Agnes Gonxha Bojaxhiu, (Santa Teresa de Calcuta) nació el 26 de agosto de 1910 en Skopje, la capital de Macedonia Del Norte, reconocida mundialmente como la santa madre de los pobres fundó la congregación de las Misioneras de la Caridad en Calcuta, en 1950 la cual se desarrolló durante más de cuatro décadas prestando atención a pobres, enfermos, huérfanos y moribundos.
Hija menor de tres hermanos, la Santa formó parte de una familia proveniente de Albania. Quedó huérfana a los cuatro años cuando su padre, un miembro activo de la política de su país murió por causas desconocidas, situación que generó un vuelco a su vida, la cual la integró a la religión católica.
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Su vocación que se evidenció desde siempre se consolidó en el 1928 cuando consideró que estaba marcada para seguir los pasos religiosos, los cuales emprendió al cambiar su nombre por Teresa como una referencia idónea a la santa patrona de los misioneros (Teresa Lisieux).
Milagros
Dos milagros erigieron a la madre Teresa como santa, el primero un año después de su muerte, en 1998, una mujer con un tumor ginecológico fue curada al colocarle sobre el vientre una medalla con el nombre secular de la misionera.
Este primer milagro permitió a Teresa de Calcuta ser beatificada por el papa Juan Pablo II en 2003, en un proceso considerado el más rápido en la historia de la Iglesia moderna.
El segundo milagro, se concretó en 2008, con la curación de un paciente brasileño de 35 años, cuya mujer había rezado a la Madre Teresa, en situación crítica por una grave infección cerebral.
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Este milagro fue aprobado por unanimidad por la Iglesia en 2016, lo que allanó el camino para que Teresa de Calcuta fuera nombrada santa por el papa Francisco en una ceremonia multitudinaria en la plaza de San Pedro, en el Vaticano.
Santa Teresa de Calcuta falleció el 5 de septiembre de 1997 a los 87 años en Calcuta a causa de la malaria. Fue enterrada con honores en un funeral al que acudieron millares de personas de toda condición, desde pobres hasta jefes de Estado.
La alegría es oración, fuerza y amor
Dios ama a quien da con alegría.
La mejor forma de mostrar nuestra gratitud hacia Dios y la gente,
es aceptar todo con alegría.
Ser feliz con él, ahora.
Esto quiere decir: amar como él ama, ayudar como él ayuda, dar como
él da, servir como él sirve.
Salvar como él salva, estar con él 24 horas al día,
tocarlo con su disfraz de pobre en los pobres y en los que sufren.
Un corazón alegre es el resultado normal de un corazón ardiente de amor,
es el don del Espíritu, una participación en la alegría de Jesús que vive en el alma.
Guardemos en nuestros corazones la alegría del amor de Dios y compartamos
esta alegría de amarnos los unos a los otros como él nos ama.
A cada uno de nosotros.
Que Dios nos bendiga.
Amén
Carlos A. Ramírez B.-