La concepción de Romano Guardini acerca de la categoría “Encuentro”, está muy clarificada en lo que el Santo Padre Francisco ha venido comunicándonos en gestos y palabras, durante estos 11 años de pontificado.
Tocado por el otro
Para que se dé un verdadero “Encuentro” tiene que entrar en las relaciones interpersonales, la libertad, el respeto, la distancia justa de perspectiva, la valoración del otro como diferente, el diálogo. En este sentido, hay una expresión de Guardini en su obra “Gracia, libertad y destino” (1994), que encarna todas estas características y que toca nuestra sensibilidad: hay encuentro con el otro cuando “soy herido por el rayo de su ser, cuando soy tocado por su acción”.
Francisco, lo expresa en la importancia de mirar a los ojos a la persona que ayudamos. Es una mística necesaria para profundizar nuestros “Encuentros”, con “nuestra carne en la oración”. Acercarse a toda persona sufriente es abrir el corazón, esto produce la urgencia de conmoverse, “encontrarse” con la llaga del otro, con su herida, con su historia, con su trauma, problema y pecado.
Encarnación
La segunda Persona Trinitaria al encarnarse en la persona de Jesús, redimió la carne del pecado por medio de su acto de amor, reflejado en la pasión del Viernes Santo. Hoy Jesús por medio de nosotros, asume ese dolor, él nos llama en nuestra acción evangelizadora a transmitir encuentros de misericordia y salvación.
En este sentido, tenemos una invitación a salir al “Encuentro” basado en dos trascendencias: “salir de sí” para ir el encuentro con Dios en “la oración” y en el hermano por medio del “anuncio de la palabra y el servicio”.
Aquí podemos notar que la primacía del “Encuentro” se da a nivel antropológico, es decir, en lo humano, somos seres de “Encuentros”, somos seres sociales. La relación se consume, cuando cada persona se encuentra con su hermano o hermana. Se da la “sinergia”.
Lejanía de la Verdad
Romano Guardini habla en su obra “la existencia del cristiano”, sobre las enfermedades del espíritu, haciendo mención a los valores supremos de la Verdad, del Bien y de los Justo. Nuestro espíritu se enferma cuando perdemos la relación con estos valores, la mayor enfermedad, es la lejanía de la Verdad, nuestra inteligencia se enferma y esto afecta la capacidad para amar el bien y ser justos.
Cuando se pierde la voluntad de lograr la Verdad y la responsabilidad que se tiene respecto a ella y se renuncia a distinguir entre lo verdadero y lo falso, aquí se enferma nuestro espíritu. Salir al encuentro de los demás nos introduce en la relación con la Verdad, el Amor y la Justicia.
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Si no hay verdaderos encuentros, se pueden reducir a relaciones autorreferenciales, utilitaristas, funcionales, incluso de exclusión y dominio, no solo hacemos mal a los otros, sino que nos enfermamos, lo expresamos al decir “está enfermo de poder” o “estar enfermo de vanidad”.
¿Qué es un hombre de encuentros?
Un hombre de encuentros lo define Guardini así: “mientras más vital es un hombre, mientras más originaria su relación con el mundo, con más frecuencia vive encuentros y más tiempo le dura la facultad de tenerlos, hasta la vejez”. Frente a esta actitud Romano, habla de la costumbre, la indiferencia, el no abrirse a la novedad de Dios. Debemos obrar los encuentros desde la humildad y sencillez. Nuestro referente debe ser el Señor Jesús en los Evangelios, vemos como se desarrollaban sus encuentros con todos.
Conclusión
La fe se alimenta del “Encuentro” personal con Jesús que toca la mente y el corazón del hombre, da dirección y sentido a la existencia buscando la Verdad. De igual manera, el encuentro se hace posible en la “comunidad de fe” donde se hace vida, allí se tiene “Encuentro” con la sabiduría de la Sagrada Escritura, la gracia a través de los sacramentos y la fraternidad por medio del servicio, incluso sufriendo con paciencia los defectos de los demás. Es desde esta experiencia personal “ad intra” con Jesús y “ad extra” con la comunidad de fe, que se aprende hacer de la vida un camino de “Encuentros”. Un razonamiento evangélico y antropológico nos hace dar frutos en gestos y palabras.
Pbro. Jhonny Zambrano