Tener un sano desarrollo psicológico, requiere aspectos cognitivos, afectivos y relacionales que necesariamente encuentran respuestas a todas las interrogantes desde una visión espiritual de la vida.
Valorarse
Valorarse positivamente a sí mismo, es una autoconcepción del valor, a esto muchos le llaman autoestima. Es la forma de constatar la bondad y la capacidad de fondo que puede tener una persona. De igual manera, es necesario tener conocimiento realista de los propios límites y dificultades, que no desmienten esa valoración positiva que podamos hacer de nosotros mismos.
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Por otra parte, una autoestima que pase los sanos límites, puede llevar a una forma de encubrir las propias fragilidades, llevando a caer en una defensa de autoestima deficiente. Por tanto, lo que hace que una autoestima sea mayor o menor, es “el conocimiento de nuestras propias limitaciones y la valoración de nuestras bondades”, aceptándonos como somos y siguiendo adelante con los procesos necesarios para mejorar.
Lectura de vida
La lectura de las cosas que nos van sucediendo y de nosotros mismos, nos ayudan a cómo vamos procesando nuestras vidas. Es necesario tener una mirada de esperanza que nos ayude a vislumbrar cosas nuevas, que podemos ofrecernos a nosotros mismos, para nuestro crecimiento humano y espiritual.
El mundo exterior influye en nosotros, pero es más cierto, que la forma en que leemos o percibimos nuestra vida, produce gran influencia en como la vivimos. Aquí son claves los criterios de interpretación y valoración que tenemos de nosotros mismos, para ellos, es necesario leer y formarse en estos aspectos.
Interpretación
Los criterios de interpretación y valoración nos ayudan a evaluar las dificultades, los fracasos y las limitaciones que constituyen un problema para la autoestima. Es por ello, que las situaciones difíciles pueden afrontarse si hay una base que ayude al convencimiento previo de que es posible superarse, creando una motivación en nuestra actitud, frente a lo que se debe resolver.
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Pensemos en alguien que entrena algún deporte, si inicia diciendo que no logrará ganar una competencia por no tener las condiciones, nunca lo conseguirá. Aquí, la percepción de la propia valía y las capacidades o habilidades que se poseen, ayudan a enfrentar y solucionar diferentes dificultades de la propia experiencia humana.
Séneca decía: “no es porque las cosas sean difíciles por lo que no nos arriesgamos, sino que son difíciles porque no nos arriesgamos”. Solo desde la confianza, la novedad, la frescura de dejarse sorprender, podemos lograr lo que nos parece difícil y que seguramente desde la gracia de Dios, es más fácil comprender y lograr.
Buena lectura
Es necesario tener una lectura desde una “reestructuración cognitiva” que permita a cada persona poner de relieve una mejor forma de ver su realidad, con otros colores, que seguro ya estaban presentes, pero su poca visión no permitía percibir.
Esto nos ayuda a precisar, que la autoestima se fortalece teniendo elementos objetivos, con un proceso de valoración y reconocimiento de que somos reflejo del gran amor de Dios al ser su imagen y semejanza.
Para finalizar, quiero colocar en evidencia un ejemplo claro: Jonás a quien le importaba más el arbusto de ricino que le daba sombra, que toda la ciudad de Nínive y sus 120.000 mil habitantes (Cfr. Jonás 4, 11). A veces consideramos más importantes los fracasos que las personas o circunstancias que esperan y confían en nosotros.
Es necesario el “discernimiento” para aprender de todo y ver que nada es superfluo, el conocimiento limitado no proporciona alegría. Vivamos asumiendo y valorando nuestras luces y sombras, como un proceso de crecimiento humano, que con la gracia de Dios se va configurando para ser personas que busquemos y vivamos bien.
Pbro. Jhonny Zambrano