Antonella Palermo – Ciudad del Vaticano
Un «día importante»: así es como el Papa preanunció, al final del Ángelus, el hodierno comienzo de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, invitando a todos a rezar concordes para que se cumpla «el deseo de Jesús”: “Que todos sean uno» (Jn 17, 21). “La unidad, que siempre es mayor que el conflicto». Este año, el tema que acompañará los días de la Semana, que tradicionalmente se celebra entre la fiesta de la Cátedra de San Pedro y la de la Conversión de San Pablo, se basa en la admonición de Jesús: «Permaneced en mi amor y daréis fruto en abundancia «, tomada del Evangelio de Juan (Jn 15, 5-9). La celebración cae todos los años del 18 al 25 de enero en el hemisferio norte, mientras que en el sur, donde el mes de enero es un período de vacaciones, las Iglesias lo celebran en otras fechas, por ejemplo en Pentecostés (sugerido por el movimiento Fe y Constitución de 1926), un período igualmente simbólico para la unidad de la Iglesia. En Roma será el Papa, como de costumbre, quien cerrará la Semana el 25 de enero en la Basílica de San Pablo Extramuros presidiendo la celebración de las Vísperas junto con los representantes de las demás Comunidades Cristianas.
Las raíces del movimiento ecuménico
Es necesario volver a los años alrededor del 1740 en Escocia para trazar el nacimiento de un movimiento pentecostal con vínculos en América del Norte, cuyo nuevo mensaje para la renovación de la fe llama a rezar por y con todas las Iglesias. En ese momento fue el predicador evangélico Jonathan Edwards quien pidió un día de oración y ayuno por la unidad, para que las Iglesias pudieran encontrar su impulso misionero común. Con un salto a 1902, llegamos a la fecha en que el Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Joaquín III, escribió la encíclica patriarcal y sinodal Carta irenica, en la que invitaba a orar por la unión de los creyentes en Cristo. Unos años más tarde, en 1908, el reverendo Paul Wattson instituyó, y celebró por primera vez en Graymoor (Nueva York), un «Octavario de Oración por la Unidad», del 18 al 25 de enero, con la esperanza de que se convirtiera en una práctica común.
Documentos clave
El 1964 es el año marcado por el histórico encuentro entre el Papa Pablo VI y el Patriarca Atenágoras I, que en Jerusalén rezaron juntos la oración de Jesús «para que todos sean uno» (Jn 17:21). Pero también es el año del Decreto sobre el Ecumenismo del Concilio Vaticano II, Unitatis Redintegratio, que subraya que la oración es el alma del Movimiento Ecuménico, y anima a la observancia de la Semana de Oración. También hay que recordar que el próximo mes de abril se celebrará el vigésimo aniversario de la Charta Oecumenica, el documento conjunto firmado en Estrasburgo entre el Consejo de Conferencias Episcopales de Europa y la Conferencia de Iglesias Europeas, que presenta las directrices para aumentar la cooperación entre las Iglesias cristianas de Europa.
Los subsidios de las Semanas de Oración
Desde 1968, el opúsculo que indica cómo orar con espíritu ecuménico, en este tiempo fuerte, es producido por la Comisión Fe y Constitución del Consejo Ecuménico de las Iglesias y por el Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos. Desde 1975, estos textos -lecturas bíblicas, comentarios y oraciones para cada día de la semana- son preparados sobre la base de un proyecto elaborado cada año por un grupo ecuménico local en un país diferente. Desde este punto de vista, podemos decir que en el mismo método encontramos el significado de «ecumenismo»: lo universal, traducido literalmente con la espléndida expresión «tierra habitada». El subsidio se propone con la advertencia de que, en la medida de lo posible, debe adaptarse a las costumbres locales, prestando especial atención a las prácticas litúrgicas en su contexto sociocultural y a la dimensión ecuménica. En algunos lugares ya existen estructuras ecuménicas capaces de llevar a cabo esta propuesta y donde faltan se espera que se implementen.
Calendario de la semana 2021
Durante los ocho días, se nos invita a meditar y orar sobre las diferentes pistas sugeridas por los versos del conocido pasaje de la vid y las ramas del evangelista Juan. El primer día, Llamados por Dios: “No me elegisteis vosotros a mí, fuiyo quien os elegía vosotros” (Juan 15, 16a). El segundo, Madurar internamente: “Permaneced unidos a mí, como yo lo estoy a vosotros” (Juan 15, 4a). El tercero, Formar un solo cuerpo: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado” (Juan 15, 12b). El cuarto día se reflexionará sobre el profundo significado de rezar juntos: Orar juntos: “Ya no os llamaré siervos … A vosotros os llamo amigos” (Juan 15, 15). El quinto día se centrará en dejarse transformar por la Palabra: Dejarse trasformar por la Palabra: “Vosotros ya estáis limpios por la palabra…”(cf. Juan 15, 3). En el sexto día habrá espacio para el tema de la acogida: » Acoger a los demás: “Poneos en camino y dad fruto abundante y duradero” (cf. Juan 15, 16b). El séptimo, Crecer en unidad: “Yo soy la vid; vosotros, los sarmientos” (Juan 15, 5a). Para concluir, en el octavo, “Para que participéis en mi alegría y vuestra alegría sea completa” (Juan 15, 11).
La Comunidad de Grandchamp reza desde la cuarentena
La Comunidad de Grandchamp, en Suiza, a la que se ha confiado la tarea de redactar los textos del subsidio para este año, está compuesta actualmente por unas cincuenta hermanas de diferentes tradiciones cristianas y de diferentes países. Fundada en la primera mitad del siglo XX, desde el principio ha cultivado fuertes lazos tanto con la Comunidad de Taizé, como con el Padre Paul Couturier, una figura clave en la historia de la Semana de Oración. Las religiosas se han visto obligadas a permanecer en aislamiento desde el 5 de enero debido al coronavirus. Acostumbradas a vivir el carisma de la apertura al diálogo y al encuentro, han tenido que reorganizar lamentablemente su tiempo juntas: cada una puede rezar en su propia habitación, han tenido que cerrar las puertas de la recepción y cancelar las celebraciones previstas. Sin embargo, siguen tocando las campanas del mediodía. «La pandemia no puede detener la oración», nos escribe la hermana Svenja, invitándonos a seguir las actualizaciones en línea continuarán realizando. «Tal vez este tiempo sea una oportunidad para alimentar la oración personal», leemos en su Facebook, «y para vivir aún más profundamente el tema que hemos preparado».
No hay amistad sin sufrimiento purificador
La celebración de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos se compone de tres secciones, «vigilias», tomadas del modelo de la Comunidad de Grandchamp. La primera vigilia se centra en la unidad de la persona en sí misma y en el morar en Cristo; la segunda expresa el deseo de redescubrir la unidad visible entre los cristianos; la tercera está abierta a la unidad de todos los pueblos, de toda la creación. Según las costumbres de las distintas tradiciones de pertenencias, se contemplan ciertos gestos de acompañamiento que se pueden realizar de diferentes maneras. «Acercarse a los demás, vivir juntos en comunidad con otras personas, a veces muy diferentes a nosotros, constituye un desafío», escriben las hermanas, reconociendo la valiosa enseñanza del hermano Roger de Taizé: «No hay amistad sin sufrimiento purificador, no hay amor al prójimo sin la cruz. Sólo la cruz nos permite conocer la inescrutable profundidad del amor». Las religiosas subrayan cuan importante es la oración de Jesús por la unidad, que es «una invitación a volver a él y, por consiguiente, a acercarnos los unos a los otros,alegrándonos de nuestra diversidad».
Las urgencias de los pueblos reflejadas en los temas de las Semanas de Oración
Si la sabiduría de la vida contemplativa de la comunidad monástica de Grandchamp ha confluido en el texto guía de la Semana de Oración 2021, de la misma manera las experiencias de otras realidades ecuménicas dispersas en los diferentes continentes han producido otras tantas ayudas que han sido influenciadas por diferentes contextos sociales y religiosos. Esto significa que hablar de ecumenismo y orar por el ecumenismo es algo que se mueve «desde abajo» y tiene que ver con el nivel del debate teológico, pero también con los estilos de vida, los gestos, en esencia con lo que al académico Brunetto Salvarani le gusta definir como «ecumenismo de la puerta de al lado». Al examinar los temas de las ediciones más recientes, en el Brasil o Malta, por ejemplo, se destacó la sensibilidad a la acogida; en la India, donde los cristianos siguen siendo una minoría, el tema elegido se refería a lo que el Señor exige de los creyentes en Jesús; en Letonia se evocó la maravilla por la belleza de la creación; en Alemania la reconciliación, en Indonesia el compromiso con la justicia.
Las palabras del Papa Francisco para la unidad
La preocupación por los más pobres y el llamamiento a fortalecer en las sociedades el principio de solidaridad; el llamamiento a mostrar hospitalidad a los débiles y perseguidos: fueron estos los énfasis expresados por el Papa Francisco durante la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos en 2019 y 2020. Hace un año, en particular, el Pontífice recordó que el barco en el que se encontraba Pablo, antes de encallar cerca de la costa de Malta, había estado a merced de la tormenta durante varios días, y mientras todos perdían toda esperanza de supervivencia, era el apóstol quien los tranquilizaba, él que era un prisionero y por lo tanto uno de los más vulnerables. Estábamos al principio de esa pandemia, aún impredecible y desconocida, que devastaría el planeta. La humanidad está todavía en una tormenta, aquella que el Papa habría evocado de nuevo en el extraordinario momento de oración en la desierta Plaza de San Pedro el pasado 27 de marzo. La unidad aún se hace imprescindible anhelo, urgencia, esperanza. Aun la oración es tan necesaria.