posible, meditar las lecturas bíblicas de cada día aprovechando
incluso el internet.
Y continúa Francisco “Además de hablarnos en las Escrituras, el Señor lo hace a través de nuestros
hermanos y hermanas, especialmente en los rostros y en las historias de quienes necesitan ayuda.
Pero quisiera añadir también otro aspecto, muy importante en el proceso sinodal: el escuchar a
Cristo pasa también por la escucha a nuestros hermanos y hermanas en la Iglesia”.
El segundo camino propuesto alude a las palabras de Jesús cuando los discípulos cayeron rostro en
tierra llenos de temor “Levántense, no tengan miedo”. Es así como Francisco señala: “la segunda
indicación para esta Cuaresma: no refugiarse en una religiosidad hecha de acontecimientos
extraordinarios, de experiencias sugestivas, por miedo a afrontar la realidad con sus fatigas
cotidianas, sus dificultades y sus contradicciones”. Esto quiere decir que tanto en lo personal
como en lo eclesial, debemos ser reflejo de la luz de Cristo en palabras y en obras, aún en medio
de las dificultades.
Finalmente, el obispo de Roma expone cómo en este tiempo litúrgico el Señor invita a sus hijos
subir con él, como en el monte Tabor, “para vivir con el Pueblo santo de Dios una experiencia
particular de ascesis”, y explica “la ascesis cuaresmal es un compromiso, animado siempre por la
gracia, para superar nuestras faltas de fe y nuestras resistencias a seguir a Jesús en el camino de la
cruz”.
Ana Leticia Zambrano
CNP 10371