La meditación a lo largo de las estaciones se centró en valorar el sacrificio de Jesús para ganar la vida eterna a la humanidad y recordó que en el tiempo actual, el dolor de Cristo permanece en los enfermos, los necesitados, los privados de libertad, las familias separadas, los migrantes, las víctimas de la guerra y de tantas acciones que atentan contra la dignidad humana
“Cada miembro del Vía Crucis está cumpliendo una promesa (…) el Vía Crucis no es una actividad teatral es un acto de fe que vive cada uno de los participantes de esta actividad”