El Concilio Vaticano II (1962-1965) marca un nuevo comienzo. Implicó una serie de aperturas de la Iglesia al mundo y un nuevo tipo de relaciones, esto quedó marcado de manera especial en la Constitución Pastoral Gaudium et Spes (GS), donde la Iglesia se sentía íntimamente solidaria con el género humano y su historia, para muchos era un signo de un nuevo compromiso para los cristianos en el mundo social, económico, político y cultural.
En las antiguas sociedades, el poder espiritual se encontraba unido o sometido al poder terrenal. Cristo en su breve sentencia: «Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios» (Mt. 20, 25), establece la separación entre estos dos poderes.
En este artículo continuamos la reflexión sobre la encarnación de la DSI en Venezuela por medio de la reflexión ofrecida por los Pastores a través de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV).
La Iglesia católica en Venezuela durante la dictadura de M. Pérez Jiménez (1952-1958) vivió un silencio prudente. Solo fue de gran impacto el suceso de la Carta Pastoral de mons. Arias Blanco, que defendió la ortodoxia de la DSI e inició un camino hacia la caída del dictador.
En esta secuencia de artículos sobre como la DSI se fue encarnando en Venezuela, no quiero pasar por alto, un hecho histórico que marcó pauta en los orígenes democráticos de Venezuela; donde la Iglesia representada en uno de sus pastores, encarnó por vez primera en un documento magisterial la DSI en nuestro país. Me refiero a la Carta Pastoral del 01 de mayo de 1957 escrita por mons. Rafael Arias Blanco, arzobispo de Caracas.
Persistían cuatro dictaduras militares, lo que evidenciaba su debilitamiento, estas eran P. Jiménez en Venezuela (1952-1958), Fulgencio Batista en Cuba, que huiría por la revolución de Fidel Castro (01.01.1959), Rafael Trujillo en República Dominicana (1930-1961) y Alfredo Stroessner en Paraguay (1954-1989).
En esta oportunidad desde Fe Creída, Fe Vivida quiero escribir a mi amada Iglesia Local de San Cristóbal que celebra su primer Centenario. Lo primero que pienso es cuanto la ama Jesucristo que se entregó por ella y quiere que todos sus fieles se salven y tengan vida en abundancia.