Lo que Jesús inició el Jueves Santo en el CENÁCULO consagrando el pan en Su “Cuerpo entregado”... y el vino en Su “Sangre derramada”, lo consumó el Viernes Santo en el altar del CALVARIO entregando Su Cuerpo y derramando Su Sangre…, y lo llevó a plenitud en su resurrección
“Él se convierte en el Cireneo que nos ayuda a cargar nuestros propios dolores. Dejemos que Cristo cargue aquello que nos pesa y ayudemoslos a cargar su cruz en esta Semana Santa”
La meditación a lo largo de las estaciones se centró en valorar el sacrificio de Jesús para ganar la vida eterna a la humanidad y recordó que en el tiempo actual, el dolor de Cristo permanece en los enfermos, los necesitados, los privados de libertad, las familias separadas, los migrantes, las víctimas de la guerra y de tantas acciones que atentan contra la dignidad humana