PBRO. JHONNY ALBERTO ZAMBRANO MONTOYA
FE CREÍDA, FE VIVIDA
Este artículo busca dar conocer las CLAVES ÉTICAS fundamentales de una ecología humanista cristiana aportadas por la Doctrina social de la Iglesia (DSI). Por ello, se hace necesario explicar las raíces y los fundamentos bíblicos y teológicos de la
ecología humanista cristiana, donde se manifiesta la responsabilidad especial de la Iglesia con la salvaguarda del medio ambiente, por medio de una propuesta ética cristiana a problemas concretos de la vida cotidiana poniendo de manifiesto la
exigencia de cambio de comportamientos, contribuyendo a la formación de ciudadanos que toman en serio la cuestión ambiental y se comprometen con esta propuesta.
¿EN QUÉ SE BASA? La propuesta de una ecología humanista cristiana se basaen que el ser humano es imagen de Dios, centro y cima de todo lo creado; y al mismo tiempo, la creación también es imagen de Dios. La fe cristiana aporta novedad a la relación del ser humano en la Creación, ya que es co-creador, participa con el Señor en su obra. Por tanto, la creación es un don de Dios y un derecho de todos. La ecología humanista cristiana tiene CINCO DIMENSIONES.
- La biblica, que nos presenta textos llenos de enseñanzas y propuestas del designio de Dios creador.
- Antropológica que presenta a la tierra como la casa común de la familia humana, todo aquello que agrede a la casa común agrede al hombre en sí mismo.
- Teológica que evidencia que sin Dios todo lo creado se queda en el vacio, la creatura no se comprende separada de su Creador, su causa y sentido último
- La cosmica que expresa el designio mayor del amor del Creador que encuentra en Cristo resucitado su cabeza. En quinto lugar, la visión universal e integral de una casa común para una unica familia humana.
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Entre las repercusiones que puede tener la experiencia y apliación de la ecología humanista cristiana, podemos mencionar el paso de una concepción de Dios como Ser a una concepción de Dios como VIDA, al igual que pasar de la posición del ser humano como DOMINADOR Y DUEÑO DE LA TIERRA A ADMINISTRADOR FIEL Y PRUDENTE.
Es decir, pasar de apropiarnos los bienes de la creación a defender la posibilidad de acceder a ellos como un derechos de todos, es cambiar la mentalidad de que la tierra es solo fuente de recursos y reconocerla como nuestra casa común. Es un paso del utilitarismo y consumismo a opciones de justicia, paz e integración con la Creación.
Uno de los DESAFIOS de recibir y aplicar esta ecología cristiana, es afrontar la crisis ecológica desde el ambito moral, haciendola ver mas profunda y decisiva que la crisis economica. Urge un cambio de paradigma, una conversión ecológica, generando una educacion ecológica transformadora donde el hombre sea un fiel y prudente administrador de los bienes de la Creación, que tenga iniciativas a traves de movimientos y grupos que trabajen por un desarrollo integral del mundo y del hombre, es decir, de la tierra y los derechos del hombre.
El Cristianismo atesora un rico patrimonio teórico y práctico ecológico y siente una especial responsabilidad en la salvaguarda del medio ambiente. La persona de Jesús aparece unida a su tierra y al estilo de vida de su pueblo. El destino de la creación entera pasa por el misterio de Cristo y desde alli nos abre al horizonte de un cielo nuevo y una tierra nueva.
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Un IMPERATIVO NATURAL resuena en la conciencia del hombre, Dios le ha encomendado la Tierra, teniendo el deber de cuidar sus recursos naturales. Sin embargo, en la raíz de la crisis ecológica está la pérdida de fundamento del hombre, al separarse de Dios su Creador, desfigura su relación con el ambiente, con los demás seres y con los demás hombres (Cfr. Centecimus Annus, 37). En este sentido, Benedicto XVI nos dice: “La Iglesia tiene una responsabilidad
especial respecto a la creación y la debe hacer valer en público.
Y, al hacerlo, no sólo debe defender la tierra, el agua y el aire como dones de la creación que pertenecen a todos. Debe proteger, sobre todo, al hombre contra la destrucción de sí mismo” (Caritas in Veritate, 51). El medio ambiente es un BIEN COLECTIVO, patrimonio de toda la humanidad. Esta responsabilidad se extiende al presente y al futuro. En esto consiste nuestra solidaridad con la justicia climática: todos somos responsables de todos. Sobre todo, hay que considerar al ser humano “sujeto” en un mundo de objetos. La primera estructura fundamental de la ecología humana es la familia (Cfr. Centecimus Annus 39-40).
Es urgente superar la visión de la naturaleza únicamente como objeto de provecho y de interés para el hombre, visión que, hasta ahora, ha propiciado inmensas desigualdades, injusticias y violencia para la mayoría de la humanidad. No somos
dueños ni dominadores, somos administadores. Es necesario cambiar la mentalidad, debemos educar para la responsabilidad social y empresarial con práticas de vida sostenible, es sentir la tierra como nuestra casa común. Por tanto, EL AMBIENTE
DEBE SER GESTIONADO EN FUNCIÓN DE LA DISTRIBUCIÓN DE LOS BIENES SEGÚN EL PRINCIPIO DEL BIEN COMÚN.