Pensar la ciudad y pensar la misión nos lleva a tener memoria histórica y reflexión teológica con visión de las líneas pastorales necesarias para evangelizar la ciudad. Para ello es necesario anunciar, contemplar y reconocer. En los próximos tres artículos reflexionaré sobre estos tres verbos.
He comenzado a leer el libro Seremos juzgados en el amor del padre Gabriel Amorth. Las primeras líneas de la introducción, Amorth nos pone en contexto por medio de la profunda voz de San Juan de la Cruz: “al atardecer de la vida, seremos juzgados en el amor”.
La V Conferencia del Episcopado Latinomaericano y del Caribe en Aparecida fue la primera en presentar iniciativas para promover una pastoral urbana (Cfr. A 517-518). Desde allí, les presento la siguiente reflexión.
Cuando apareció Evangelii Gaudium, me pregunté cómo podría ser tal cosa. El Papa Francisco nos refiere a una alegría que nos llena el corazón y la vida entera provocada por un encuentro con Jesucristo camino hacia las Bienaventuranzas
Desde una mirada de fe se contempla al Dios de Jesucristo que vino a encarnarse y habitar en la ciudad. Aparecida nos ofrece esta afirmación “Dios vive en la ciudad”, esto se convierte en un presupuesto para toda pastoral urbana.
La movilidad misionera como Iglesia en salida en un tiempo y espacio de la ciudad para compartir la vida en Cristo como discípulos misioneros, requiere fomentar la pastoral de la acogida de quienes llegan a la ciudad y a los que viven en ella